TODO POR LA SIESTA La siesta, ese ritual que ha caído un poco en desuso en las grandes ciudades pero que todavía sigue siendo una tradición en los lugares más pequeños. Por muchos adultos ha sido considerada como “sagrada” pero quizás los más pequeños son los que menos disfrutan de ella, de descansar por la tarde cuando prefieren salir a divertirse. Este sería el eje de El Patalarga, film de animación nacional que cuenta la historia de Teto, Maru y Ramón que pasan sus días pensando en el Patalarga, el monstruo del pueblo donde viven, que aparece a la hora de la siesta, obligándolos a dormir en esas horas de la tarde para no ser atrapados por la mítica criatura. Esta producción utiliza el fotocollage como principal recurso para llevar adelante una trama que tiene como objetivo esencial hablar sobre las relaciones infantojuveniles de una manera cercana y entretenida. Construye así un trabajo fresco, colorido, alegre y divertido, que narra una historia infantil que posee reminiscencias a la leyenda del “hombre de la bolsa” pero que resulta ser actual en todo momento; hablándole a los niños con naturalidad, sin tratarlos como seres inferiores y mostrando protagonistas que a pesar de su corta edad pueden tener la sapiencia y picardía necesarias sin perder su carácter infantil. De paso, se abordan temas como la política, la discriminación y la amistad, sin alcanzar una profundidad compleja pero con la dosis justa para hacer entender el mensaje y la visión que se quiere transmitir. Se suman el buen uso del recurso tecnológico junto con las voces en manos de Favio Posca y Peto Menahen, entre otros, que le aportan un mayor atractivo a la narración, provocando que el trabajo crezca y que El Patalarga se convierta en una producción donde no solo los niños se entretienen, resultando un film disfrutable de principio a fin para todo el mundo.
AMANECE EN LA RUTA La compleja relación entre un padre y su hija, junto con los paisajes de las rutas chilenas son elementos primordiales de El hombre del futuro, film en el cual Michelsen, un solitario y desarraigado camionero, es jubilado a la fuerza, debiendo emprender un último viaje a bordo de su camión hasta Villa O’Higgins, el llamado fin del mundo por los camioneros australes. En el trayecto se irá desprendiendo de todo aquello que conformaba su vida, convirtiéndose su última ruta en un viaje de iluminación, en el que enfrentarse al final del camino y a la naturaleza salvaje, le permitirá vivir el presente como siempre anheló: junto a su hija Elena. Trabajo de tono intimista y sobrio, El hombre del futuro se centra en mostrar dos viajes diferentes. El último, el de la despedida: el de Michelsen; mientras que el otro es el iniciático, el de descubrimiento: el de Elena. Entre estas dos realidades, la cinta va transitando por los hermosos paisajes trasandinos que sirven perfectamente para ambientar la introspección del film y exhibir en forma precisa como es la vida de los camioneros, con los diferentes aspectos que conlleva esta actividad. El hombre del futuro es una película donde la mayoría de las cosas se dicen a través de miradas y silencios, utilizando los diálogos de manera escueta pero con precisión quirúrgica. No obstante, la repetición de esta estructura provoca que el trabajo se vuelva distante y frío, perdiendo esa riqueza que había adquirido mediante el tono austero. Más allá de la destacada tarea en la fotografía, la producción se sostiene por la enorme labor de sus protagonistas que en todo momento logran expresar las vivencias de sus personajes, hasta en ocasiones superando con su calidez interpretativa la frialdad de varios pasajes del film. El hombre del futuro termina siendo un correcto trabajo, donde las imágenes y las tareas actorales logran transmitir mucho más que una narrativa que, por tratar de ser moderada, finaliza siendo un texto que nunca logra transferir completamente aquella sensación planteada a su inicio.
