Adquirido para manipular “Bloodshot” (2020) es una película de ciencia ficción y acción que constituye el debut en la dirección de Dave Wilson. Co-escrita por Jeff Wadlow y Eric Heisserer, la cinta está basada en el personaje homónimo de Valiant Comics. Protagonizada por Vin Diesel, el reparto se completa con Sam Heughan (Outlander), Guy Pearce, Eiza González (Baby driver), Toby Kebbell (Destroyer), Jóhannes Haukur Jóhannesson, Talulah Riley, entre otros. Luego de cumplir una misión del ejército en el exterior, el soldado Ray Garrison (Vin Diesel) regresa (con varias cicatrices nuevas) a los brazos de su amada Gina (Talulah Riley). Sin embargo, la paz no durará mucho ya que Martin Axe (Toby Kebbell) toma como rehén a Gina para que Ray le revele una valiosa información. Con su esposa asesinada, Ray se despertará en un centro de tecnología, sin recordar mucho sobre su pasado. El doctor Emil Harting (Goy Pearce) y KT (Eiza González) le explicarán que él también fue asesinado. Sin embargo, gracias a la ciencia, Ray pudo volver a la vida. Con un cuerpo indestructible y una fuerza descomunal, las pesadillas de Garrison generarán que recuerde qué es lo que le pasó a Gina. De esta manera, Ray escapará del establecimiento con el objetivo de cobrar venganza por lo que le fue arrebatado. Esta nueva película de clase B de superhéroes más que contarnos una historia original resulta un rejunte de otras producciones tales como “X-Men orígenes: Wolverine” (X-Men Origins: Wolverine, 2009), “Ocho minutos antes de morir” (Source code, 2011), “Al filo del mañana” (Edge of tomorrow, 2014) y unas tantas más. Sin que la trama sea novedosa, el guión y las actuaciones tampoco ayudan. Por un lado los diálogos se sienten muy acartonados, no permitiendo explorar a los personajes en profundidad (a uno de ellos se lo utiliza constantemente como comic relief y nunca llega a causar ni siquiera una sonrisa). Por el otro, Vin Diesel en vez de interpretar a este superhéroe pareciera que está haciendo de sí mismo, grave problema teniendo en cuenta que él es el protagonista. Lo mismo sucede con Guy Pearce, al cual le toca ponerse en la piel de un científico que desde el comienzo se parece muchísimo a Curtis Connors, antagonista de “El sorprendente hombre araña” (The Amazing Spider-Man, 2012). Por más que los giros narrativos ayuden a que el filme siga su curso, llega un punto en el que el espectador pierde por completo el interés y ya empieza a pensar cuánto le queda al filme para que se termine. Ni las escenas de acción (grabadas de una forma que no permite dilucidar muy bien qué es lo que está ocurriendo paso por paso) ni los efectos especiales (donde se ve una notoria falta de presupuesto) consiguen que esta producción valga la pena. Con un humor que no funciona, clichés por doquier y un tercer acto lamentable, “Bloodshot” solo será pasable para los que disfruten de ver a Vin Diesel en la pantalla grande. Con una gran falta de personalidad, la ópera prima de Dave Wilson está destinada al olvido, igual que lo que ya le sucedió a “Hellboy” (2019).
