Toros salvajes
Las fiestas de San Fermín son una celebración en honor a San Fermín de Amiens, que tiene lugar anualmente en la ciudad española de Pamplona, capital de Navarra, cuyos festejos comienzan con el lanzamiento del chupinazo desde el balcón del Ayuntamiento de la localidad, a las 12:00 del 6 de julio y terminan a las 00:00 del 14 de julio con el Pobre de mí…, una canción de despedida.
Esta explicación enciclopédica sirve para ilustrar cuál es el ámbito en el que se desarrolla Blue lips, film coproducido entre España, Brasil, Italia, Estados Unidos y Argentina, en el cual seis personajes de seis ciudades diferentes del mundo coinciden en Pamplona durante la celebración. En este escenario, las relaciones que llegan a establecerse entre ellos les ayudarán a hacer frente a los conflictos que, por una u otra razón, les han llevado hasta allí.
La película utiliza como base la (ya usada) historia coral, en la cual se van conociendo diferentes aspectos de los distintos protagonistas, hasta concluir en un cierre común. Aquí, quizás la “novedad” resulta en que no todas las historias se cruzan o interactúan, sino que tiene como punto de coincidencia el lugar en donde se desarrollan, la Fiesta de San Fermín.
Asimismo, en este tipo de películas resulta complicado mostrar profundamente cada historia personal, ya que el ritmo provoca que constantemente se pase de una a otra sin alcanzar mayor grado de intensidad, y Blue lips no es la excepción. Cada personaje va transitando su “drama” de una manera simple, sin exhibir demasiado sus sentimientos o sensaciones, ni conocerse en forma cabal por qué llegaron a tal punto de sus vidas. Todo transcurre en forma superficial, sin lograr profundizar ninguna temática.
Este tipo de construcción provoca que las actuaciones no se destaquen en demasía, siendo correctas, sin momentos destacables o sobresalientes, aunque no resultan agobiantes ni angustiosas para el espectador, que sólo por empatía destacará a uno más que otro.
A pesar de la falla en el aspecto narrativo, el film se destaca en su parte técnica mediante una prolija y resaltable puesta en escena, con atractivos planos que exhiben en forma correcta cómo es la tradicional celebración en sus diferentes etapas, y la acertada utilización del contexto para enriquecer el producto. También se le suma una lúcida tarea en fotografía como también en el apartado de sonido, donde se logra una gran mixtura entre el ambiente y la música instrumental propia del film.
En definitiva, Blue lips refleja un gran trabajo de sus seis directores por intentar hacer la mejor película posible, cualidad que se transmite en pantalla por el cuidado que tienen del producto, pero que como todo film necesita una atractiva historia que contar, cosa que aquí faltó, ya que la narración nunca logra trascender más de la mera anécdota.