No me iré sin mi hija. Virginia (Julieta Cardinali) maneja por el interior del país con su pequeña Rebeca (Fiorela Duranda). Aunque no sabemos bien hacia donde se dirigen, suponemos que lo están haciendo desde hace horas. En el medio de la nada -pero siempre cerca de un cementerio- el auto sufre un desperfecto técnico y deben detenerse a un costado del camino. Es sólo una rueda pinchada que Virginia se dispone a cambiar pero así, como si de la nada apareciera, recibe la ayuda del misterioso Masón (Rafael Ferro). Un encuentro un tanto fortuito y singular a pesar del alma caritativa del extraño, pero una vez que el auto es reparado simplemente se dan las gracias y cada uno sigue su camino. Cansadas y con hambre madre e hija se detienen en una estación de servicio en medio de la ruta, pero en un descuido de segundos la nena desaparece y Virginia entra en pánico. Junto con una maestra (Verónica Intile) que también acaba de perder misteriosamente a uno de sus alumnos, llegan a la conclusión de ambos fueron abducidos por un extraño en un camión que acaba de dejar la estación, por lo que Virginia se sube al auto y sin dudarlo se lanza a una persecución a toda velocidad. Cuando por fin logra acercase al camión y constatar que efectivamente su hija está secuestrada, se sale del camino y muere violentamente en un choque. Lo que bien podría ser el triste final de una macabra historia, es apenas el comienzo de una todavía más macabra. Un marcado quiebre en el film que incluso De la Vega nos señala con un cambio en el formato de la imagen. Masón revive a Virginia y le informa que ahora es parte de un juego diabólico controlado por un misterioso culto, y si quiere ver nuevamente sana y salva a su hija deberá competir contra otras madres con su mismo dilema. Y deberá ganar, cueste lo que cueste, aunque eso signifique hacer cosas que nunca imaginó. Pisando el acelerador: El cine argentino de género, pero en particular el de terror, vive una suerte de primavera o destape luego de muchos año de ausencia en la gran pantalla. Esta liberación -que comenzó con producciones independientes y hoy muchas cuentan con el apoyo del INCAA- hizo que los realizadores apuesten cada vez más fuerte a historias ambiciosas y arriesgadas. Sin ir más lejos, sólo este año vimos el estreno de Naturaleza Muerta, el primer slasher vegano de la historia, y la comedia de terror fantástica El Muerto Cuenta su Historia, películas impensadas dentro del panorama nacional hace apenas una década atrás. Cada estreno parece redoblar la apuesta del anterior y será muy difícil para quienes tengan que seguir los pasos de Ataúd Blanco, ya que lejos de conformarse con ser una simple historia de terror, con cultos siniestros y madres que regresan de ultratumba, agrega a su mezcla una rápida y furiosa pizca de road movie setentosa, lo que la transforma en algo pocas veces visto dentro de nuestro cine. Ataúd Blanco es una película que una vez que pisa el acelerador no se detiene hasta que los títulos están corriendo. Este juego diabólico obliga a Virginia -y al propio guión- a mantenerse en constante movimiento, por lo que aburrirse no es una opción. Persecuciones, decapitaciones, desmembramientos y sorpresas no aptas para corazones sensibles, son sólo algunos de los trucos que utiliza De la Vega para llevarnos hasta un inevitablemente cruel desenlace, ya que del grupo de tres mujeres que buscan a sus chicos (siendo Eleonora Wexler la tercera), sólo uno puede salir con vida. Quedarán algunas preguntas sin responder en el camino; con una duración apenas superior a 70 minutos uno deja la sala algo confundido pero a la vez con ganas de saber más. Sólo podemos adivinar si esta fue la intención de De la Vega y sus guionistas Adrian y Ramiro García Bogliano, pero me resulta inevitable pensar que, la historia y algunos personajes -en especial el de Rafael Ferro-, se hubieran beneficiado con algo de información extra. Conclusión: Ataud Blanco es una realización verdaderamente impecable desde lo técnico y atrevida desde lo narrativo. Un viaje sobrenatural al lado más oscuro del ser humano, contado con todos los elementos que hacen a una buena película de género.