El antes de la guerra “Ni héroe ni traidor” es una película nacional dramática dirigida, co-escrita y producida por Nicolás Savignone (Los desechables). Protagonizada por Juan Grandinetti (Bruja), el reparto se completa con Inés Estevez, Rafael Spregelburd, Gastón Cocchiarale (Luciferina, Claudia), Fabián Arenillas, Héctor Bidonde, Mara Bestelli, Agustín Daulte, entre otros. Buenos Aires, 1982. Matías (Juan Grandinetti) es un joven de 20 años que terminó la colimba y desea dedicarse a tocar la guitarra. Sin embargo, su padre lo cree un inmaduro y busca convencerlo de que acepte trabajar con él en el puerto. Con ganas de viajar en un futuro cercano a España y que después su novia se le una, Matías no tiene en cuenta algo que pondrá en jaque sus planes: la declaración de la guerra de Malvinas. Luego de que llegue la carta con la convocación a la guerra, Matías tendrá qué pensar a fondo cómo proceder. En el cine nacional estamos acostumbrados a que se representen historias sobre Malvinas, no obstante “Ni héroe ni traidor” por suerte nos trae un enfoque distinto: aquí no vamos a ver ni a los combatientes ni la batalla, ni siquiera seremos testigos del estrés postraumático que ocasiona un evento de tal magnitud; lo que la cinta busca explorar es la situación previa a la guerra. De esta manera, con una perspectiva original, el director nos hace reflexionar desde la mirada del protagonista, un chico que está atravesando una etapa con la que es muy fácil sentirse identificado. Matías no tiene muy en claro qué es lo que quiere para su vida; aunque se siente interesado por la música, el prejuicio de su padre no lo ayuda y que sus amigos quieran seguir carreras “serias” lo desalienta, ya que es inevitable compararse con los demás. Cuando su madre protectora le muestra la carta, la reacción de Matías es de indiferencia. Sin embargo, su cabeza está que explota. A pesar de que Juan Grandinetti transmite poco y nada en pantalla, Savignone deja en claro las diferentes reacciones y posturas que existieron en esa época: aunque están los que ni bien se enteraron que Argentina iba a la guerra festejaron, sintiéndose valientes, también están los que lo primero que se les pasó por la cabeza fue el miedo. En el personaje de Inés Estevez es en donde más veremos la preocupación no solo porque su hijo puede llegar a morir, sino también por pensar en lo que Matías es enviado a hacer: matar a otros jóvenes de su misma edad que nada tienen que ver con los conflictos políticos y económicos por los que la guerra se llevó a cabo. Aparte de la floja actuación protagónica, los diálogos no logran sentirse naturales, en especial en el personaje del padre de Matías (Spregelburd). No obstante, la película sale airosa cuando a la historia se le agrega tensión alrededor del grupo de amigos del joven. Los acomodos para tener un puesto fuera de combate y las maneras desesperadas para excusarse de no poder ir a Malvinas son aportes verosímiles que hacen que no se pierda el interés en el filme. Con una música en un principio acorde pero que luego termina siendo repetitiva, “Ni héroe ni traidor” se destaca por su mensaje, que bien expresado ya está en su título. Un relato muy nuestro de una herida que continúa abierta hasta el día de hoy.
Trabajo combinado con amistad “Grandes espías” (My spy, 2020) es una película familiar de comedia y acción que está dirigida por Peter Segal (Como si fuera la primera vez). Co-escrita por Erich y Jon Hoeber, el filme está protagonizado por Dave Bautista (Drax en “Guardianes de la galaxia”). Completan el reparto Chloe Coleman (Skye en “Big little lies”), Kristen Schaal, Parisa Fitz-Henley, Ken Jeong, Greg Bryk, Devere Rogers, Noah Dalton Danby, entre otros. Luego de que el agente de la CIA JJ (Dave Bautista) no haya seguido las reglas en una de sus misiones, su jefe David (Ken Jeong) le indica que su próxima tarea será la de vigilar junto a su compañera Bobbi (Kristen Schaal) a Kate (Parisa Fitz-Henley), una enfermera de Chicago que tiene a una hija de nueve años llamada Sophie (Chloe Coleman). El objetivo se basa en descubrir si el malvado tío de Sophie establece relación con Kate. Con JJ y Bobbi instalados en la casa contigua, no pasará mucho tiempo hasta que Sophie se dé cuenta que alguien puso cámaras en su habitación. Chantajeando a JJ con contarle a su madre lo que está pasando, la niña presionará al agente para que le enseñe cómo convertirse en una espía. Un hombre fortachón y solitario encuentra una familia a la cual pertenecer. De eso se trata “Grandes espías”, un film que recuerda a producciones familiares realizadas en la década de los 90. No tomándose en serio a sí misma, la película tiene sus puntos fuertes en el humor, que va desde ser físico hasta referenciar a otros conocidos largometrajes, y en la actuación de Chloe Coleman como Sophie, una joven muy perspicaz que sufre bullying y ve en JJ una figura paterna necesaria para su vida. Protagonista y productor, Dave Bautista da una interpretación correcta a pesar de su falta de carisma y casi nula expresividad. Aunque desde el vamos la cinta es ultra predecible, atravesando varios clichés, se deja ver sin llegar a convertirse en un suplicio. Kristen Schaal en el rol de Bobbi, una mujer que admira demasiado la labor de JJ y desea ser su aprendiz, es el personaje secundario que más chistes hace, por lo que a varios espectadores les puede llegar a cansar. Con un desenlace a pura explosión, “Grandes espías” no aporta nada nuevo pero, consciente de lo que tiene para ofrecer, hace pasar un buen rato si se va sin pretensiones. En lo particular no creo que sea un filme para ser visto en cine, más bien tiene todo lo necesario (ligereza, diversión y acción incluidas) para ser disfrutado por televisión.
