Lecciones para romper el corazón más resistente
En una de las escenas más lindas y tristes de “Blue Valentine”, Dean (Ryan Gosling) canta y toca con un banjo un clásico de Mills Brothers, “You Always Hurt the One you Love” (siempre lastimas a la persona que amas). Mientras, Cindy (Michelle Williams) sonríe y baila la música al ritmo del tap.
La escena transcurre delante de la vidriera de un negocio que vende ropa para casamientos. Sin demasiados misterios, el plano secuencia, como buena parte de este filme rodado con ese recurso, funciona como un resumen de lo que será la vida de la pareja.
Con el fondo de la desazón que produce toda relación que no funciona como se esperaba, “Blue Valentine”, (triste San Valentín) cuestiona aquello que Hollywood casi siempre intenta demostrar: que son posibles los finales felices. Y lo hace sin golpes bajos.
La atmósfera del guión evoca el trabajo de algunos de los más singulares narradores estadounidenses que retrataron ese segmento de la sociedad blanca que está más cerca del fracaso que de cumplir el sueño americano, como Carson McCullers en “El corazón es un cazador solitario”, y Annie Proulx con sus criaturas grises del Medio Oeste. O la atmósfera un poco decadente que mostraba sobre ese mismo sector social “Lazos de sangre” (“Winter’s Bone”). El director Derek Cianfrance construye su segundo largometraje como un rompecabezas de brillante factura y final impecable. Aunque, como dicen los Mills Brothers, haya cosas que pueden romper el corazón más amable. Y resistente.