La nueva película de Simón Franco (Tiempos Menos Modernos) es un incompleto y a veces redundante retrato sobre la vida de un trabajador del petroleo.
Lucho (Pablo Cedrón), un trabajador del petróleo repartido entre la dura labor en el yacimiento y una vida incompleta en la ciudad, está hundido en una profunda angustia que lo encierra en un círculo vicioso del cual tratará salir.
Salir del pozo
A diferencia de lo que muchos de nosotros podríamos creer, la gente que trabaja en los pozos petroleros del sur de nuestro país (e imagino que en cualquier otra parte de Argentina también) gana una considerable suma de dinero todos los meses, suma que está directamente relacionada con el difícil estilo de vida que deben llevar. Esto provoca que, por ejemplo en Comodoro Rivadavia, los “petroleros” inevitablemente inflen la economía del lugar. La película se centra en Lucho, uno de estos hombres.
Boca de PozoLa cámara de Franco se mueve con total impunidad por la vida de Lucho, comenzando por sus días en el yacimiento junto a su joven compañero interpretado por el chileno Nicolas Saavedra. Estas escenas nos dejan en claro una cosa, la vida de Lucho está en ese pozo. Este trabajo requiere que los hombres pasen 15 días seguidos trabajando, para poder regresar los otros 15 días siguientes a la ciudad y pasarlos con su familia. Pero hay algo que simplemente no funciona para Lucho cuando es momento de volver a la ciudad. Sus matrimonio está en problemas y en lugar de enfrentarlos decide pasar sus días con otras mujeres, en el casino o consumiendo drogas. ¿Que es lo que creó este distanciamiento en Lucho? ¿Por que sus días mas felices los pasa en el pozo trabajando? Sin dudas son preguntas interesantes que uno se hace a lo largo del relato, pero Franco nunca nos entrega demasiadas respuestas.
En su lugar Franco nos entrega pequeños vistazos dentro de de la vida de Lucho. Vistazos a la vida de un hombre insatisfecho que, al igual que la película, nunca sabe para que lado agarrar. Como Lucho, Boca de Pozo es una de esas películas que se sienten un poco fuera de su tiempo. Si esta misma obra hubiera llegado a nuestras pantallas hace diez o quince años atrás, seguramente estemos hablando de un panorama completamente diferente. Pero ese no es el caso. La nueva obra de Simón Franco es algo que podríamos catalogar como parte del Nuevo Cine Argentino, que de nuevo ya no tiene demasiado. A su vez, y a pesar de una fantástica interpretación por parte de Pablo Cedrón, el relato está marcado por una gran cantidad momentos redundantes tanto para el personaje como para la historia. ¿Cuantas veces necesitamos ver a Lucho consumir cocaína, alcohol o pasar sus noches con una prostituta para darnos cuenta que no está del todo contento con su vida? La respuesta es no tantas como nos lo muestra la película. Sin dudas la angustia de Lucho está bien retratada, pero no sentí lo mismo cuando llegó la hora de la resolución.
Conclusión
Boca de Pozo es un bien intencionado e interpretado retrato sobre la vida de un trabajador del petroleo. Pero a pesar de los esfuerzos de su director y guionistas, el material no se siente lo suficientemente trabajado como para presentarlo como un largometraje. Si bien no creo que sea una mala película, terminé con la sensación de que me contaron más de lo que ya sabía sobre el personaje y menos de lo que realmente me interesaba sobre el.