El manejo del tiempo del relato, donde el pasado se confunde con el presente de un modo simple pero sugestivo, es un logro significativo para observar la relación como una totalidad.
Cindy y Dean son una pareja con una hija pequeña y una perra que se pierde irremediablemente. La historia de ellos no es buena y la relación sufre un desgaste que, como en la crónica de una muerte anunciada, rápidamente la conducirá al final.
Blue Valentine es la historia de ellos, de la relación amorosa – un amor casi de oportunidad – y de la familia que ambos deseaban formar, como modelo de integración a una supuesta normalidad. El fracaso de la relación no es sino su vicio de origen que incluía secretos, deseos, fracasos personales y necesidad de incorporarse a la vida adulta de un modo “aceptable”.
Sin dudas que, más allá destacar los puntos altos en términos de realización, (por ejemplo la banda de sonido), Michelle Williams (la excelente Wendy de Wendy y Lucy) y Ryan Gosling aportan talento y cuerpo a sus personajes, en actuaciones realmente comprometidas. Es sin dudas fundamental el trabajo actoral de ambos, para que la película adquiera una intensidad dramática que jamás acude a los excesos.
Derek Cianfrance, el realizador, sabe trabajar el relato intimista con la estética del cine independiente estadounidense, integrando esta lógica casi privada al espacio familiar, laboral y social, de un modo más sólido que muchas de las obras de la corriente. El manejo del tiempo del relato, donde el pasado se confunde con el presente de un modo simple pero sugestivo, es un logro significativo para observar la relación como una totalidad, dejando de lado la idea de una pareja que hubo sido una cosa en el pasado y que fracasa por las situaciones del presente.