Corazón Muerto es la nueva película de Mariano Cattaneo, quien el año pasado había presentado, también dentro del marco del BARS, el cortometraje La chica más rara del mundo. Corto que lo hizo acreedor del premio a mejor director. Pero más allá de todo galardón, la realidad es que cada nuevo proyecto implica barajar y volver a dar, y son muchas las cosas que pueden salir mal en el medio. Corazón Muerto es una película de terror clásico que se mezcla con elementos del thriller, el policial, el cine fantástico y hasta el drama. Su trama avanza con dos historias en paralelo que a primera vista parecieran no tener nada en común. Por un lado tenemos la historia de una pareja, ella un tanto celosa y con tendencias suicidas, y el un poco confundido y sin saber como dar por concluido el asunto. Por el otro lado la cosa no es tan dramática, al menos no en el marco de la cotidianidad de una pareja. Dos hombres secuestran a la hija de la empresaria Claudia Villegas. Lo que en un comienzo parece el crimen perfecto, prontamente toma un giro oscuro. Uno de los secuestradores llama a Villegas con intención de cobrar un rescate, pero se encuentra con que su hija está tocando el piano justo enfrente de sus ojos. A pesar de que toda lógica indica que la chica que tienen prisionera es efectivamente la hija de la empresaria, la realidad parece ser otra. Pero los problemas suceden cuando esa realidad se empieza a distorsionar y extraños hechos comienzan a ocurrir. Hechos que les harán desear nunca haber secuestrado a esa muchacha en primer lugar. Este no es el primer largometraje de Cattaneo pero si el primero que veo yo. Durante la edición número 11 del festival se había presentado Incidente, película que por cuestiones de horarios -problema común que me sucede año tras año- no pude ver. Estando familiarizado con sus cortos ya tenía una vaga idea de con lo que me iba a encontrar, pero debo admitir que el resultado final me tomó por sorpresa. Corazón Muerto no solo es una muy buena película de terror argentina. Es una muy buena película de terror y punto. Todo el relato está construido y avanza en base a dos misterios. El primero consiste en saber quien es la chica a la que realmente tienen secuestrada los criminales, y que pareciera ser la causante de los inexplicables hechos. El segundo, es mucho mas simple e instintivo, nosotros como espectadores nos preguntamos: !Que tiene que ver la historia de esta pareja con el secuestro de la hija de Villegas! Obviamente, Cattaneo nos da las respuestas solo en el momento indicado. Para ser una producción independiente hecha con mas ganas y esfuerzo que dinero, la realidad es que la película se ve y se escucha muy bien, demostrando el gran trabajo de post-producción que tiene detrás. Las actuaciones en lineas generales son más que correctas y en algunos casos hasta verdaderamente muy buena. El guión escrito por el propio Cattaneo en colaboración con Sergio Salgueiro es muy sólido y mantiene siempre un ritmo vertiginoso, la película se pasea por diferentes géneros con total naturalidad y siempre logra mantener nuestro interés. Cattaneo, ya en su rol de director, busca nuevas formas de asustar y construye buenos momentos de tensión, muchas veces en un solo plano fijo. Es durante los último minutos cuando la mezcla de géneros se vuelve más tajante y quizás algunos espectadores purista del terror quieran protestar. Pero es un cierre perfecto para una historia que nos mantuvo adivinando y que, si pusieron atención durante el relato y ataron algunos cabos sueltos, habrán visto venir de antemano (pero ese no es mi caso). Conclusión Corazón Muerto no solo se convirtió en mi favorita dentro de la Competencia Internacional del Buenos Aires Rojo Sangre, hasta el momento es mi película favorita dentro del festival. El nuevo largometraje de Cattaneo es quizás uno de los mejores ejemplos de cine de terror sobrenatural que van a encontrar hoy por hoy en nuestro país. Incluso con una mezcla de géneros que no siempre logra dar buenos resultados, la película es muy llevadera e interesante, y cuando sus escasos 80 minutos de metraje se dan por concluidos, uno se va con la sensación de que le acaban de contar una buena historia. Y eso mis amigos, en el cine, es un placer mayor.
Retomando proyectos. El año era 1999. El milenio estaba llegando a su fin y todos temíamos las consecuencias del Y2K. Mientras, una pequeña película independiente de apenas US$60 mil cambiaba para siempre el mundo del cine. El Proyecto Blair Witch había tomado por sorpresa a los espectadores del Festival de Sundance en Enero de aquel año, donde la ya desaparecida Artisan Entertainment se hizo con los derechos de distribución y pautó un estreno comercial en Estados Unidos para el mes de Julio (llegó en Diciembre a la Argentina). De esta forma nacía una de las más originales campañas de marketing de la historia, promocionando a este “material encontrado” como algo real. También fue la primera película en utilizar internet para atraer a los espectadores y creando ¿sin saberlo? lo que hoy todos conocemos como campaña viral. Con casi US$250 millones de recaudación en todo el mundo, una secuela era algo de esperar. Inmediatamente un año después llegó a los cines Book of Shadows: Blair Witch 2, que apenas recuperando su generoso presupuesto de US$15 millones, lapidó toda posibilidad de convertir a la Bruja de Blair en una franquicia rentable. Han pasado 17 años desde entonces, tiempo suficiente para que los espectadores olviden esa infame secuela. En el más absolutos de los secretos se filmó una tercera entrega que nos llega de la mano de una de las grandes promesas del terror de la actualidad: Adam Wingrad. Con You’re Next y The Guest, Wingrad es responsable de algunas de las mejores y más innovadoras películas del género de los últimos tiempos, por lo que naturalmente tenerlo al frente de una nueva Blair Witch es, como mínimo, esperanzador. Pero aquel sentimiento comienza a extinguirse poco a poco una vez que el film se pone en marcha. Así tan pronto como se establece la trama caemos en la cuenta de que estos personajes pueden no ser muy interesantes de acompañar en su búsqueda. Y aunque obviamente en una película