Cuando la realidad supera a la ficción “El precio de la verdad” (Dark waters, 2019) es un drama legal biográfico dirigido por Todd Haynes (Carol). Basado en el artículo “The Lawyer Who Became DuPont's Worst Nightmare” de Nathaniel Rich, que fue publicado en 2016 por The New York Times Magazine, la cinta está co-escrita por Mario Correa y Matthew Michael Carnahan. Protagonizado por Mark Ruffalo, el reparto se completa con Anne Hathaway, Bill Camp, Victor Garber, Mare Winningham, Tim Robbins, Bill Pullman (Harry Ambrose en The Sinner), Denise Dal Vera, Kevin Crowley, entre otros. La historia se enfoca en el abogado defensor corporativo Robert Bilott (Mark Ruffalo), el cual trabaja a favor de las compañías químicas (controla que no violen la ley al contaminar). Cuando a Robert le avisan que en la sala de espera de la firma Taft está un hombre lleno de cajas con videocasetes que quiere a toda costa hablar con él, el abogado no se imagina para nada que ésta persona es Wilbur Tennant (Bill Camp), granjero que es vecino de su abuela en Virginia Occidental. Al principio renuente a escucharlo ya que tiene varias reuniones más primordiales a las que atender, Robert termina yendo a la granja de Wilbur. El panorama con el que se encuentra ese invierno es plenamente desalentador: un vasto campo con 190 vacas enterradas y más animales que están vivos pero se nota que están lejos de verse saludables. Tennant está convencido de que los desechos químicos tirados en el vertedero Dry Run por la empresa DuPont son los causantes del mal estado y fallecimiento de sus mamíferos. De esta manera, Bilott empezará a pedirle información a DuPont sobre las sustancias arrojadas al arroyo, lo que lo hará descubrir una verdad camuflada que afecta gravemente no solo a la ciudad de Parkersburg sino a la población mundial. El nuevo filme de Todd Haynes mezcla con maestría el thriller, el drama pero, por sobre todas las cosas, el horror de un problema ambiental que persiste hasta el día de hoy y que no solo afecta a los animales sino también al organismo del ser humano, provocando todo tipo de enfermedades (dientes negros, deformaciones, cáncer, entre otros). Con un conflicto que persiste a través del tiempo (los hechos de la cinta comienzan en 1975 y terminan en 2015), la película consigue generar conciencia sobre los utensilios que utilizamos para cocinar y los componentes que tiene el agua que consumimos regularmente, dándonos cuenta que la realidad es muchísimo más terrible que cualquier película de ficción. Recordándonos a producciones tales como “Una acción civil” (A civil action, 1998) y “Erin Brockovich” (2000), “El precio de la verdad” es de esas películas que provocan varios sentimientos: impotencia y bronca por el nivel de corrupción que maneja la industria química, la cual es consciente del mal que está haciendo pero continúa de igual manera ya que creen que cualquier cosa, hasta la propia salud, se puede solucionar con dinero o premios a los empleados y a los pueblerinos; tristeza por el sistema en el que vivimos, con un gobierno cómplice de la industria que no protege al ciudadano; y por último esperanza porque aún existe gente como Robert Bilott, un hombre que decide investigar a fondo, siendo lo suficientemente valiente como para cambiar de bando. A pesar del estrés, recorte salarial y el poco tiempo que le queda para disfrutar de su familia, Robert sigue en su lucha por la justicia hasta la actualidad. Con respecto a las actuaciones, a Mark Ruffalo se lo nota muy comprometido en su rol, demostrando que aparte de comedias románticas y películas de superhéroes también puede triunfar en géneros más serios. Además, Anne Hathaway funciona como apoyo moral del personaje y tiene una de las escenas más potentes con el jefe de Robert Bilott (Tim Robbins). El trabajo de fotografía también está muy bien logrado: los tonos oscuros y el clima nevado van perfecto con lo que se está contando. Con un guión comprometido para que el espectador pueda entender todo lo que ocurre en pantalla, “El precio de la verdad” logra abrirnos los ojos sobre los miles de productos químicos no regulados y ultra dañinos a largo plazo que habitan en cada uno de los hogares. Directa, atrapante y con un desenlace informativo impactante, la película de Todd Haynes no deja indiferente a nadie.
