Cuando el amor se acaba para siempre
Con una excelente labor de Ryan Gosling y Michelle Williams, este drama intimista aborda los obstáculos que debe sortear el romance para sostenerse en el tiempo, la vida adulta de la pareja y cómo se construye una familia.
Dean (Ryan Gosling) y Cindy (Michelle Williams) se conocen y no pasa demasiado. Después Dean busca a Cindy y no la encuentra, hasta que se cruza con ella y hace lo posible por seducirla. Lo logra, se enamoran, hacen el amor, están siempre juntos, pero en el camino Cindy queda embarazada y deja en claro que la niña que va a nacer podría no ser de Dean. A él no le importa. Están enamorados y se casan. Se quieren, la niña crece, ella abandona la idea de ser médica y se convierte en enfermera, él sobrevive en trabajos poco calificados, no tiene ambiciones, le basta con tener una familia. Y pasan los años, pocos, los suficientes para que la pareja se agote y el amor se termine.
La ópera prima de Derek Cianfrance se extiende como un drama intimista sobre el amor, o mejor dicho, sobre los obstáculos que debe sortear para sostenerse en el tiempo, en donde tiene mucho que ver el ingreso a la vida adulta de la pareja y la necesidad de construir una familia propia.
Con una fuerte influencia de John Cassavetes (sobre todo con Faces, de 1968) o por caso de Una pareja perfecta (Nobuhiro Suwa, 2005), Blue Valentine: una historia de amor es una película de actores, donde todo el peso dramático se centra en el excelente trabajo de los protagonistas –por el que Williams estuvo nominada en los últimos premios Oscar y Gosling no, aunque lo merecía de sobra–, que con el correr del relato van desplegando un abanico de recursos que por sí solos valen la pena.
Pero además de una excelente dirección de actores, Cianfrance hace una cuidada puesta en escena, donde el montaje paralelo alterna la historia de un amor en construcción con el fin de la relación amorosa, con el telón de fondo angustiante y en progreso de hoteles de paso, asilos para ancianos y edificios grises.
Es cierto que hay unas cuantas escenas que parecen sacadas del imaginario cinematográfico indie estadounidense, con encuentros sexuales un poco por encima de la mojigatería del cine mainstream o momentos “únicos e irrepetibles” remarcados innecesariamente por la banda de sonido, pero en conjunto, Blue Valentine: una historia de amor es una buena película que se destaca por su honestidad, entre los films adocenados que cada semana fatigan la cartelera de estrenos.