de terror el 90% de ellos son desechables, todavía debemos soportarlos por 80 minutos más. Pero igual seguimos aferrados a ese sentimiento, creyendo que en algún momento algo va a suceder y transformará el opus de Wingrad en aquella película que tanto ansiamos y que el avance, con frases como “una experiencia cinematográfica terrorífica” o “una de las mejores películas de terror jamás filmadas”, nos prometía. Desgraciadamente, no será ni una ni la otra. La Blair Witch de Wingrad retoma el formato found-footage que se dejó de lado en la secuela y vuelve a incorporar aquellos elementos que transformaron a la cinta original en una de las más copiadas, imitadas y hasta parodiadas de todos los tiempos. De hecho, es tan parecida a la primera película que podríamos decir que es una remake encubierta. Y como toda remake, está adecuada a los tiempos que corren. Nuevamente unos adolescentes se pierden en el bosque. Esta vez con la excusa de encontrar a Heather, la hermana de de James y protagonista de la película original, que desapareció cuando él tenía sólo cuatro años. Tres amigos lo acompañan en este viaje y una de ellas decide filmar un documental sobre la búsqueda, por lo que contarán con una gran cantidad de cámaras portátiles, teléfonos celulares, gps y hasta un dron. Más adelante se sumará una pareja de rednecks locales, quienes dicen conocer los bosques a la perfección y que servirán como guías, mientras alimentan al grupo con todas las leyendas de la zona. Algo que El Proyecto Blair Witch hacía a la perfección era crear climas y sugerir en lugar de mostrar. La mitad de la película sucedía en la cabeza del espectador, en muchos casos con un efecto residual. Nunca veíamos nada, sin embargo asustaba. La película aprovechaba al máximo el lenguaje audiovisual, con un inteligente uso del sonido que se combinaba con una cámara que nunca dejaba de temblar. Era simple, efectiva y verdaderamente aterradora. Ahora, todo lo que dije sobre la película original no se aplica para esta nueva versión . Primero debemos soportar una buena cantidad de minutos acompañado a este grupo de amigos que no tiene nada interesante para decir u ofrecer. Cuando por fin llegan a destino y la trama se empieza a desenvolver, daría la sensación que Wingrad no tuviera intención alguna de crear climas. De un momento a otro los personajes salen corriendo y gritando por el bosque y nunca entendemos bien por qué o de que. O peor aún, cada vez que Wingrad pareciera empezar a construir una escena que podría llegar a algún lado, es arruinada por el típico jump scare o golpe de efecto, que para hacer las cosas todavía peor, se da por alguno de los jóvenes tomando por sorpresa a otro. Ya en el último tramo la película se desarrolla casi de la misma manera que en la original, con algunas reformulaciones y mostrando todo lo que siempre fue sugerido. Pero a pesar de todo eso es el único momento en que la película mantiene el ritmo y logra ser lo más cercano a efectiva. Probablemente lo más interesante que tiene para ofrecer esta nueva entrega de Blair Witch es su intento de crear un universo propio. Wingard y su guionista Simon Barrett expanden la mitología de la bruja pero sobre todo del bosque en que habita, convirtiéndolo en una suerte dimensión desconocida con paradoja temporal incluida. Es una lástima que nunca queden del todo claras las reglas de este nuevo universo y sean poco consistentes, pero sin dudas son las ideas más frescas y originales que podemos encontrar en la película. Conclusión: Blair Witch no es una mala película, en especial teniendo en cuenta lo flojos y perezosos que se volvieron los found-footage desde el lanzamiento de la original. El problema es que no busca despegarse mucho de esos tampoco, y no deja de ser un esfuerzo mediocre y plagado de lugar comunes que terminan por ganarle la pulseada a las pocas buenas ideas que tiene para ofrecer. Pero es sobre todo una mayor decepción al llegar con el sello de Adam Wingard, que se perfilaba como una de las grandes promesas del género. Obviamente, no dejará de serlo por una sola película que no funciona de la forma esperada, pero sin dudas este es un paso en la dirección equivocada.
El uruguayo Fede Álvarez (lee nuestra entrevista exclusiva ACÁ) sorprendió a todos con su brutal visión de Evil Dead, remake del clásico de Sam Raimi, que en un principio parecía una locura volver a filmar. Aquella fue su ópera prima. Álvarez pasó de hacer un corto en su Montevideo natal a trabajar en Hollywood sin escalas. El director salió bien parado de un desafío enorme como fue escribir y dirigir la reimaginación de una de las películas de terror más queridas de la historia, y decidió que la mejor forma de continuar su carrera era filmando nuevamente un guión de horror propio, esta vez basado en una idea original que desarrolló junto a su compañero de siempre Rodo Sayagues. En No Respires un hombre mayor de edad y no vidente se transforma en la víctima perfecta de un grupo de ladrones, que ve en él la oportunidad de hacer algo dinero fácil. El plan es entrar a su casa por la noche mientras está durmiendo, y robar una indemnización que cobró hace años por la muerte de su hija en un accidente de tránsito. No es un golpe del que todos estén precisamente orgullosos -después de todo la víctima es un sexagenario ciego que perdió a su hija-, pero el miserable presente que llevan en una empobrecida ciudad de Detroit parece ser razón suficiente para realizar este último atraco, usar el dinero para mudarse a California y empezar de cero una nueva vida. Al llegar a la casa la seguridad es mucho mayor de la que esperan, rejas cubren las ventanas y las puertas cuentan con candados y cerraduras imposibles de forzar. De todas maneras logran entrar y la búsqueda por el dinero comienza, y a pesar de que tomaron todas las precauciones para que esta visita indeseada pase desapercibida, el ciego se despierta. ¿Tres jóvenes contra un hombre mayor y aparte ciego? En otro caso esto podría no representar problema alguno, pero resulta que el hombre es también un militar retirado de primera categoría que perdió la visión en cumplimiento de su deber. En un abrir y cerrar de ojos el grupo de ladrones