El odio del ser humano “Los miserables” (Les Misérables, 2019) es una película dramática francesa dirigida y co-escrita por Ladj Ly, siendo ésta su ópera prima como largometraje. Basada en el corto homónimo de Ly, estrenado en 2017, el reparto está compuesto por Damien Bonnard, Alexis Manenti, Djebril Zonga, Issa Perica, Al-Hassan Ly, Almamy Kanouté, entre otros. La cinta tuvo su premiere mundial en el Festival de Cannes, lugar en donde se la seleccionó para competir por la Palma de Oro pero terminó obteniendo el Premio del Jurado. Además, el filme estuvo nominado en la categoría de “Mejor Película Internacional” de los pasados premios Óscar. La historia gira en torno a Stéphane Ruiz (Damien Bonnard), un oficial de policía que se muda a Montfermeil, comuna oriental de los suburbios de París, con el objetivo de estar más cerca de su hijo, del cual tiene la custodia completa su ex mujer. Allí Ruiz consigue trabajo en la brigada contra el crimen, específicamente junto al oficial Gwada (Djebril Zonga) y el líder Chris (Alexis Manenti). Cuando el dueño del circo ambulante reporta que le robaron uno de sus cachorros de león, el trío abusará de su poder para restaurar el orden. Sin embargo, el indebido accionar de los policías generará que la poca paz y armonía de ese pueblo se extinga para siempre. Inspirándose en sus propias observaciones y vivencias, Ladj Ly debuta a lo grande con una primera película en donde la denuncia social está latente en cada fotograma. Utilizando como locación el suburbio en el cual el convicto Jean Valjean se encuentra por primera vez con Cosette en la reconocida novela de Víctor Hugo que da nombre a este filme, Ly nos muestra de una forma muy genuina al sector más sucio y empobrecido de Francia. Allí las disputas en las calles son moneda corriente, el respeto se ha perdido por completo y el desempeño por parte de la policía resulta más que lamentable. Gracias a un comienzo que se toma su tiempo para presentarnos el panorama desigual de este relato, como espectador nos es muy fácil embarcarnos en el peor día de trabajo que le toca atravesar a Stéphane Ruiz. Cuando llega la hora de exponer el conflicto central, la montaña rusa de emociones no va a dar respiro ni un solo minuto. Con una tensión que va in crescendo y que incluye insultos, corridas, empujones, maltratos, golpes y disparos, el director representa en su máximo esplendor a la violencia, prepotencia, egocentrismo y crueldad que viven dentro del ser humano debido a la mala educación recibida. La brutalidad policíaca, reflejada en mayor medida en el personaje interpretado por Alexis Manenti, no solo impacta y deja huella en el espectador, sino que también hace reflexionar sobre cómo es posible que en la actualidad los límites sean sobrepasados de tal manera. Como dice Víctor Hugo: “No hay malas hierbas ni hombres malos; sólo hay malos cultivadores”. Ambiguo en su desenlace pero no por eso menos potente en su mensaje, Ladj Ly consigue crear una obra sumamente crítica y realista que sirve como exponente de lo perdida que está la humanidad gracias al círculo vicioso y sin fin de maldad creado por nosotros mismos. Con escenas fuertes pero necesarias para comprender la gravedad del asunto, “Los miserables” es una tremenda e intensa obra cinematográfica que no va a dejar indiferente a ninguno.
