El cine estadounidense ha hecho relatos políticamente correctos acerca de parejas en crisis, sin embargo Blue Valentine no parece ser uno de ellos; varios temas aparecen representados en la película -dudas acerca de la paternidad, falta de deseo hacia la pareja, desamor, etc.- sin una mirada edulcorada y sin posible resolución.
Dean y Cindy son un matrimonio de jóvenes padres, Cindy es una profesional con una carrera promisoria, Dean es un subempleado con tendencia al alcoholismo que entiende por el pináculo de la felicidad quedarse en su casa llevando a cabo las diversas tareas del hogar.
Aquellos roles que en décadas pasadas se hallaban bien definidos sufren una suerte de inversión en los últimos años; el mérito de Blue Valentine consiste en exponer que de ninguna manera la inversión se identifica con la igualdad, que el mandato social de la familia atómica burguesa a veces es la manera más eficiente de destruir el amor y por último que el amor de pareja es un producto humano y que como todo producto humano carece de la eternidad que culturalmente nos vemos inclinados a enaltecer.
Por último, es necesario destacar las actuaciones realistas, lúcidas, descarnadas de Ryan Gosling y Michelle Williams -nominada al Oscar por este papel-.