Bohemian Rhapsody: La Reina en su máximo esplendor.
Luego de años de traspiés llega la biopic de la banda y el cantante más emblemáticos del rock mundial.
Hablar de Queen es hablar de la historia del rock en sí misma. Varias bandas y artistas plasmaron su impronta, su carisma y su esencia a través de las décadas y dejaron huellas en la escena musical internacional. Nadie como Freddie Mercury. Nadie. Lo siento, pero quizás esta review se vea afectada por un fanatismo casi ciego por el tipo que le dio tanto a la música y que prácticamente me enseñó lo que era el rock & roll en los años 80’s; reinvención de lo ya dejado por íconos como The Beatles, The Rolling Stones y tantos etcéteras, pero que con su voz particular llevó a la máxima expresión lo operístico al escenario y eso que tantos dicen tener, “presencia”, “carisma”, a Farrokh Bulsara le sobraba. Quizás por ser inmigrante hindú en tierras británicas ya destacaba su piel, su dentadura prominente, pero todo esto no fue impedimento para que su enorme talento saltara a la palestra y pronto el público se rindiera a sus pies.
Su vida, tan vertiginosa como su carrera, finalmente llega a los cines de la mano de Bryan Singer (y en última instancia, Dexter Fletcher) en “Bohemian Rhapsody: La Historia de Freddie Mercury”, un repaso por el inicio, ascenso y final de la banda Queen que, por intersección, es obviamente la vida de Freddie Mercury.
Seamos claros, Queen fue Freddie Mercury. Los pobres intentos de los tres miembros restantes por reemplazar de alguna manera al icónico frontman resultaron en nada y este film es un poco su reivindicación, su forma de decir “perdón Freddie, sabemos que sos único e ireemplazable”.
El período histórico que abarca el film es en el que Freddie (Rami Malek) se convierte de fanático a cantante de la banda “Smile”; con Brian May (Gwilym Lee) en guitarra y Roger Taylor (Ben Hardy) en batería y luego ya “Queen”, a través del ingreso de John Deacon (Joseph Mazzello) en bajo y Mercury en voz; hasta la legendaria actuación de “La Reina” en el Live Aid el 13 de julio de 1985.
La biopic en sí misma no descolla en vueltas de tuerca, períodos de drama intenso o zonas oscuras, sino que es una celebración de la vida de la banda y de Freddie: pasamos de un chico con ganas de triunfar al proceso creativo de temas legendarios, algunos excesos (quizás edulcorados) y un gran tributo final, siempre con la impronta de que Queen fue una familia. La historia hace hincapié constante a ese concepto y gana al representarlo de forma tan natural como emotiva.
Las performances de los actores son de otro planeta, parece que fuesen dobles de cuerpo de los músicos o que hubiésemos viajado en el tiempo para ver tocar a la banda en vivo, y con esto último es también donde la biopic más se apoya y donde más la magia reluce: cuando suena la música de Queen y la voz de Freddie Mercury.
En conclusión, “Bohemian Rhapsody: La historia de Freddie Mercury” es un espectáculo musical obligatorio para todo fanático de Queen y para los que no tuvimos la oportunidad de verlos en vivo, sudando talento y con un Rami Malek que parece haber traído de nuevo a la vida al ecléctico showman, al inolvidable Gran Simulador.