El submundo de la droga “Los caballeros” (The gentlemen, 2020) es una película de gángsters con acción y comedia que está dirigida, escrita y producida por Guy Ritchie (Sherlock Holmes). El reparto incluye a Matthew McConaughey, Hugh Grant, Charlie Hunnam, Henry Golding (Locamente millonarios), Colin Farrell, Eddie Marsan, Michelle Dockery (Downton Abbey), Eliot Sumner, Danny Griffin, Jeremy Strong, Jason Wong, Samuel West, Tom Wu, entre otros. La cinta tuvo su premiere en el Curzon Mayfair Cinema de Londres. La historia gira en torno a Mickey Pearson (Matthew McConaughey), el líder del imperio de la venta de marihuana en Inglaterra. Mickey planea retirarse, por lo que arma un acuerdo del valor de cuatrocientos millones para que el negocio pase a manos del billonario norteamericano Matthew Berger (Jeremy Strong). Sin embargo, otros mafiosos quieren obtener todo lo que Pearson logró en este tiempo. Con Fletcher (Hugh Grant) investigando la situación por órdenes de Big Dave (Eddie Marsan), editor del periódico Daily Print, Pearson y su mano derecha Raymond (Charlie Hunnam) tendrán que enfrentar varios episodios de riesgo. Con reminiscencias de “Juegos, trampas y dos armas humeantes” (Lock, stock and two smoking barrels, 1998) y “Snatch: cerdos y diamantes” (Snatch, 2000), el británico Guy Ritchie vuelve a sus orígenes para contarnos una historia de mafia llena de humor negro, violencia, engaños, sobornos, tratados, malentendidos, venganzas, muertes y mentiras. El muy marcado estilo de Ritchie está presente en cada fotograma, ya sea desde el montaje que no da respiro hasta el guión que contiene muchísima información por minuto. Esto genera que la película, a pesar de su dinamismo, se haga muy difícil de seguir. No solo porque la trama no es completamente lineal (el personaje de Hugh Grant la cuenta a su antojo, diciendo alguna que otra cosa que en realidad no sucedió), sino también porque hay demasiados personajes y cuesta acordarse cada nombre, quién está aliado con quién y demás. Por otro lado, el filme resulta muy metacinematográfico, es decir que dentro de esta película se hablará mucho de la estructura narrativa de una cinta de este género (cine dentro del cine), ya que Fletcher pretende vender el guión de la historia que nos compete a Miramax (compañía de California que distribuye películas). De esta manera, desde el minuto uno vamos a tener muy en claro que lo que les sucede a “Los caballeros” es un producto meramente de ficción, el cual no puede ser tomado en serio. Con un vestuario acorde donde se destacan los pulcros trajes, chándales, gorros y gafas, las actuaciones están correctas a pesar de que no se pueda generar empatía con ninguno, ni siquiera con Michelle Dockery, que interpreta a la poderosa esposa de Pearson. En cuanto al humor, hay momentos muy bien logrados gracias a la actuación y líneas que se le dieron a Hugh Grant pero en su mayoría el tipo de chistes funcionará dependiendo del tipo de espectador. En conclusión, “Los caballeros” entretendrá a las personas que les simpatice el cine de Guy Ritchie; luego de la desastrosa “Aladdin” (2019), éste filme es un paso en la dirección correcta para un realizador que se había desviado de lo que mejor sabe hacer.