cae en la conclusión de que subestimaron completamente a su víctima, y la única salida es escapar de la casa haciendo el menor ruido posible. Por desgracia descubren que salir será más difícil de lo que fue entrar, y que quizás todas esas barras en las ventanas y candados en las puertas estén ahí por alguna razón más que resguardar el dinero. El enemigo en (su) casa: Resulta increíble pensar que esta sea tan solo la segunda película de Alvarez, ya que encontramos un director en plena forma, como si llevara haciendo esto desde hace años. No sólo hay grandes ideas visuales -con las que suelen engolosinarse los directores que recién comienzan olvidándose así de la historia- hay también un manejo del suspenso que difícilmente se suela ver fuera de directores maduros y con experiencia en el género. E incluso teniendo espacio para el humor (del más negro que puedan imaginar), la película no deja de ser una experiencia absolutamente terrorífica y desesperante. En el sub-género de películas “home invasion” o “invasión al hogar” la amenaza suele venir de afuera para alterar el status quo de las cosas, generalmente de una familia, amantes o grupo de amigos. Ejemplos sobran: Los Extraños, La Noche de la Expiación, Funny Games, Horas Desesperadas, Panic Room y muchas más. Pero no son demasiadas las que le han aplicado una vuelta de tuercas a ese género. Recientemente tuvimos You’re Next, de Adam Wingard, o más atrás en el tiempo La Gente Detrás de las Paredes del eterno Wes Craven. No Respires entra más en esta segunda categoría. Es una película donde casi nada es lo que parece. Donde la situación dentro de la casa es peor a la que los llevó hasta allí en primer lugar. Donde se invierten constantemente los roles en un mortal juego del gato y el ratón. Donde la linea que divide a los buenos de los malos es tan fina que por momentos se vuelve borrosa y hasta desaparece. Esto es algo que se logra por obra y gracia de un guión inteligente, repleto de giros y sorpresas, en la que todos los personajes importan y hay espacio para su desarrollo. Ya sea los ladrones o el ciego que los irá eliminando uno a uno, Álvarez y Sayagues nos dan razones suficientes para sufrir junto a ellos. Se vuelve sencillo simpatizar con cualquiera, llegando al punto de desear una resolución en la que ambas partes puedan llegar a un acuerdo pacífico (que obviamente por el bien de la película, nunca va a suceder). Conclusión: No Respires es una película ágil y bien filmada. Es al mismo tiempo una experiencia asfixiante y angustiosa, que nos recuerda que a veces el ser humano puede ser el peor monstruo de todos. Stephen Lang en el rol del ciego es una verdadera revelación, encontrando a los 64 años el mejor papel de toda su carrera.
Desde que Steven Spielberg sorprendió a propios y extraños con Tiburón -una cinta clase b que se convertiría en el primer blockbuster de la historia e incluso lograría una nominación al Oscar como Mejor Película- los escualos se convirtieron en los villanos favoritos de todos los cineastas con intenciones de aventurarse a las profundidades del océano. Desde películas de animación como Buscando a Nemo, acción y ciencia ficción como Alerta en lo Profundo, o hasta films de corte independiente como Mar Abierto, los tiburones le han dado al cine una buena cuota de entretenimiento que no se limita a un sólo género. Pero Miedo Profundo, del siempre confiable Jaume Collet-Serra (Non-Stop, La Huérfana), llega para confirmar que el que mejor le sienta a los escualos, es el de terror, o para ser más específicos aún, el sub-género conocido como man vs. nature (humano vs. naturaleza). Vamos a necesitar una roca más grande: Miedo ProfundoLa premisa de Miedo Profundo es tan simple y efectiva como su ejecución. Nancy (Blake Lively), se dispone a pasar un tranquilo día de playa en algún paradisíaco y asilado lugar de la riviera mexicana. Pero esta no es una vacación más. Su madre acaba de perder su lucha contra el cáncer y esta playa simboliza algo importante en su relación, ya que ella se encontraba allí surfeando al enterarse de que estaba embarazada . El día se desarrolla como cualquier otro entre el sol, la arena y las olas. Pero el caer de la tarde encuentra a Nancy sola en el medio del mar, y sin saberlo invade la zona de alimentación de un gigantesco y feroz tiburón blanco. Apenas logra escapar con vida de un primer ataque y queda varada sobre una gran roca lejos de la costa. Herida y con las horas contadas hasta que suba la marea y vuelva a quedar expuesta en el medio del océano, Nancy contará sólo con su voluntad e instinto de supervivencia para salir con vida. Como un publicidad de Rip Curl o GoPro que lentamente se convierte en una pesadilla, el español Collet-Serra usa todos los trucos posibles para entregarnos una de las experiencias más intensas del año. Muy a pesar de estar haciendo una película de terror, con un tiburón de por medio, y no poder mostrar más de lo que una calificación de “para mayores de 13 años” le permite. Por lo que el fuera de campo se vuelve una herramienta fundamental, con la que se divierte y juega con el espectador, pero dosificada y sin abusar, mostrando lo justo y necesario para que nuestra imaginación se encargue del resto. Y si todo en Miedo Profundo funciona como es debido, es también gracias una a la gran labor de Blake Lively, quien, aparte del tiburón, es la protagonista absoluta de esta historia. A la ex Gossip Girl le basta un solo plano para lograr la mejor actuación de toda su carrera. Serra, ya sea por necesidad o por habilidad, hace todo lo contrario a lo que la mayoría de los directores harían. En una escena en particular, cuando el tiburón ataca a un hombre que intenta regresar nadando a la costa, apuesta por el fuera de campo y nos muestra el terror a través de los ojos de su actriz, quien es capaz de sostener un extenso primero plano y transmitir el horror tan sólo con su mirada. Uno de los momentos más potentes de la película y todo gracias a Lively. Conclusión: Un guión adecuado, una dirección inteligente y una intensa interpretación de Blake Lively son suficientes para hacer de Miedo Profundo una de las mejores propuestas de género que veremos este año.
