Sobre el amor y los desencuentros
Ryan Gosling y Michelle Williams componen a Dean y Cindy, en este retrato de una pareja en crisis, en el momento en el que se disponen a reconstruir el recorrido de su relación. La historia tiene la marca del cine independiente.
Presentada en la sección Una cierta mirada, en Cannes 2010 y posteriormente en los festivales de Sundance y Gijón, Blue Valentine pertenece a la categoría de films que tienen la marca del cine independiente, que rehuyen de todo planteo conformista y de toda resolución estética convencional.
Desde el título que lleva a uno de los temas del intérprete y cantante Tom Waits, elegido en varias oportunidades por numerosos directores, entre ellos Francis Ford Coppola para su eximia obra Golpe al corazón (One from the heart), el film de este joven realizador, Derek Cianfrance, que viene del campo del documental, explora con calibrada sensibilidad el ámbito doméstico particular de una pareja que ya lleva años de convivencia, que son padres de una niña pequeña; pero que, por ciertas circunstancias que el film no se detiene a explicar, comienza a experimentar un desgaste.
Nominados ambos actores para los premios Oscars de este año, tanto Ryan Gosling y Michelle Williams, quienes componen a Dean y Cindy, nos ofrecen un retrato de pareja en crisis, desde una situación particular, desde un momento en el que se disponen a reconstruir en quebrados flashbacks el itinerario, el recorrido de su relación, desde los días en que, azarosamente, ambos se encuentran en un centro para ancianos.
Film de enfrentamiento y de rebeldía, de violencia subterránea, por momentos silenciada, Blue Valentine es una dolorosa historia que despierta sentimientos de ternura en el espectador, que nos lleva a pensar, por igual, en momentos de los films de John Cassavetes y Robert Altman de los 60 y los 70, con las marcas del cine de los realizadores "indies" de hoy.
La vida cotidiana de Dean transcurre de manera trashumante en el propio espacio urbano: trabaja en una compañía de transporte, traslada muebles, pero al mismo tiempo acondiciona espacios, los vuelve habitables. Cindy, por otra parte estudia medicina, cumple horas en un centro de salud. Así fue desde el primer día y en aquellos días, frente a una casa de regalos, en horas de la noche, Dean tocando el banjo vio bailar tap a Cindy frente a las vidrieras de un local que exhibía una guirnalda en forma de corazón, similar a la letra V, primera letra de la palabra Valentine del afiche. Este particular momento, esta imagen lleva a recordar el un tanto perdido film Once.
Pasados los días de aquella creciente pasión, que volvía asombro cada instante, ahora ambos viven su propio vacío, particularmente Cindy, quien manifiesta rechazo. Ante ello, Dean le propondrá una última experiencia, en esa última noche, estar juntos en La habitación del futuro, espacio gélido, de un hotel. Desde allí, el pasado asomará a través de sus fracturas, de sus sonrisas y de sus preguntas, de sus interrogantes; particularmente en lo que compete a la situación de la llegada del hijo.
Luego de haber actuado Ryan Gosling en Diario de una pasión de Nick Cassavetes, como el personaje que interpretaba el que cumplía James Garner de veterano y de haber sido el amante leal en Lars y la chica real de la muñeca inflable, Derek Cianfrance lo invitó a participar de este desafío. Y ciertamente es notable su construcción, en esa ambivalencia que su antiheroicidad romántica y adolescente va marcando en su deambular en el film. De igual manera, Michelle Williams, la actriz de Secreto en la montaña, film en el que interpretaba a la esposa de quien sería su marido en la vida real Heath Ledger y posteriormente como la compañera de Leonardo DiCaprio en La isla siniestra (Shutter Island), de Martin Scorsese, define a un personaje que puede presentar variaciones de conducta, que asombra por sus matices expresivos.
Observará el lector que en esta nota predomina el subrayado sobre el comportamiento actoral. Y es que estimo que se trata no ya de un film en el que las acciones se van derivando y ramificando, mediante explicaciones, (antes bien, ausentes), sino más bien de un film de caracteres. Que puede motivar por igual a la generación intermedia, como a los que tienen una mayor edad.
Ciertamente, sobre la vida en pareja son numerosos y múltiples los films que el cine nos ha dado. Claro está. En tal caso, los que hoy recordamos a través de parlamentos, imágenes o situaciones, son, en principio, los que han podido huir de lo convencional, evitando fórmulas fáciles, proponiendo un espacio de reflexión. Los que vean Blue Valentine no podrán olvidar algunos pasajes, entre ellos, la última secuencia que se da sobre el cierre del film.
Y en nombre del recuerdo y a propósito de una temática similar viene a la memoria, ya sobre el final de esta nota, el inolvidable film de Stanley Donen de mediados de los 60, Un camino para dos, con Autrey Hepburn y Albert Finney, en el que también, desde una situación inicial de una pareja que demuestra que ya no tiene nada que decirse, se va reconstruyendo en un fragmentado y atípico zigzag temporal el recorrido de un viaje sentimental.