Más que un viaje de hermanos “Unidos” (Onward, 2020) es una película animada de aventuras y fantasía que está dirigida y co-escrita por Dan Scanlon (Monsters university). Producida por Pixar y Disney, la cinta cuenta con las voces originales de Tom Holland, Chris Pratt, Octavia Spencer, Julia Louis-Dreyfus, Mel Rodriguez, Ali Wong, Lena Waithe, entre otros. Ambientada en un mundo lleno de criaturas míticas tales como centauros, hadas y mantícoras, la historia gira en torno a Ian Lightfoot (Tom Holland), un elfo azul que acaba de cumplir 16 años. Ian tiene un hermano mayor llamado Barley (Chris Pratt) que en nada se parece a él: mientras que a Ian no se le da bien hacer amigos por su timidez e inseguridades, Barley es salvaje, intrépido y extrovertido. Al darse cuenta que sus dos hijos ya son mayores, la madre elfa Laurel (Julia Louis-Dreyfus) decide que es hora de entregarles un paquete que les dejó su padre, el cual falleció antes de que Ian naciera. El regalo consiste en un cetro con una gema anaranjada que les permitirá a los hermanos conjurar un hechizo para poder pasar unas últimas 24 horas con su papá, hasta el ocaso del Sol. Sin embargo, la sociedad en la que viven los Lightfoot hace tiempo dejó de ser mágica debido al uso de la tecnología, por lo que es más complicado que el conjuro tenga efecto, aparte de que no todas las criaturas tienen el poder como para llegar a ser hechiceros. Por culpa de una interrupción mientras Ian estaba logrando que su padre vuelva a la vida, el cuerpo queda incompleto. Con la mitad del cuerpo de su padre presente (de pies a cadera), los hermanos elfos se irán de casa para buscar otra gema que les permita realizar el hechizo correctamente y así poder pasar unos últimos momentos con su progenitor. Luego de la cuarta entrega de Toy Story, Pixar nos trae una road movie que es más linda por su mensaje que por la película en sí. Con una historia muy personal, el director consigue representar muy bien cómo es la etapa de duelo por un ser querido que ni siquiera se llegó a conocer. Lo único que Ian tiene de su padre, aparte de una prenda de vestir y una conversación grabada, son las anécdotas y descripciones de las personas que sí llegaron a conocerlo. Ian desea convertirse en lo que fue su padre y le pesa no tener a una figura paterna en su vida. Por eso, el viaje que emprende con su hermano será muy importante para darse cuenta de quién es realmente. Con una estructura narrativa que no es para nada original dentro de los filmes de Pixar (el viaje importa más que el destino), la cinta tiene varios personajes secundarios olvidables y poco simpáticos. Lo que importa aquí es la hermandad entre Barley e Ian, elfos que se quieren a pesar de sus múltiples diferencias y que van a descubrir secretos que no se imaginaban del otro. Además, la película crea una muy bella relación entre la magia como consecuencia del confiar en uno mismo. La llegada de la tecnología para facilitar las acciones cotidianas es otro punto fuerte dentro del filme, aspecto que tranquilamente se puede comparar con el mundo en el que vivimos. Por otro lado, la cuota humorística es ideal para los más chicos, con un par de chistes que también funcionarán en los adultos. En cuanto a la emotividad del relato, depende mucho de las vivencias previas que atravesó el espectador. Lejos del nivel que tienen otros filmes de la compañía (Buscando a Nemo, Intensamente, Coco, por nombrar algunos), “Unidos” rescata el importante valor de la familia y, por sobre todo, el de la hermandad para superar situaciones difíciles. Como largometraje no será muy recordado, pero por su trasfondo sí nos hará estar agradecidos por las personas que nos formaron y están para nosotros día tras día.