Encerrados afuera. El primer pensamiento que se me vino a la cabeza una vez concluida La Cabaña del Miedo es: ¿por qué?. ¿Por qué hacer una remake de una película que apenas tiene 14 años? ¿Por qué hacer una remake de una película que, incluso con sus aciertos, apenas podemos catalogar como de culto? ¿Por qué hacer una remake manteniendo el mismo guión que se usó hace tan sólo una década? ¿Por qué hacer una remake, con todo el trabajo que implica filmar una película, si ni siquiera se intenta elevar el material por sobre original?. ¿Por qué?. Una y otra vez ¿por qué?. La Cabaña del MiedoLa historia detrás de La Cabaña del Miedo es muy simple: unos jóvenes universitarios llegan hasta un remoto aposento en el bosque para divertirse teniendo sexo y bebiendo alcohol sin supervisión alguna de los mayores. Mientras, entre los habitantes de la zona, comienza a expandirse el brote de un letal virus que se alimenta de la carne humana y literalmente te come vivo. El aislamiento, lo desconocido y la paranoia de quién está contagiado y quién no, hace que el grupo se vuelva entre sí, mientras se meten en problemas con la policía y unos rednecks locales. Cuando Gus Van Sant filmó su infame remake de Psicosis allá por el año 1998, lo hizo principalmente como un experimento. Universal no pensaba frenar sus planes de filmar una nueva versión con o sin Van Sant, y es entonces cuando el director vio allí la oportunidad de hacer algo que nunca nadie había hecho hasta entonces: filmar exactamente la misma película, cuadro por cuadro, usando el mismo guión, la misma música, pero con un elenco diferente, demostrando así que no existe una formula mágica a la hora de filmar y el resultado será diferente, de acuerdo la impronta, sensibilidad y talento de cada director. Uno podría pensar que La Cabaña del Miedo es un experimento similar. Pero en lugar de estar a cargo del prestigioso Gus Van Sant, nos llega de la mano de un tal Travis Z, un hombre que evidentemente ni siquiera quiere asociar su apellido a esta monstruosidad, o es demasiado cool para tener uno. La cuestión es que si Travis Z quería hacer su propio experimento, llegó 18 años tarde. Sería ilógico culpar al guión de la película por todos sus problemas, ya que Eli Roth utilizó exactamente el mismo libreto para su versión de Cabin Fever en el 2002 (aquí no pasó por los cines y se la conoció como Fiebre en la Cabaña) y el resultado fue bastante diferente. La de Roth no será una obra maestra, pero contaba su historia de forma ágil, divertida, con altas dosis de hemoglobina y con un gran trabajo de efectos prácticos de maquillaje. Aparte, llegó en un momento donde el cine de terror venía perdiendo el envión que logró con Scream en 1996, con la mayoría de los estrenos de las grandes productoras intentando copiar al clásico de Wes Craven. Así, financiada con apenas un millón de dolares y de forma independiente, Cabin Fever logró hacer treinta veces su presupuesto en la taquilla mundial. Puso a Eli Roth en el mapa y abrió las puertas de Hollywood a otras producciones de horror de bajos recursos, que comenzaron a ser adquiridas y estrenadas por las grandes compañías. A pesar de usar el mismo guión original que Roth, y de que en lineas generales es exactamente la misma película -por momentos hasta plano por plano- Z decide no incluir muchos de los elementos cómicos de la cinta original. Sin embargo a lo largo del metraje continúan apareciendo personajes que funcionaban como comic relief (el stoner o el policía), pero esta vez despojados de cualquier tipo de comedia e interpretados por gente que se siente fuera de lugar, por lo que se terminan quedando en la mitad entre innecesarios e insoportables. Pero si de insoportables hablamos nada se compara con el quinteto de protagonistas. Todos jóvenes desechables sin ningún rasgo distintivo o alguna cualidad que los vuelva mínimamente interesante. Hasta podríamos cambiar a los actores de personaje y daría lo mismo. Es tanto el desagrado que llegamos a sentir por ellos, que ni siquiera nos interesa si viven o mueren. De hecho, quien prefería contagiarse del virus come carne para terminar con este suplicio es el propio espectador. !Lo que sea con tal de dejar de ver esta pobre excusa de película! Lo mejor que tiene para ofrecer La Cabaña del Miedo es todo lo relacionado al gore, sangre y efectos de maquillaje. Nada revolucionario ni muy diferente a lo visto en la película original, pero junto con la partitura musical a cargo de Kevin Riepl (quien aparentemente estuvo viendo demasiado El Resplandor) son de las pocas cosas que funcionan. Conclusión: La Cabaña del Miedo es innecesaria. Es también una total y completa perdida de tiempo. Nos violenta a tal punto que nos gustaría poder meternos en la película para matar con nuestras propias manos a los protagonistas y así poder seguir con nuestras vidas. No sólo creo que estamos frente a la peor película del año, tampoco dudo que estamos frente a la peor remake de la historia del cine.
