Se busca redención.
Si atendemos a la siempre sabia etimología de las palabras, vemos como blindaje proviene del alemán blenden, a través del francés blinder (cegar, pero también cubrir, tapar), en alusión a las planchas metálicas que cubren al vehículo y lo protegen contra balazos. Así, el título de este thriller con ribetes melodramáticos se mueve de manera eficaz en la ambigüedad del término: tanto en la ceguera de un protagónico hundido en la miseria debido a una tragedia familiar como al medio con el que se gana la vida, que no es otro que un furgón en el que ejerce de conductor transportando dinero de entidades financieras.
Se trata de la tercera colaboración de Meneghelli y su, podríamos decir, actor fetiche Nicolás Peralta, quien en los anteriores trabajos en los que coincidieron también había ejercido la figura de productor. En ambos films la crítica fue bastante unitaria a la hora de definir el trabajo del actor como algo parco en gestos y poco emocional. Aquí esas constantes se mantienen, y todavía se acusan más estas limitaciones interpretativas en las escenas que comparte con Luciano Cáceres, un roba escenas nato que engrandece la pantalla tan sólo con su presencia.
La composición de tipo duro de Cáceres con una fisicidad marcada a fuego en su rostro es, simplemente perfecta, y desde que aparece por primera vez ya nos apetece que la trama se enrede de tal manera que tengan que acabar enfrentándose cara a cara. Del resto del elenco destacan los compañeros de viaje en ese microcosmos vital que es el furgón blindado, espacio donde acontecen los mejores diálogos de la película cargados de tensión y costumbrismo a partes iguales.
El desarrollo argumental gana enteros, y de qué manera, cuando se mete de lleno en intrigas policiales y criminales, pero se desluce cuando se aparta de cualquier tipo de acción y se concentra en un clima melodramático que no le acaba de sentar bien. Las razones por las que unos y otros actúan de una u otra manera están muy bien perfiladas, pero su desarrollo se deja varios elementos esenciales que hubieran enriquecido sobremanera el ejercicio. Algunos personajes no tienen la entidad necesaria para transcender y quedan sólo como arquetipos que no atrapan la mirada del espectador.
Sin embargo, en el lado positivo de la balanza vale la pena resaltar el afán por parte del director de traslucir una intención de querer respetar una propuesta de género con una estética y atmósfera particular, alimentada por esa especia de voz en off en forma de sermón radiado que va marcando el ritmo enfermizo que acabará por detonar el conflicto interior (el del protagonista que arrastra un trauma de los que no se superan) y el exterior (el que enfrentará a éste con sus compañeros de laburo con tal de poder conseguir su mesiánico propósito).
En definitiva, lo mejor de Blindado se encuentra en la primera parte de la trama, con una composición de lugar atrayente y una dinámica que augura más de lo que después ofrece. Hay que valorar el empeño puesto por todos los hacedores en que la cosa funcione, pero aunque la puesta en escena es correcta y lo físico de algunas secuencias incrementan el tono medio que se destila, el resultado se va desinflando paulatinamente, sobre todo desde el momento en que el personaje más carismático desaparece de escena.