Después de años de estar en el limbo creativo y teniendo que afrontar algunas controversias como el paso al costado del protagonista en etapas tempranas (originalmente Sacha Baron Cohen iba a interpretar a Freddie) y el posterior despido del director Bryan Singer (“The Usual Suspects”, “X-Men”) por “mal comportamiento” en los momentos finales de rodaje, llega la biopic de una de las bandas más importantes de la historia del Rock & Roll Mundial, Queen.
“Bohemian Rhapsody” busca celebrar a la banda británica, a su música y al mismo tiempo profundizar en la vida de su excéntrico cantante Freddie Mercury, interpretado por Rami Malek (“Mr. Robot”), un cantante que desafió todo tipo de estereotipos tanto a nivel musical como sociocultural para convertirse en uno de los frontmen más importantes de la historia. El largometraje intenta reproducir los momentos más trascendentales de la banda, su acelerado ascenso a la fama y el período de decadencia cuando el cantante intenta abrirse y seguir una carrera como solista, al mismo tiempo que descubre que contrajo Sida, una enfermedad que recién estaba empezando a conocerse y que prácticamente no tenía tratamiento alguno. Así es como seremos testigos de la ascensión/declive y el renacer de la banda que fundó su legado en aquella mítica presentación en el Festival Live Aid de 1985 que fue uno de los puntos más álgidos de su trayectoria.
Comencemos diciendo que el film de Singer tiene tantos puntos a favor como en contra, al considerarlo como una experiencia visual y sonora. Si solo nos quedamos con los momentos musicales todo es maravilloso, porque todos los grandes éxitos de Queen hacen que la banda sonora de la obra sea algo espectacular y descollante. Yendo, ahora sí, a lo puramente cinematográfico, la película sigue el camino clásico de las biopics, relatando los hechos que rodean a la banda casi de manual y fallando en generar un conflicto claro; todo esto hace que uno sienta una falta de sustancia o pieza angular que motive la trama. Es como que el largometraje se apoya principalmente en las atractivas composiciones de los músicos, la enorme música de base y una excelente reproducción de época para que se asiente solo. Lo que hace que el producto final se mantenga a flote es todo lo relacionado a la creación de los temas populares de la banda, la crisis familiar que atraviesa el líder de la banda, sus problemas con las adicciones y su sexualidad.
La convencionalidad del proyecto le juega en contra a la narrativa, pero las logradas interpretaciones de los involucrados son realmente magnéticas y hacen que el espectador se interese por ellos. Rami Malek hace un trabajo estupendo al copiar e imitar prácticamente cada gesto, paso de baile y hasta la forma de hablar del cantante, el problema es que ni el maquillaje, ni la prótesis dental que le colocaron terminan de convencer. Su semejanza a nivel actoral es muy buena, no así su parecido a nivel físico, quizás es otra de las cosas que no cierran del todo en la cinta. Por el lado del resto de los actores, Ben Hardy (Roger Taylor), Gwilym Lee (Brian May) y Joseph Mazzello (John Deacon) hacen un trabajo impresionante al componer al resto de los músicos, haciendo que uno piense que está ante los verdaderos miembros de Queen. Completan el elenco Lucy Boynton (“Sing Street”) como Mary Austin la prometida de Freddie antes de asumir su sexualidad y la musa inspiradora de la canción “Love of My Life”, Allen Leech como su manipulador manager, Paul Prenter, y Mike Myers en un interesante Ray Foster, productor musical de EMI que confronta con la banda.
En conclusión, “Bohemian Rhapsody” es una película correcta que sufre un poco los convencionalismos del género pero que se ve realzada por las interpretaciones, por la recreación de época y su tremendo diseño de producción, por la mítica música que compone su banda sonora y por la leyenda que es Queen en sí misma. Un film que maravillará a los fans de la banda pero que no atraerá de la misma forma al espectador que mire la cinta desde otro lado.