A pocos kilómetros de San Pablo, en una casa sobre la playa, viven Rogério y sus fantasmas: la sombra de su abuelo, mito de la música popular brasileña; el temor a su propio fracaso como cantautor, y el errante deseo de una responsabilidad postergada. El encuentro con Beatriz, una adolescente argentina de padre ausente y con fantasmas propios, se escalona a lo largo de varios años: la exploración del deseo, de los celos y de una extraña convivencia se conjuga con los sucesos de la vida de ambos. Daniel Barrosa consigue una película íntima, delimitada por el granulado de la imagen, que recuerda alguna foto vieja, y por la inasible sensualidad de Ailín Salas. Y pese a cierta condescendencia que le inspira su personaje, encuentra un lugar propio de observación, ese en el que triunfos y fracasos exponen sus más descarnadas huellas.