Boda Sangrienta es entretenimiento garantizado. Graciosa y delirante en partes iguales, la construcción del relato consigue la fuerza necesaria cómo para crear un campo totalmente veraz que también se ve reforzado y reflejado en la elección de su actriz principal.
Samara Weaving es una actriz que desde hace algunos años viene asomando como una de las revelaciones más grandes en cuanto a actuaciones se refiere. Ella, hija de Hugo Weaving, ya estuvo en algunas producciones de bajo presupuesto como The Babysitter (2017) y Mayhem (2017) en donde sendas tramas parecieran que van por un lado y al final todo se torna mucho más bizarro y extravagante o comúnmente ahora llamado “falopa”, termino que hoy por hoy se usa mucho para definir aquellas películas que no tienen un aspecto distintivo sino que mezcla varias características para lograr una entidad propia.
Y como se ve que ella tiene predilección por este tipo de films, ahora le toca protagonizar Boda Sangrienta (Ready or Not, 2019) una película escrita por Ryan Murphy y Guy Busick, y dirigida por Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett, que cuenta la historia de Grace (Samara Weaving) y su futuro matrimonio con Daniel Le Domas (Adam Brody), el menor de una familia adinerada que supo construir una fortuna inconmensurable gracias a la comercialización de juegos de mesa. Si bien parece haber diferencias entre Grace y la familia desde un primer momento, la decisión de celebrar la boda parece ser inflexible al igual que una antigua tradición por la que todos los nuevos miembros de la familia deben pasar y esa antigua costumbre hará que Grace termine reconsiderando seriamente el si que dio en el altar. Mas que nunca ella deberá ser una mujer de armas tomar, antes que todos los Le Domas las agarren primero.
La ventaja primordial que tiene este tipo de películas es muy clara y muy celebrable, el hecho de ser una producción que no se toma en serio a sí misma o a los diferentes géneros que abarca logran establecer desde un primer momento que la película va a jugar con el espectador de una forma muy poco solemne y transitando un camino totalmente absurdo como encantador y disfrutable. El guion hace que todo esto sea posible gracias a la combinación casi perfecta de elementos dramático-familiares, comedia, terror, acción y suspenso. A lo largo de su poco más de hora y media, la película no deja de ser entretenida ni divertida pero si es verdad que hay algunos lapsos en donde esa “liviandad” argumental se ve alargada en cuanto a desarrollo por motivos que poco tienen que ver con la esencia de la historia. También el punto que puede considerarse más flojo es cuando deja de lado el ridículo e intenta tomarse el terror como género preponderante, da la sensación de que cuanto más en serio se toma un aspecto peor le sale. A pesar de esas únicas “manchas” la película no demuestra muchas más falencias y todo lo que bien se construye en el relato toma su punto máximo de delirio en los últimos 15 minutos con una escena tanto memorable e increíble como delirante.
Ya es hora de que a Samara Weaving se la considere como a una de las grandes actrices de su generación. Esta película logra demostrar que el papel protagónico le sienta de maravilla y se nota que a ella le gustan éstas obras. Samara está impecable en su papel y en su rol, pasando de perseguida a perseguidora y su mejor cara se ve cuando ya todo es un desquicio y cuando el caos abunda (algo que repite de sus trabajos anteriores). El resto del elenco acompaña de la mejor manera a la protagonista pero ninguno logra estar al mismo nivel que ella, de hecho llega un punto que la cantidad de personajes es demasiada y hay algunos que sólo están de relleno, con diálogos que poco aportan salvo alguna pequeña interacción. En éstas películas a veces la coralidad del elenco suele ser perjudicial para el guion por la necesidad implícita de darle participación a todo el cast.
Boda Sangrienta termina siendo una de esas películas en donde es imposible pasarla mal. Gracias a su poca solemnidad y al aprovechamiento total de la versatilidad de su actriz protagónica, se logra consolidar una obra que demuestra que el cine no tiene porque abocarse a géneros puntuales sino también jugar entre ellos y concretar historias para que el espectador logre pasar un rato de diversión y entretenimiento absolutos.