AYER, HOY Y SIEMPRE Situado en pleno gobierno menemista como telón de fondo y centrándose en las vicisitudes labores de aquella época, el film nacional Cartero exhibe varias circunstancias que reflejan lo vivido por esos años pero que tranquilamente pueden repetirse en la actualidad. La película dirigida por Emiliano Serra cuenta la historia de Hernán Sosa, un joven que empieza a trabajar en el Correo, en momentos de privatizaciones, retiros voluntarios y pobreza creciente. En este contexto, aprenderá a caminar la calle, los secretos del oficio y conocerá a los personajes que viven en ese mundo. El film es simple y sencillo de principio a fin, ganando en potencia narrativa durante su desarrollo, al presentar a este muchacho que ve todo el mundo laboral de color de rosa al comenzar con su tarea y que a lo largo del relato va tomando consciencia de cómo ese contexto no es tan bonito como suponía. En la historia se reflejan en forma perfecta los diferentes aspectos que posee un ámbito laboral como el del Correo, pero que tranquilamente pueden trasladarse a cualquier profesión. El jefe del lugar que conoce todos los puntos oscuros y tiene ascendencia sindicalista; el gerente que pretende revolucionar la tarea a realizar a costa del esfuerzo de los trabajadores; los celos y rispideces entre laburantes; y las variables que suceden día a día en la labor. Todos estos puntos son abordados de manera común, como hechos que va viviendo el protagonista pero que permiten exhibir el mundo laboral en todos sus matices. En esto último es donde la película se destaca, mostrando cada circunstancia sin subrayados o remarcaciones, aportándole naturalidad y frescura al relato. A todo esto se suma una correcta y precisa labor de su protagonista, Tomás Raimondi, que lleva adelante su personaje cargando en sus hombros todo el peso de la narración, resultando solvente en su tarea. Con una simple pero acertada contextualización de la época, Cartero es un trabajo pequeño, quizás íntimo, pero que refleja perfectamente una época, con todos los contrastes necesarios para lograr interpretarla y observar lo cíclica y repetitiva que es la historia argentina en materia laboral y política.
SOLOS LOS CHICOS El reconocido colegio secundario tucumano Gymnasium realizaba hasta el 2017 un tradicional campamento donde 500 alumnos varones de 10 a 18 años convivían durante diez días en medio del monte y alejados de adultos, en el cual se buscaba generar los valores de fraternidad entre compañeros. Tratando de reflejar lo que sucede en el que sería el último, ya que al año siguiente la institución aceptaría la inclusión de mujeres, el documental nacional La hermandad presenta las distintas actividades que se realizaron allí, priorizando la experiencia de los niños de 10 años que viajaban por primera vez al esperado campamento de su colegio. Dirigida por Martín Falci, la producción se dedica a ser una mera observadora de lo que sucede, centrándose en todo momento en mostrar lo que pasa. Nunca se contextualiza o plantea posición sobre lo que acontece, solo se dedica a presentarlo de la manera más fiel posible y es allí donde está su valía. Con una precisa utilización de planos y recursos visuales, el film va exhibiendo las distintas aventuras que viven los alumnos del colegio en ese monte desolado, siendo los chicos de quinto grado los principales protagonistas de cada hecho, ya que al ser primerizos en esa estadía, sus reacciones son más frescas y naturales que las del resto, permitiendo que el documental crezca en su registro. Por otra parte, se debe señalar algo que quizás no pertenece al ámbito exclusivo de la producción, ya que el tratamiento elegido no le permite tomar posición sobre determinadas prácticas que ocurren en el campamento. Allí se fomenta la no violencia física pero determinados actos que se observan remiten a otros tipos de violencia que pueden tener consecuencias aún peores, y que remiten a cierto ordenamiento militar. Más allá de esta particularidad, desde el punto de vista formal, La hermandad es una correcta producción que logra su cometido de presentar como mero observador lo que sucedió en aquel último campamento. Quizás algunos hechos que se exhiban le quitan cierto mérito a esta película.
MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA La lucha incansable de una hermana por esclarecer la muerte de su familiar. Este sería el leitmotiv de ¿Quién mató a mi hermano?, un documental crudo y minucioso que presenta todo lo ocurrido hasta la fecha sobre la desaparición y muerte de Luciano Arruga, que tiene a la Policía bonaerense como implicada en los hechos. Esta producción se dedica a mostrar cada situación importante acaecida desde poco tiempo después de la desaparición del joven en 2009 hasta estos días mediante un seguimiento muy detallado de cada suceso, siendo un trabajo de tono investigativo donde no se pretenden sacar conclusiones, sino solo exhibir lo que sucede y dejar que quien observe haga su propio análisis. Resulta tan potente esta historia, por su crudeza y oscuridad, que no es necesario centrarse en tratar de interpretarla, ya que en varias oportunidades las imágenes hablan por sí solas, y es ahí donde esté documental tiene su punto fuerte, en captar esos momentos y exponerlos para que se conozcan. Se suma una correcta utilización de las entrevistas a familiares y amigos que le aportan el contexto necesario para entender un poco más sobre lo que pudo haber pasado y que el espectador intenté armar el rompecabezas de esta insospechada trama. ¿Quién mató a mi hermano? es una realización que se sostiene principalmente por la potencia narrativa de las imágenes que cuentan está historia oscura de nuestro país (que aún no ha logrado ser resuelta en su totalidad) y donde la destacada labor de edición permite que este documental pueda aportar un elemento más en la búsqueda de dilucidar lo sucedido para que hechos como éste no sucedan Nunca más.
EL PESO DE LA HISTORIA A lo largo de los siglos, la historia entre España y Argentina ha tenido diferentes capítulos. Algunos de cercanías, otros de enfrentamientos y distancias. Y en este último tiempo, ha surgido un nuevo punto de encuentro entre ambos países: la lucha de las víctimas de la dictadura franquista, que al no obtener respuesta de la justicia local, decidieron intentar que los tribunales argentinos pudieran lograr desentrañar la realidad de lo sucedido. Siguiendo todo este proceso, el documental ibérico El silencio de otros presenta al detalle todo el entramado de esta lucha que lleva muchos años y aún no ha terminado. Desde el punto de vista formal, la película es impecable, con un gran manejo de la narración, la dosis justa de emoción sin caer en el golpe bajo y un destacado trabajo visual, con un magistral uso de las imágenes de archivo. El resultado de este trabajo es tan clarificador que impacta, teniendo como una de sus principales virtudes su gran realización, ya que expone en forma perfecta la temática y la aborda con tanta maestría que sólo queda observar y dejarse interiorizar de esta historia. Y es ahí el otro punto destacado: los hechos que cuenta. Lamentable y trágicamente, lo sucedido en España resulta tan similar a lo acontecido en nuestro país, que estremece de sólo verlo. Y quizás al entender su historia, también entendemos la nuestra. Resulta difícil de asimilar que si la dictadura argentina en siete años efectuó tal desastre en todos los niveles de la sociedad, siendo el capítulo más oscuro de nuestra historia, lo que pudo hacer Franco en los cuarenta años en que lideró a la península ibérica resulta impensado, implicando que lo sucedido aquí sea sólo una pequeña porción de lo vivido por aquellos lugares. También sorprende observar cómo un país europeo, el cual pareciera vivir en otra realidad mucho más avanzada que la nuestra, y que ha sido partícipe de diferentes conflictos alrededor del mundo como restaurador de estados, haya olvidado todo lo sucedido durante esa etapa por obligación, porque las autoridades lo impusieron mediante una ley, barriendo la basura debajo de la alfombra, sin siquiera dar lugar al recuerdo y a la memoria de lo que aconteció. Es por ello que El silencio de otros resulta una gran producción de la cual se debe recomendar su visionado, ya que lo que cuenta no sólo le ha pasado a España, ha acontecido en muchos otros lugares y es importante tenerlo presente para que nunca más suceda.