Alguien está allí “El hombre invisible” (The invisible man, 2020) es un thriller de horror dirigido y escrito por Leigh Whannell (La noche del demonio: Capítulo 3, Upgrade). Ligeramente basada en la novela homónima de H. G. Wells, y coproducida entre Estados Unidos y Australia, la cinta está protagonizada por Elisabeth Moss (The handmaid’s tale). Completan el reparto Harriet Dyer, Aldis Hodge, Storm Reid (Euphoria), Oliver Jackson-Cohen (La maldición de Hill House), Michael Dorman, entre otros. La historia gira en torno a Cecilia Kass (Elisabeth Moss), una arquitecta que vive siendo controlada por su marido Adrian Griffin (Oliver Jackson-Cohen), el cual es un pionero biónico. Al escaparse de su hogar, Cee pasa a vivir junto con su amigo James (Aldis Hodge) y la hija de éste, Sydney (Storm Reid). Aunque su hermana Emily (Harriet Dyer) le comunica que Adrian se suicidó, Cee no puede creer que sea verdad. En poco tiempo, Cecilia comenzará a experimentar situaciones de lo más extrañas, lo que la llevará a creer que Adrian encontró la manera perfecta para seguir arruinándole la vida: convertirse en una persona invisible. Harta del sociópata de su ex, Cee tendrá que hacer todo lo posible para que su entorno crea en sus palabras. Luego de varias películas de terror que dejaban muchísimo que desear, por fin llegó a la cartelera una producción que sabe cómo poner los pelos de punta. Con una historia que recuerda a filmes como “Durmiendo con el enemigo” (Sleeping with the enemy, 1991) o “Nunca más” (Enough, 2002), la cinta de Leigh Whannell es el claro ejemplo de que se pueden seguir explorando este tipo de temáticas sin caer en clichés ni melodramas. Al mezclar la ciencia ficción con el suspenso, el director y guionista crea un largometraje que desde el inicio atrapa al espectador ya sea por los movimientos de cámara, los nerviosos silencios o la genuina preocupación que se logra alrededor del personaje principal. Más enfocada en el terreno de lo psicológico, “El hombre invisible” escapa al susto fácil para generar tensión desde la construcción de atmósferas. No hay nada más perturbador que ser observado por alguien al que no se puede ver, por lo que Whannell saca provecho de eso al contar con una actriz ideal para el rol principal. A Elisabeth Moss los papeles dramáticos le calzan como anillo al dedo, si encima le sumamos que aquí debe lidiar con que los demás la consideren loca, tenemos como resultado una actuación protagónica admirable. Con gran expresividad, Moss genera empatía desde el comienzo, representando muy bien cuánto le puede afectar a una persona el estar dentro de una relación plenamente tóxica y abusiva, donde el otro desde siempre se esforzó por hacer creer que la que está equivocada es ella. Aunque en el tercer acto el impacto se pierde bastante por mostrar mucho al enemigo o por los giros del guión, “El hombre invisible” consigue hacernos saltar de la butaca en varias oportunidades. Sin perder el interés en ninguna ocasión, el padecimiento de Cecilia cuenta con un digno desenlace que dejará buen sabor de boca en el espectador.
Las clases sociales como impedimento del amor “Querido señor” (Sir, 2018) es una película dramática dirigida y escrita por Rohena Gera. Coproducida entre India y Francia, la cinta está protagonizada por Tillotama Shome. Completan el reparto Vivek Gomber, Kantabai Jadhav, Dilnaz Irani, Rashi Mal, Bhagyashree Pandit, entre otros. La historia gira en torno a Ratna (Tillotama Shome), una joven viuda que dejó su pueblo para trabajar en la ciudad como empleada doméstica del adinerado Ashwin (Vivek Gomber). Con el sueño latente de aprender a coser para en un futuro llegar a ser diseñadora de modas, Ratna realiza con precisión sus tareas, las cuales incluyen cocinar, limpiar y atender el teléfono. Por otro lado, Ashwin no está pasando un buen momento emocional ya que decidió dejar plantada a su prometida en el altar. Jefe y sirvienta se irán conociendo de a poco hasta darse cuenta que el interés mutuo va más allá de una relación laboral. Con una sinopsis que nos hace pensar en la típica película melodramática que transmitiría un canal de aire por la tarde, “Querido señor” consigue alejarse de los clichés para dejar reflejada la gran brecha que existe en India entre las diferentes clases sociales. La directora y guionista, que también es productora, se encarga de mostrar con mínimos detalles cómo el entorno de Ashwin, por tener una mentalidad tan cerrada y discriminatoria, nunca llegaría a aceptar a Ratna como pareja de éste. No obstante, el film pronto pierde el ritmo, tornándose sumamente pesado, soporífero y aburrido. Sin que pase nada trascendental, ya sea en la labor de Ratna como en la relación con Ashwin, la película no saca provecho de sus protagonistas desde el guión. De esta manera, como espectador nos quedamos con ganas de conocerlos más a fondo, no llegando a conectar con la historia como para que mínimamente se nos haga llevadera. Rohena Gera cumple a la hora de representar cómo en su país la mujer aún no goza los mismos derechos que el hombre (Ratna de adolescente tuvo un casamiento arreglado, las oportunidades laborales en la ciudad son escasas para ella). La protagonista por más de que es sirvienta está feliz por tener su propia independencia económica, algo que es muy difícil de lograr allí. Además, vemos cómo Ratna debe comer en otra habitación, sin cubiertos y en el suelo, además de que muestra una gran preocupación cuando le comunican que su hermana se casará, ya que esto representa que la joven tendrá que dejar los estudios. Sin embargo, la protagonista tiene aspiraciones y la ambición suficiente como para lograr lo que se propone en un mundo con demasiados obstáculos, lo que la convierte en un personaje inteligente y conocedor de su entorno. Con un desenlace que nos deja indiferentes y con sabor a poco, “Querido señor” (título que hace referencia a cómo la empleada doméstica debe llamar a su jefe dentro del hogar) nos deja la sensación de que a esta producción algo le faltó. La temática del filme es interesante, sin embargo su ejecución no está del todo bien lograda.
