Original manera de evidenciar una realidad que puede abrumar a algunos espectadores es Border (Gräns, 2018), un film que combina el folklore sobrenatural con el realismo social-contemporáneo, para crear una alegoría sobre el racismo y el miedo a la verdad.
Border es el último film del director y guionista iraní Ali Abbasi (Shelley, 2016), inspirado en el cuento original de John Ajvide Lindqvist (autor de Déjame entrar en el cual se basa la también sueca Criatura de la noche) y cuenta la historia de Tina (Eva Melander), una oficial de aduanas de la frontera sueca conocida por su extraordinario sentido del olfato, -puede olfatear hasta los sentimientos de un individuo-, filtrando a las personas que quieren ingresar contrabando al país. Tina tiene un defecto cromosómico que conduce a una cierta deformidad de la cara. Sólo con un hombre pierde el instinto, Vore (Eero Milonoff), de apariencia sospechosa. Ella sabe que Vore está ocultando algo pero no logra identificar qué y, así y todo, siente una extraña atracción por él. En paralelo se relata la búsqueda policial de una red de pedofilia, el talento de Tina será crucial para encontrar al criminal.
Ganadora en Un Certain Regard del 71 Festival de Cannes, Border es un film que perturba a simple vista, y que luego invita a profundizar sobre lo expuesto en pantalla. No es una película para aquel espectador que busca respuestas rápidas ya que, de manera hábil, nos desestructura desde el comienzo, dificultándonos el poder comprender con precisión la trama. Quienes gusten de Akira Kurosawa o Apichatpong Weerasethakul, podrán apreciar este singular film de narración lineal, aunque trabaje sobre un guion íntegro, impredecible y que comunica a muchos niveles. Ali Abbasi se constituye en un observador minucioso, que fusiona el salvajismo del ser humano con la humanidad de los animales en una estética muy particular, tal vez, difícil de asimilar. Para lograr esto hay un destacado trabajo de maquillaje.
Esta historia habla de la crisis existencial por la que atraviesan los que perciben o intuyen otra realidad, y presienten que hay algo más allá de lo impuesto por la sociedad. Luego de obtener la respuesta sobre la verdadera identidad no hay vuelta atrás, es un camino de ida para la protagonista. El director eligió la fantasía como registro quizás, porque aún no esté naturalizada en nuestra cultura occidental y gane el miedo a la subjetiva mirada del otro. Salir de nuestra zona de confort, de la cómoda meseta de mentiras y abrir los ojos por primera vez al mundo real, es quizás el mensaje más revelador de este film.