LOS FELICES Quizás iniciar esta reseña exponiendo que fue la última película de Mónica Galán sería un poco artero, pero es la realidad. Es que Baldío fue pensado por la actriz como su obra póstuma, en la cual no sólo protagoniza sino que produce y es coautora del guión, sabiendo que el maldito cáncer no le iba a permitir verla en pantalla. Por todo esto, no resulta caprichosa la trama donde Galán interpreta a Brisa, una reconocida actriz que mientras protagoniza una película en rodaje, atiende las emergencias de su hijo, adicto a las drogas; la cámara sigue su proceso, mostrando el devenir de este personaje entre la ficción y la cruda realidad. Filmada íntegramente en blanco y negro, Baldío se caracteriza por planos estáticos y precisos, con poco movimiento, pero que contextualizan en forma precisa cada situación. La destacada elección visual le aporta un tono sombrío a la historia dándole seriedad al relato que coincide con la crudeza de lo narrado. Dentro de estas formas, Galán lleva adelante un rol primordial para el pulso del film, realizando una labor ajustada y precisa, sin estridencias, exponiendo el tono justo para la trama. Es acompañada por un elenco estelar que con pequeñas apariciones enriquece la producción. No obstante, esta precisión actoral y artística desemboca en una solemnidad, poco emotiva, más aún en una historia dura y movilizante como esta, en la cual el factor emocional brilla por su ausencia. Tal vez se centra demasiado en personalizar en Galán como su motivación sentimental, pero para quien no conoce lo sucedido no le aporta mucho más al respecto. Baldío es un correcto film, de gran factura técnica y con una actuación protagónica solvente y sin falencias, pero con una enorme falta de sensibilidad hacia una historia que lo merecía, más allá de los instantes finales que se resignifican una vez se conoce lo sucedido con la actriz. Quizás sea la única pizca de emoción en un producto demasiado frío.
RECUÉRDAME Sabina en Con la frente marchita decía que “No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió” y quizás lo que expresa esa frase podría ser considerada como el punto de partida de Rebobinado, film nacional de Juan Francisco Otaño, en el cual se mezclan miles de referencias a clásicos del cine, la literatura y el comics para darle vida a una historia fresca y divertida. La trama tiene como base a Alejandro, un joven de 30 años, romántico y soñador. Un recuerdo de un amor no correspondido de la infancia le impide ser feliz ya que su sueño es ser como los protagonistas de las películas, pero en realidad su vida es monótona y aburrida. Un día descubre una antigua casetera “mágica” que tiene el poder de transportarlo a través de la música a aquel momento, en el año 1998, el día exacto en el que su corazón se rompió. Alejandro buscará desesperadamente reescribir el recuerdo que tanto lo marcó y sin darse cuenta transformará su vida rutinaria en una película de aventura, ciencia ficción, comedia, romance y rock. Con un inicio quizás trillado pero bien llevado, logrando captar la atención del observador, el film comienza a crecer y a la vez a descontrolarse, pasando del humor simple y directo al delirio y la locura. Sin embargo, ese trayecto entre ambos puntos se encuentra tan bien construido que no sorprende al espectador que se alcance tal inverosímil. Con un destacado trabajo visual, sorprendente para una producción local independiente, la película va transitando de referencia en referencia para cada situación que busca contar, haciéndolo en forma de homenaje, con cariño hacia esa evocación, lo cual permite disfrutar aún más del momento. Debajo de todo ese colorido de humor y nostalgia, se encuentra un mensaje simple y concreto, que es común para cualquier persona. ¿Por qué siempre pensamos que el pasado podría haber sido mejor, en vez de dejarlo allí y disfrutar el presente? Un dilema simple, pero que Rebobinado con todo su desparpajo busca dilucidar. Un film que en todo momento es disfrutable, que logra alcanzar la carcajada amplia y que con su frescura hace notar que muchas veces no es necesario hacerse el “profundo” para trascender, que con una buena historia que esté bien contada, alcanza para hacer algo que el público admire.