Encuentros (demasiado) cercanos Tuvimos veinte años para prepararnos. La señales estaban ahí. El regreso era inminente. Desde su estreno en 1996, Día de la Independencia amagaba con una secuela que siempre estuvo al borde de la realización pero, según su director, nunca apareció el guión indicado. En esas dos décadas el mundo cambió y también lo hizo el cine. Al momento de su estreno, la película de Roland Emmerich fue revolucionaria y elevó la vara para todas las superproducciones que vinieron después. Spielberg dijo que Día de la Independencia sería la película más imitada incluso hasta treinta años después de su estreno y no se equivocó. La destrucción de ciudades a gran escala con invasiones de todo tipo se multiplicó en el cine pochoclero de forma exponencial, e incluso Emmerich regresó en varias oportunidades a “demostrar como se hace” con resultados bastante satisfactorios como fueron El Día Después de Mañana y 2012. Si bien en Día de la Independencia había muchos elementos de acción y ciencia ficción, predominaba el cine catástrofe. El gran atractivo era ver a las ciudades de Los Ángeles o Nueva York sucumbir ante el poder de las armas alienigenes de destrucción masiva, o ver a La Casa Blanca volar por los aires. Emmerich lo sabía e incluso gran parte de la promoción se hizo al rededor de esas pocas imágenes. Pero como dijimos, los tiempos cambiaron. Hoy todos los años tenemos una película donde alguna ciudad mundo es reducida a polvo, y si Día de la Independencia: Contraataque quiere sobresalir tendrá que buscar otra manera. Así como pasó con las sagas de Rocky y Star Wars con Creed y Episodio VII, y se intentó vanamente con Duro de Matar, está secuela de Día de la Independencia funciona no sólo como una continuación, tambien como un paso de antorcha a una generación más joven. Aunque cuenta con el regreso de algunos viejos conocidos como Jeff Goldblum, Bill Pullman y Brent Spiner, y todos ellos tienen su espacio para lucirse, la columna vertebral de esta historia reside en los personajes de Liam Hemsworth, Jessie T. Usher y Maika Monroe. Un cambio que si bien la acerca más a aquellas sagas apuntadas a los jóvenes adultos (hoy por hoy la demografía favorita de Hollywood), le da también algo de aire fresco a la historia y le permite sentar las bases para potenciales continuaciones. Día de la Independencia: Contraataque es una expansión del universo creado para la primera película, que nunca se había explorado en más allá de un puñado de escenas. Fueron veinte años en que la humanidad tuvo a su alcance toda la tecnología dejada atrás por los extraterrestres, así como también algún que otro ejemplar vivo, y naturalmente tuvimos la oportunidad de aprender mucho sobre ellos. La mitología de los alien se trabaja más a fondo y, aunque la acción y la destrucción está a la orden del día, es la ciencia ficción el género que predomina en esta historia. Más allá de algún que otro bache en el guión, diálogos donde se pone en evidencia el tipo del público al que apunta, y situaciones de patriotismo extremo que difícilmente nos tomarán por sorpresa, Día de la Independencia: Contraataque es el típico blockbuster al que nos tiene acostumbrados Roland Emmerich. Esto quiere decir que a pesar de todos sus falencias argumentales, hay un criterio y buen ojo a la hora de poner la cámara y filmar una invasión extraterrestre a gran escala. Conclusión Hay algo de cambio de rumbo en Día de la Independencia: Contraataque y me hace imaginar que no todos estarán contentos con el camino que decidió tomar Emmerich. Sin embargo, funciona a la hora de mantener viva una película que hace veinte años viene siendo imitada, y que inevitablemente necesitaba reinventarse de alguna manera para sobrevivir.
