CONTRATIEMPOS DE UN DESARROLLO DEFECTUOSO
Boda negra ingresa dentro del subgénero del terror paranormal para relatar la historia de una joven que hace un trato con un espíritu perverso, con el objetivo de recuperar a su novio, quien la ha abandonado por otra mujer. Mientras que muchas películas optan por relativizar su pertenencia a ciertos géneros mediante muecas de autoconsciencia (con mayor o menor grado de éxito, más lo segundo que lo primero), el director Svyatoslav Podgaevskiy opta por un uso sincero de los recursos de este tipo de producciones, despojado de ironías u otros gestos posmodernos. En este sentido, el relato que se cuenta es modesto, llano. Sin embargo, lo cierto es que no por nada muchos largometrajes echan mano de algún tipo de distanciamiento a la hora de diferenciarse de otros de temática similar; en algún punto, funciona acá una lógica de competencia de mercado. Lo que quiero decir es que, si la búsqueda de sobresalir no se realiza por el acto (muchas veces cobarde) de la autoconsciencia, se necesitan otras virtudes, casi siempre más difíciles de lograr, que hagan memorable a una obra.
Desde el inicio, la propuesta estética de la película de Podgaevskiy resulta correcta. La fotografía está cuidada, y se presentan de vez en cuando algunos planos que logran transmitir el mood and look tan importante en la construcción de las atmósferas que definen el género. A esta lista de aciertos se suma un diseño de producción nucleado en una serie de conceptos que articulan una interesante representación visual de las fuerzas antagonistas que acosan a la protagonista. Lo que hace falta para terminar de construir un relato atrapante es una historia capaz de albergar buenos personajes (el sentido común nos dice que en estos largometrajes, o bien debemos ser capaces de proyectarnos en ellos o sentir empatía por ellos, para que su terror se vuelva nuestro) y organizar los acontecimientos de forma satisfactoria.
Y es precisamente en este aspecto en el que Boda negra no se encuentra a la altura. Su guion, que posee un inicio y un desenlace correctos, se pierde de forma notable en el medio. Sabe de dónde parte y a dónde quiere llegar, pero no qué hacer con los personajes mientras tanto. Esto es un problema importante cuando notamos que, en gran parte de la película, la protagonista ha ido de aquí para allá y sus motivaciones no se han comunicado con suficiente convicción, que algunos climas se han generado exitosamente pero se han disuelto sin mayor efecto narrativo y que ciertos subplots inconsecuentes con la trama se han apropiado de la pantalla varias veces. Lo que no puedo dejar de pensar es en la posibilidad de que el montaje haya tenido algo de culpa en esta pérdida del rumbo y de la intensidad narrativa. Sea como sea, la sensación que queda al finalizar la película es esa frustración que resulta de ver algo que podría haber sido mejor. Los elementos para construir una narración simple pero satisfactoria están ahí, solo que hay algo en la estructura que hace que todo caiga.