Ganador del premio máximo de la sección oficial Un Certain Regard y del galardón FIPRESCI de la crítica internacional en el último Festival de Cannes, el segundo largometraje de este director nacido en Irán hace 37 años, pero formado en Suecia y radicado en Dinamarca, se dio el gusto de competir hace pocos días por el Oscar en la categoría de mejor maquillaje. El resultado es una de las películas más audaces y fascinantes de los últimos tiempos.
Este film tan fascinante como atípico podrá gustar o disgustar en la misma medida, pero no dejará a nadie impasible. El director de origen iraní Ali Abbasi tomó la historia homónima de Jon Lindqvist (autor de autor de la célebre novela que inspiró a Criatura de la noche y a su remake hollywoodense Déjame entrar) y realizó una película que –como su título- circula entre el film noir, el terror, el melodrama y el cuento de hadas con monstruos, todo ambientado en los bosques de Escandinavia. Justamente de Escandinavia son originarios los troles o trolls, seres del bosque de origen legendario desde la Edad Media, de aspecto antropomórfico y con una cola, más frecuentemente ligados al mal que al bien, que suelen secuestrar humanos, preferentemente niños, y reemplazarlos.
Tina es una mujer singular, de una fealdad absoluta con rasgos primitivos, una controladora de aduanas cuyo talento consiste en un finísimo y extraordinario olfato que capta de manera infalible a todo individuo que pretende cometer cualquier ilícito, o introducir elementos ilegales o irregulares, por el particular olor que emana. Tina vive en los bosques con un hombre dedicado a sus perros, únicamente para sentirse acompañada. Pero su placer consiste en vagar en contacto con la naturaleza forestal, bañarse desnuda en un lago en pleno invierno, o empatizar con los animales. Su padre está internado en un hogar y no siempre la reconoce. El orden de su vida se ve alterado cuando se cruza con Vore, un ser idéntico a ella, el primero con quien comete un error profesional. Tina queda atraída por ese ser con el que se identifica, y ya nada será como antes. Simultáneamente, Tina empieza a desovillar una red de pedófilos que abusan haciendo pornografía con niños, y ambas historias se trenzan, en una peculiar historia de amor, policial nórdico y búsqueda de la identidad.
Después de ver la película, investigué a la actriz que encarna a Tina. La caracterización que han llevado a cabo es impresionante: con una máscara fruto de horas de maquillaje, la talentosa –y hermosa- Eva Melander logra transmitir la confusión que atraviesa Tina cuando su orden se altera, en su búsqueda por sus verdaderos orígenes, la contradicción en los sentimientos que le despierta ese ser tan parecido a ella. Entre ambos nace una relación misteriosa, que se aparta de todo lo convencional y aun natural, manifestando una sexualidad diferente. La escena de sexo resulta una de las más fuertes y singulares que haya visto. La evolución de la historia sorprende a cada paso, porque no se ajusta a ningún cliché de los géneros que abarca, y sabe articularlos de manera absolutamente inusual y sugerente.
Como su título Border = límite, este film puede tener muchas lecturas: sobre el ser diferente o marginal, sobre la banalidad de los humanos, el choque entre cultura y lo primitivo, sobre la fuerza de la naturaleza salvaje y la naturaleza animal del ser humano. Los límites de difuminan.