Al día de hoy persiste el debate sobre si el cine debe ser reflexión, entretenimiento o ambas. Si bien la respuesta varía dependiendo de cada espectador, una cosa es clara: una película debe ser, por lo menos, lo que promete el trailer. Si lo que se promete es una película entretenida, y no más, ¿para qué se le va a echar en culpa el no reflexionar cuando esa no es su búsqueda? Ese parece ser el caso de Boda Sangrienta.
Hasta que las muertes nos separen.
Si el trailer promete una hora y media de persecuciones, sangre y humor negro, pero por otro lado no ofrece mayor profundidad psicológica, emocional o temática que la necesaria para motivar el aspecto interpretativo, ¿la hace una película superficial? O mejor dicho, ¿esa superficialidad es un defecto? No, para nada. Boda Sangrienta es una película completamente despojada de pretensiones, y ese detalle es el que la hace completamente entretenida.
No busca desafiar ni busca renovar lo establecido, pero no por eso va a aburrir.
Las escenas de acción son sendas, bien planteadas, todas con un toque de comedia para sazonar. Los obstáculos son claros y le hacen la vida imposible a la protagonista a cada momento, teniendo un sostenido manejo de la tensión. Es una película que no pierde el tiempo y nos deja en claro a quién querer y a quién odiar. No hay medias tintas, ni es la película para tenerlas o exigirlas.
Temáticamente hablando, aunque son claras sus funciones de entretenimiento puro, la película ocasionalmente tira una pizca de crítica a las clases sociales más altas. Pero solo una moderada. Si bien es debatible la dimensionalidad de la familia antagonista, la manera en que son caricaturizados da un poco de gracia porque en el fondo, cuando nos imaginamos su desdén hacia aquellos que consideran inferiores, el retrato que nos hacemos en la cabeza no es muy distinto del que presenta Boda Sangrienta. Todo esto cuando no se hace mención a las rencillas internas entre los propios miembros de la familia, denotando una codicia igual de caricaturizada, pero no por ello menos entretenida.
En materia actoral, Samara Weaving se lleva al hombro un eficiente protagónico. Una interpretación con chispa, carisma y seguridad. Una interprete hábil, pero que en el contexto del cine de género consigue brillar todavía más. Una final girl que está muy lejos del estereotipo de la mujer indefensa.
A Weaving la acompañan una ácidaAndie McDowell, muy alejada de las contrapartes románticas por las que fue celebrada; Henry Czerny, como un histriónicamente macabro cabeza de familia; y Adam Brody en una sobria e irónica interpretación como un miembro de la familia frustrado con sus excéntricas tradiciones.
En materia visual, Boda Sangrienta sigue los cánones esperables del género, destacando por la abundancia de sombras y unos decorados que rozan lo gótico, no solamente en el diseño de interiores en sí, sino en su paleta de colores. Es necesario señalar cómo la película se las ingenia para crear ambientes lúgubres con el simple parpadeo de una fogata.