Seis directores para una sola película
Tras el enigmático título de Blue Lips se encuentra una película coral, tanto por los protagonistas y sus historias como por los múltiples directores que estuvieron detrás de la cámara (aunque no se trata de un conjunto de cortometrajes sino de un solo largometraje). Estas características peculiares conllevan algunos problemas de disparidad. Igual, la película resulta amable y entretenida.
Blue Lips cuenta las historias de seis personajes de lugares tan diversos como Oahu, Buenos Aires, Matera, Río de Janeiro, Los Angeles y Pamplona. Todos ellos necesitan alejarse de su realidad y están atravesando una crisis: la chica argentina está enferma; el jugador de fútbol brasileño no puede jugar más; el fotógrafo italiano está a punto de perder a su padre, con quien tiene una relación difícil; la mujer española no puede superar la muerte de su marido; el periodista estadounidense no logra asentarse y la joven hawaiana necesita encontrarse a sí misma. Distintas situaciones los llevan a Pamplona, en medio de las fiestas de San Fermín. Allí se van cruzando y esos encuentros repercuten en sus vidas.
Las historias son simples, pero ganan en la mezcla. Hay una disparidad en las actuaciones aunque no en la estética, con la prolijidad del cine publicitario. La música incidental amplifica por momentos esa sensación de comercial para televisión, como también lo hace el tipo físico de la mayoría de los protagonistas.
En lo opuesto a esa tendencia, lo mejor de Blue Lips, y que mantiene interesado al espectador, son las imágenes documentales de los Sanfermines, con sus colores brillantes y todo lo curioso que resulta ese encuentro anual en el que gente de todo el mundo encuentra un propósito en correr delante de una manada de toros.