Una travesía para descubrirse a sí mismo “El llamado salvaje” (The callo f the wild, 2020) es una película de aventuras dirigida por Chris Sanders (Lilo & Stitch, Cómo entrenar a tu dragón) y escrita por Michael Green. Con un guión basado en la novela homónima de Jack London, la cual fue publicada en 1903, la obra está protagonizada por un perro llamado Buck, cruza entre San Bernardo y Collie que aquí fue diseñado a través del CGI. El reparto se completa con Harrison Ford, Omar Sy (Amigos intocables), Dan Stevens (Matthew en Downton Abbey), Cara Gee, Karen Gillan, Bradley Whitford, entre otros. Éste es el primer filme estrenado bajo el sello de 20th Century Studios luego de que Fox fue adquirido por Disney. La historia gira en torno a Buck, un perro de gran tamaño que tiene una vida muy placentera en California, junto a la familia del juez Miller (Bradley Whitford). Al ser robado y vendido, Buck llegará hasta Alaska y pasará a ser un perro de trineo que debe esforzarse al máximo para entregar la correspondencia a tiempo. Durante la fiebre del oro de la década de 1890, Buck tendrá distintos amos, tan buenos como malos, que lo irán moldeando para darse cuenta de cuál es su lugar de pertenencia. Luego de varias adaptaciones, ya sea en cine mudo, animé, película o serie, nos llega la primera versión de esta historia que combina animación con acción real. A través de una voz en off narrada por Harrison Ford, que luego pasa a tener un rol secundario fundamental, conoceremos la vida de Buck, un can que de ser mascota de la noche a la mañana deberá aprender a valerse por sí mismo y a trabajar en equipo en un clima tan gélido como hostil. A pesar de que, desde el diseño, los perros, lobos, peces y conejos del filme cuentan con un aspecto fotorrealista único, resulta imposible creernos que esos animales son de verdad. No obstante, los primeros planos de Buck funcionan muy bien gracias al trabajo que se hizo en detalle de sus gesticulaciones, en especial de su mirada. Muy suavizada con respecto a lo que sucede en el material original, la película utiliza a Harrison Ford como un personaje sufrido que emprende un viaje para sanar. La relación con Buck está lograda, así como también se destaca el período que Buck atraviesa con otros perros de trineo, en donde conoce a sus dueños encarnados por Omar Sy y Cara Gee. Lo que falla es el villano, interpretado por un súper caricaturizado Dan Stevens. Cegado por querer hallar oro cueste lo que cueste, Hal es un personaje que funcionaría si la cinta fuera de los años 90. Con bellísimos y luminosos paisajes, “El llamado salvaje” hace pasar un agradable rato en la sala de cine. Aunque una de las situaciones clave del último acto está armada de forma muy apresurada y al filme se le hace difícil escapar de la previsibilidad, las aventuras de Buck consiguen dejar un buen mensaje sobre el hallar cuál es nuestro lugar en este mundo, confiar en nosotros mismos y estar dispuestos aprender del otro.