El tercer largometraje como realizador de Eduardo Meneghelli asoma como un exponente local de las “películas de golpes” (“heist movies”), ese subgénero centrado en robos planificados y con una buena cantidad de billetes en juego. Algunas de las postas habituales de este tipo de relatos hay en Blindado, pero esa faceta se diluye cuando el foco de atención se desplace al mundo interno de su protagonista.
Luna (Gabriel Peralta) es un chofer de camión de caudales con licencia laboral debido a la pérdida de su familia en un accidente automovilístico. Esos traumas recientes se harán sentir cuando, ni bien regrese, empiece a tener sueños recurrentes que involucran a una mujer que no conoce y a su pequeño hijo. Pero en uno de sus envíos se cruza con esa chica (la brasileña Aline Jones), en quien encuentra la posibilidad de saldar sus deudas con el pasado.
Con Luciano Cáceres, Gonzalo Urtizberea, Luis Ziembrowski y Lautaro Delgado en la piel de los compañeros de trabajo de Luna, Blindado seguirá en paralelo la rutina del grupo y el progresivo acercamiento de ese hombre a su flamante interés romántico. Un acercamiento que luego se transformará en otra cosa.
La película logra sus mejores momentos con la interacción entre los protagonistas dentro del camión, un espacio que Meneghelli convierte en opresivo y asfixiante, sobre todo cuando Luna ponga una y otra vez unos audios evangelistas en el estéreo que adquirirán sentido a medida que avance el relato. Lentamente la película dejará atrás la faceta delictiva para indagar en las diversas aristas emocionales de un protagonista cuyas acciones están movidas por la pura voluntad de redención.