Algún estudioso sabrá por qué en este año hemos visto dos versiones del mismo cuento de hadas. El primero era en tono de comedia (Espejito, espejito), y este segundo en plan épica fantástica. En este caso el espectáculo funciona aunque se note el diseño comercial detrás (el actor de Thor, la chica de Crepúsculo, los productores de Alicia en el Paìs de las Maravillas, la ganadora del Oscar haciendo de villana, batallas y monstruos all'uso). Pero la ensalada funciona no porque alguno de estos elementos gane inusual peso, sino porque el cuento está bien contado, las secuencias de acción se entienden, y la idea “revisionista” de cambiar a Blancanieves de una doméstica de lujo a una chica que se vuelve guerrera no está del todo mal y en esta puesta en escena cuaja. Chris Hemsworth, el muchachito del cuento, no es un tipo demasiado histriónico, por cierto, pero resulta bastante mejor partido que un príncipe cantor. Un film que, detrás de su apariencia de puro entretenimiento, esconde algunas sutilezas.