LOS PINK FLOYD DE LOS POBRES Los Síquicos Litoraleños es una banda formada en Curuzú Cuatiá, provincia de Corrientes, que cual mezcla ritmos folklóricos de la zona con el más puro rock sinfónico, convirtiendo su música en una sorprendente y muy particular mixtura. Esta peculiar formación comenzó tocando en pequeños pueblos de su provincia hasta llegar a presentarse en el under europeo, lugar donde fueron reconocidos y se ganaron el apodo mencionado en el título de esta crítica. Tomando esta historia, el documental Encandilan luces, viaje psicotrópico con Los Síquicos Litoraleños, dirigido por Alejandro Gallo Bermúdez, busca hacer un recorrido sobre la particular banda, el cual posee todo lo extraño y delirante que refleja el grupo en sus presentaciones. Esta decisión resulta lógica ya que hacer un film en términos “normales” (por decirlo de una manera) sería alejarse del espíritu de Los Síquicos, y sonando falso y poco genuino. A través de capítulos, el documental exhibe cada momento de la banda, mechado con diferentes situaciones delirantes, que resultan divertidas y que pretenden en todo momento acercarse a la estética que propone el grupo. Este trabajo quizás pueda parecer desprolijo pero cumple en mostrarle al espectador la propuesta original y diferente del grupo, y como fue pionero en un movimiento que sería de importancia dentro de la música local del noreste de nuestro país. Es por esto que Encandilan luces, viaje psicotrópico con Los Síquicos Litoraleños resulta una producción interesante para conocer una banda distinta, que a través de sus formas posee otro tipo de búsqueda musical y estético, y que esa pretensión se encuentra perfectamente presentada en los ochenta y tantos minutos de duración del documental.
EN LOS SUBURBIOS La temática histórica es un área bastante utilizada dentro del mundo del cine. En muchas ocasiones para centrarse en un acontecimiento específico y en otras, utilizando lo acontecido como contexto de la narración. Se podría ubicar a El emperador de París en este último eslabón, ya que aborda el momento post Revolución Francesa, cuando Napoleón Bonaparte es proclamado Emperador, para contar un policial que, a pesar de la época conceptual, pretende ser moderno. El film narra la historia de François Vidocq, el único hombre que logró escapar con vida de una de las cárceles más aterradoras de Francia. Dado por muerto, aprovecha el anonimato para hacerse pasar por un simple comerciante hasta que la policía lo encuentra, pero él les propone un trato: ayudar a combatir la delincuencia en Paris a cambio de su libertad. Desde su inicio, la película presenta una destacada recreación de época, partiendo de las vestimentas hasta los grandes palacios. No existe un detalle sin escaparse en este sentido, ni tampoco escenas confusas como para salvaguardar cierta cuestión de presupuesto. Todo aquí es exhibido como debe ser, sin mediar ningún inconveniente. En este ambiente materializado, la trama transita de manera simple y concreta pero faltándole la potencia dramática necesaria como para que la historia atrape y cautive. Todos los conflictos son resueltos rápida y sencillamente, intentando que mediante planos destacados y una música acorde se logre transmitir cierta tensión o emoción que el film nunca logra, ya que la trama no posee estos elementos. A su vez, en el arranque se encuentra bien manejado el contraste entre ese ambiente salvaje y violento con cierta búsqueda solemne que pretende dar la película en determinadas situaciones. Sin embargo la repetición del recurso termina por agotarlo y dejándolo sin sentido. Aunque El emperador de París pretende ser un policial de tintes modernos desde su estructura y trabajo visual, nunca llega a serlo, ya que su principal base (el guión) no es lo suficientemente sólida como para llevar a que este buen intento trascienda más allá de la mera anécdota.