Boca de pozo
KEKENA CORVALÁN on 23 junio, 2014 at 15:50
Director de la más que interesante Tiempos menos modernos Simón Franco estrena su segunda pelicula que pudimos ver en el Festival de Pinamar en marzo de este año.
Además de compartir con su primer opus el trabajo del actor chileno Nicolás Saavedra, en ambas también hay una confrontación con formas de vida en contextos específicos que no son los remanidos paisajes urbanos del cine tradicional, y esto es para destacar en el cine de Franco.
En este caso se trata de una película también atractiva, que refiere aspectos de la vida de los trabajadores petroleros de la Patagonia argentina que desarrollan una dura labor en lo que se llama “boca de pozo”, que es el lugar de donde sale concretamente el petróleo. Esto es mostrado de manera minuciosa en la primera parte de la película, planteando casi un documental de observación, centrado en una actividad repetitiva, mecánica, pero que exige alta concentración en sus movimientos.
Luego, la película tiene otro momento, siempre a partir del hilo conductor del protagonista, Pablo Cedrón, que como siempre, realiza un trabajo muy gestual para componer este raro personaje, un hombre duro y escueto, pero a la vez sensible, plantado en un contexto duro y en el que, más allá de sus intenciones, no puede decidir, si accedemos a las claves de su vida de relación. Y lo interesante de este armado es la progresión que va realizando desde lo escueto del comienzo en cuanto a su vida hasta el develamiento de su vida, incluso ante sí mismo.
Aquí emerge otro registro, y la película entra en un tono dramático, con una historia densa de prácticas y códigos, y la cotidianeidad de este personaje se vuele un nudo complejo en su universo de relaciones familiares y amorosas, su relación con la droga, la paternidad, el hacerse cargo de su casa…
El contraste entre paisaje e industria, entre fuerza y pensamiento, entre trabajo e intimidad, entre consumo de bienes y sustancias y acción bruta contra la naturaleza, entre hombres y mujeres, atraviesa también este doble juego entre documento y drama. Boca de pozo habla de este lugar, de ese espacio intermedio, de esta vida amesetada, que podría ser metáfora patagónica por excelencia.