Correcta, respetuosa y sin fisuras. Bohemian Rhapsody es una biopic de manual que no necesita estar a la altura de la leyenda de Queen para brindar un espectáculo emocionante que hará cantar y mover los pies a cualquiera.
Por muchos (entre ellos, este humilde redactor) Queen es considerada la mejor banda del mundo. Con un inmenso repertorio de éxitos arrolladores capaces de sacudir hasta a los muertos, un amplio abanico de estilos y un ansia por reinventarse en cada álbum que los hace difícil de encasillar, una presencia escénica sin precedentes y un dominio total de las masas de espectadores que, hipnotizadas por su música, se volvían uno con la banda en sus presentaciones de estadio. Todo eso los hizo convertirse en una figura emblemática de la historia del rock.
Pero principalmente Queen tenía una ventaja con la que ninguna otra banda de rock contaba: Queen tenía a Freddie Mercury. Un showman dueño de una voz prodigiosa y un carisma arrollador que se convirtió en una de las más grandes leyendas del rock.
Bohemian Rhapsody (la película, no la canción) tuvo un desarrollo bastante caótico detrás de escena: en primer lugar iba a ser protagonizada por Sacha Baron Cohen (Borat, 2006), los integrantes de la banda Brian May y Roger Taylor se involucraron en el proceso creativo para tratar de “proteger el legado de la banda y Freddie” (originalmente la película iba a ser más adulta) y Cohen terminó abandonando su sueño de encarnar a Freddie Mercury. Más adelante entró Rami Malek (Mr. Robot) y el proyecto comenzó a caminar pero las constantes ausencias en el set del director Bryan Singer (X-Men, 2000) complicaban tanto el rodaje y la relación con el elenco que 20th Century Fox lo despidió y contrató a Dexter Fletcher (Eddie the Eagle 2015, Rocketman 2019) para hacerse cargo de las ultimas semanas de filmación y la post producción de la película.
Farrokh Bulsara (Rami Malek) es un joven parsi que vive en Londres y sueña con ser músico. Un encuentro fortuito con los integrantes de la banda Smile, el guitarrista Brian May (Gwilym Lee) y el baterista Roger Taylor (Ben Hardy), lo pondrá en el camino al estrellato. Juntos formarán una banda de rock legendaria, Farrokh se convertirá en el icónico Freddie Mercury, comenzará una relación con Mary Austen (Lucy Boynton) a la vez que conoce los excesos que vienen aparejados con la fama y explorará su sexualidad.
La película traza un recorrido narrativo que va desde la formación de Queen, su ascenso a la fama mundial de la mano de grandes éxitos como Bohemian Rhapsody, Love of my Life y We Will Rock You, las constantes tensiones entre los integrantes de la banda hasta culminar en la mítica presentación en el Live Aid de 1985, para muchos, la mejor presentación en vivo de una banda de rock.
Desde el vamos Bohemian Rhapsody es una película que tenía una vara muy alta por parte de los espectadores que esperaban una película que esté a la altura de la leyenda de Queen, que sea tan encantadora y carismática como Freddie Mercury. Las primeras reacciones de la película hablaron de un film bastante tradicional y poco inspirado, pero eso no significa que nos encontremos ante una mala película. De hecho Bohemian Rhapsody es todo lo contrario.
La película de Singer/Fletcher funciona como una suerte de “biografía autorizada” de Queen y Mercury, una pequeña ventana para espiar dentro de la intimidad de la banda, para conocer como se cocinaron algunos de sus más grandes éxitos. Bohemian Rhapsody peca de ser una biopic convencional, de presentar una historia casi carente de conflicto, y los pocos que si tiene los resuelve de forma simple. Cuando las biopics de formula tienen una historia que no es lo suficientemente interesante o inspiradora para captar la atención del público terminan siendo un bodrio, pero este no es el caso. La riqueza de la historia de la banda, la genialidad de su música y el magnetismo de sus actuaciones en vivo logran elevar una película normal hasta convertirla en un verdadero espectáculo.
No esperen encontrar un relato sórdido sobre las descontroladas fiestas y orgías de Freddie, no busquen la “historia jamás contada” de Queen. Bohemian Rhapsody es una celebración de la genialidad y la leyenda de Queen y Mercury. Un crowd pleaser diseñado para hacerte mover los pies y cantar al ritmo de una de las bandas más grandes de la historia.
Rami Malek no cantará con su voz pero sí se entrega con todo al papel de Freddie Mercury. En ningún momento lo vemos desaparecer en el papel de Freddie pero si hay un trabajo de lectura y aprendizaje del lenguaje corporal y el carisma de Mercury que es verdaderamente admirable. Lo mismo corre para Gwilym Lee (es IGUAL a Brian May) y Ben Hardy y Joseph Mazzello en menor medida. Se brindan con todo para dar una actuación convincente y nos terminan vendiendo la figura de estrellas de rock.
De más está decir que la película brilla en todos los rubros técnicos: desde el sonido, la cámara, el diseño de arte y vestuario y la fotografía. Todo impecable, como acostumbran las producciones de grandes estudios.
El principal fuerte de Bohemian Rhapsody es el material de base sobre el que se construye: el legado de una de las leyendas del rock. Una película capaz de hacerte sentir, bailar y cantar, una película que logra emocionarte en su secuencia final y salir del cine tarareando canciones nunca puede ser mala.