No la dejes ir, no la dejes ir Violetta está cansada de tener que lidiar con la fama. Las giras son largas, la prensa no la deja en paz y para colmo está lejos de su novio León, quien se encuentra en Los Ángeles filmando un videoclip. Recién llegada a la Argentina recibe el falso rumor de que su chico la está engañando, mientras que al mismo tiempo debe cumplir obligaciones contractuales y empezar con las grabaciones de su próximo álbum. Bloqueada y emocionalmente devastada, decide hacer las valijas y partir hacia una residencia para artistas en una paradisíaca isla del mediterráneo. Allí volverá a enamorarse y dará rienda suelta a toda su creatividad, pero también irá descubriendo algunos secretos de su pasado que la harán repensar lo que quiere para su carrera. Tini, el gran cambio de Violetta es una película hecha con el simple propósito de despedir al famoso personaje de la luz pública, y recordarnos que de ahora en más Violetta es Tini. ¿Entendieron? No le digan más Violetta, ya no se llama así, de ahora en adelante se refieren a ella como Tini (o Timi, si nos ponemos estrictos con la caligrafía del poster). El propósito de la película nunca se esconde, al contrario, está todo tiempo ahí en nuestras narices. Algunos artistas como P. Diddy (después Puff Daddy) emiten sólo un comunicado a la prensa, Violetta filma su propia película. La cosa podría haber terminado ahí, haciendo algo de compromiso y con el único objetivo de cobrar algunos rápidos billetes. Y aunque obviamente las motivaciones económicas son las principales detrás de productos como estos, en Tini, el gran cambio de Violetta hay un genuino interés de Stoessel y su director Juan Pablo Buscarini, de despedir a la personaje de la forma más honesta posible. Esto no significa que la película basada en la exitosísima serie de Disney Channel rompa con todo lo preestablecido en lo que a ídolos-teens-en-la-gran-pantalla respecta. No tiene mucho para ofrecer, el guión se toma algunas licencias y su historia bien podría estar basada en cualquier novela de Nicolas Spark que tomemos de una biblioteca. Pero debería ser suficiente como para dejar contento al público para el que fue pensada y, en el camino, no matar de aburrimiento a quienes les toque verla por otro motivo. Quizás lo que más llame la atención son los altos valores de producción que tiene la película. Aunque nunca se siente como algo más que un film original de Disney Channel, definitivamente no se ve como uno de esos. Buscarini se da algunos lujos técnicos y le saca el mejor provecho posible a su generoso presupuesto, proveniente en su totalidad de capitales extranjeros. Conclusión Tini, el gran cambio de Violetta es un film que termina resultando algo más que la suma de sus partes. Es un lío simpático. Una historia de amor de manual, hecha para el lucimiento de su actriz principal y que sirve como despedida de un personaje que traspasó fronteras. Nunca pierde tiempo intentando ocultar lo que es, y sólo se preocupa por entregarle a sus fanáticos el adiós que merecen.
Mente propia, sentimiento ajenos Desde que Liam Neeson sorprendió a propios y extraños con su interpretación de Bryan Mills en la saga Taken, los héroes de acción tardíos se han vuelto tan populares como redituables. Actores de la talla de Sean Penn en The Gunman o Denzel Washington en El Justiciero, han sabido cargarse a ejércitos enteros, incluso en ocasiones simplemente a puñetazo limpio o con armas improvisadas. Kevin Costner ya había formado parte de este selecto grupo de estrellas maduras que, gracias a sus años de experiencia, se vuelven asesinos implacables (aparentemente una palabra obligada en títulos de esta índole). Lo hizo con su participación en la fallida 3 Días para Matar, film que como la mayoría de este ¿sub-género? salió de la mente de Luc Besson. Si nos dejamos guiar por el avance y el nombre que eligió la distribuidora para su estreno en Argentina, Mente Implacable (Criminal en su idioma original) podría ser uno más en esta creciente lista de películas. Pero sería un error creer eso. Bajo la dirección de Ariel Vromen (The Iceman), Mente Implacable termina siendo un entretenido thriller con buenas dosis de acción y espionaje y con un anti-héroe al frente que, en manos de Coster, resulta un personaje sumamente atractivo y original que no podría estar más alejado de los convencionalismos a los que nos venía acostumbrando el género. Cuando conocemos a Jericho no hay ni una pizca de nobleza en él. Es un criminal condenado que, debido a un fuerte golpe en la cabeza cuando era un infante, creció sin la capacidad de reconocer emociones básicas como el odio, el amor o la compasión. Esto lo vuelve el candidato perfecto para probar una nueva técnica médica desarrollada por el Dr. Franks, que permite el traspaso de recuerdos de una mente a otra. Cuando el agente Bill Pope es asesinado cumpliendo su deber y deja este mundo con un valiosa información en su cerebro, el gobierno obliga a Franks a probar su técnica por primera vez en un ser humano y así, Jericho termina con los recuerdos de Pope en su cabeza. Pero al estar todavía en una etapa experimental, nadie sabe bien como funciona todo esto. En un principio la operación parece haber sido un fracaso, y mientras Jericho es transportado de nuevo a prisión logra escapar y se vuelve un peligroso fugitivo. Su motivación será encontrar unos $10 millones de dólares que Pope había escondido y desaparecer para siempre, pero pronto se verá peleando contra dos bandos opuestos que quieren la información alojada en su cabeza, y también contra su propia voluntad. Poco a poco los recuerdos de Pope comienzan a salir a flote, y no sólo los que guardan el secreto para prevenir el fin de la civilización tal como la conocemos, sino también todos los que involucran a su esposa e hija. Recuerdos que despiertan en Jericho sentimientos que nunca antes había experimentado y lo harán ir en rescate de una familia que nunca tuvo en primer lugar. Mente Implacable es una película que funciona para el lucimiento de su actor principal. El de Jericho es un papel que se parece a ningún otro en la carrera de Kevin Costner. Es un anti-héroe que, en un primer momento, no busca más que la satisfacción personal. No hay hija secuestrada ni le importa los planes del villano de turno para destruir al mundo, sólo quiere un dinero que ni siquiera le corresponde. Y hasta que la conciencia de Pope empieza a hacer de las suyas, irá por la vida rompiendo códigos sociales y los huesos de cuanto inocente tenga la mala suerte de cruzarse en su camino. De esta manera es Costner quien tiene el personaje más atractivo y el único con un mínimo de complejidad y desarrollo. Si bien es algo que a primera vista podría resultar un problema, Vromen sabiamente decide nunca centrarse en otros personajes más que lo justo y necesario. Obviamente ayuda -y mucho- que los personajes secundarios estén a cargo de actores como Gary Oldman, Tommy Lee Jones, Ryan Reynolds y hasta la Wonder Woman Gal Gadot, quienes le aportan algo de peso a papeles unidimensionales que no son más que peones en el juego de Jericho. Conclusión Más un thriller de espionaje internacional que un film de acción, Mente Implacable es principalmente un claro recordatorio de por qué Kevin Costner solía ser una de las estrellas más importantes de Hollywood durante los 80 y 90. Si bien no se aleja demasiado de otras propuestas similares, hace mérito suficiente con su colección de talentosos intérpretes en su elenco secundario y presentando un anti-héroe atractivo e interesante, aplicándole así una vuelta de tuerca original, a una fórmula sobreexplotada en los últimos años.
