El inigualable Freddie
“Bohemian Rhapsody” (2018) es una película biográfica que comenzó siendo dirigida por Bryan Singer (Jack, el Cazagigantes) para luego pasar a las manos de Dexter Fletcher ya que el primero fue despedido por Fox debido a sus numerosas ausencias al rodaje. Escrita por Anthony McCarten, el que daría vida a Freddie Mercury en un principio sería Sacha Baron Cohen (Hugo, Alicia a través del Espejo); no obstante fue desvinculado de la producción en 2013 por no llegar a los consensos creativos necesarios. Finalmente, el rol fue tomado por Rami Malek (Una Noche en el Museo, Mr. Robot). Completan el reparto Lucy Boynton (Sing Street), Allen Leech (Tom en Downton Abbey), Joseph Mazzello, Ben Hardy, Gwilym Lee, Mike Myers, Aidan Gillen (Juego de Tronos), Aaron McCusker, Tom Hollander, entre otros.
Londres, 1970. El maletero Farrokh Bulsara, nacido en Zanzíbar y posteriormente conocido como Freddie Mercury (Rami Malek), se la pasa escribiendo canciones como hobbie. Una noche en un bar conoce a la banda de rock “Smile”, compuesta por Brian May (Gwilym Lee), Roger Taylor (Ben Hardy) y John Deacon (Joseph Mazzello). Mientras presencia el show, Freddie fija su mirada en Mary Austin (Lucy Boynton), joven que trabaja vendiendo ropa y luego se convertirá en su novia. Cuando el concierto llega a su final, afuera del bar Mercury se entera que Smile se quedó sin vocalista, por lo que no duda en proponer ser él la nueva voz principal del grupo. Desde ese momento seremos testigos de la consolidación de “Queen”, una de las mejores bandas de la historia.
Como se puede notar, desde hace años este filme viene teniendo diversas polémicas y trabas en su realización. Incluso con el lanzamiento del primer tráiler las quejas no tardaron en aparecer, ya que a muchos no les pareció correcto que la cinta pareciera darle más relevancia a las relaciones de Freddie con mujeres por sobre las que tuvo con personas de su mismo sexo. A pesar de todos estos problemas, “Bohemian Rhapsody” indiscutiblemente se alza como una de las mejores películas del año, una que funciona tanto si sos o no fanático de Queen.
Por empezar, la cinta tiene el poder de atrapar al espectador y no soltarlo durante las dos horas y cuarto de duración. La vida de Freddie se convierte en un viaje tan fascinante como atractivo en donde Rami Malek otorga una interpretación excelente que hace que sea difícil dejar de observarlo. De rasgos exóticos, forma de vestirse estrafalaria y con una rebeldía plena, su fuerte carácter y pasión por la música dan cuenta de que no había mejor actor para encarnar a Mercury que él.
Con la sabia decisión tomada de que Malek no sea el que cante, dado que nadie podría ni siquiera igualar el talento de la voz de Freddie, los momentos musicales contagian una energía única en la que resulta inevitable mover los pies al ritmo de “We Are The Champions”, “Don’t Stop Me Now” o “Under Pressure”. A la vez, la presentación en piano de “Love Of My Life”, con un público multitudinario y miles de luces en alto, constituye una de las escenas más mágicas del filme.
En cuanto a las críticas que recibió el primer vistazo de la película, queda corroborado que nunca se puede juzgar a un largometraje por su tráiler. Es verdad que a la relación de Freddie con Mary se le da muchísima importancia, lo que no está mal teniendo en cuenta que Mary fue el gran amor de su vida; pero además el guión plasma de una forma inteligente, que nunca necesita ser explícita, cómo Mercury comienza a interesarse por el género masculino. Con solo un par de miradas nos es suficiente para darnos cuenta de lo que sucede.
La experimentación de sonidos en el estudio, el no querer encasillarse en un único género, la lucha por sacar una canción de seis minutos como single, la soledad y las malas juntas son algunas de las partes que están súper bien retratadas. Los directores construyeron a un Freddie Mercury que, ante todo, es humano y comete errores, lo cual nos hace sentirnos mucho más cerca del gran artista.
“Bohemian Rhapsody” nos deja embobados ante lo que estamos viendo, así como también emociona y logra que no paremos de sonreír. Como frutilla del postre, el concierto Live Aid del 13 de julio de 1985 en el Estadio Wembley de Londres está a la altura del máximo esplendor que vivió Freddie, un cantante que, por más que ya no esté, nunca dejará de ser icónico.