El sueño del pibe Jessie (Kate Bosworth) y Mark (Thomas Jane) son una pareja que está atravesando uno de los momentos más difíciles que le puede tocar a cualquier ser humano: la perdida de un hijo. Llevan el dolor de diferente manera, Mark lo interioriza mientras Jessie asiste a grupos de ayuda. Pero ambos coinciden en que la mejor forma de avanzar es adoptando a un chico, alguien a quien darle todo el afecto y cariño del que tan rápidamente fueron privados. Cody (Jacob Tremblay) es un jóvencito algo tímido, curioso y muy inteligente, que se adapta rápidamente a su nueva familia, devolvíéndole a sus padres del corazón una razón por la cual vivir. Cody tiene un don muy especial: todo lo que sueña mientras duerme se convierte en realidad, pero desaparece al momento de despertarse. En un comienzo Mark, pero especialmente Jessie, usan esto a su favor para poder ver nuevamente a su hijo, aunque sea sólo por unos pocos minutos. Los problemas llegan cuando los sueños de Cody se vuelve cada vez más oscuros y hace su aparición el Canker Man, la extraña criatura que habita en sus pesadillas. Somnia: Antes de Despertar es la tercera película de Mike Flanagan en pasar por los cines de Argentina. Luego de Ausencia y Oculus, el director está de regreso con un film de terror maduro y original, nuevamente con personajes atravesando un duelo que todavía no logran superar y apostando a la creación de climas y tensión en lugar del susto barato que sólo sirve como golpe de efecto para que algunos revoleen los pochoclos por el aire y tengan que salir corriendo al candy bar a comprar más. Flanagan nos plantea un mundo de fantasía que lentamente comienza a virar hacia el horror. Durante los primeros minutos lo fantástico se entremezcla con el drama, recordando en gran medida a la clásica cinta de finales de los ochenta Paperhouse a cargo de Bernard Rose (Candyman). Los sueños de Cody son coloridos y llenos de mariposas, por las cuales tiene una suerte de obsesión. Pero a medida que Jessie comienza intencionalmente a mostrarle imágenes y videos de su difunto hijo para inducir sus sueños, estos se vuelven cada vez turbios. Cuando finalmente entra en escena el Canker Man la historia se vuelca al terror más puro, en sintonía con Pesadilla de Wes Craven y con un boogeyman que tiene algún que otro punto de contacto con el querido Freddy Krueger. Pero aunque Flanagan toma elementos de las películas mencionadas previamente y de otras que usaron a los sueños como excusas para explorar las penas y miedos más profundos del ser humano, Somnia: Antes de Despertar nunca se siente como una mera copia u homenaje. Por el contrario, está repleta de buenas ideas visuales que van desde el diseño del Canker Man hasta la utilización de las sombras y espacios vacíos a su favor (recomendación: verla en la mejor pantalla posible). Y también gracias al preciso desarrollo de su historia y en especial de sus personajes, no caben dudas que estamos frente a una de las mejores propuestas de horror del año. Kate Bosworth hace un buen trabajo como una madre en duelo que utiliza el don de su hijo para su propio favor, un personaje complejo y con dimensión que rara vez podemos encontrar dentro de un género que -equivocadamente- no suele prestar demasiada atención al desarrollo de sus personajes. No sucede lo mismo con Thomas Jane, quien más allá de algunas pocas escenas de peso está desaprovechado en el rol de esposo de…, algo que tampoco llega a molestar ya el eje de la historia pasa por la relación madre/hijo. Y hablando de hijo, el pequeño Jacob Tremblay vuelve a dejar en claro su talento y demuestra que la excelente labor conseguida en La Habitación no fue ninguna casualidad. Conclusión Somnia: Antes de Despertar es una más que efectiva película de terror, con una propuesta visual interesante, personajes que se sienten reales y que no teme en agregar algo de drama y fantasía a su historia. Flanagan ya dejó de ser una promesa y con cada estreno se consolida como un director de visión obligatoria para los fanáticos del género. Y ya que difícilmente vaya a pasar por los cines de Argentina, aprovecho la oportunidad para recomendar Hush. El último film de Flanagan (y primero sin seres sobrenaturales) que fue estrenado en forma exclusiva via Netflix.