No es fácil ser mujer en el mundo occidental contemporáneo, entre los mandatos, las discriminaciones y los imaginarios que nos siguen atravesando. Pero peor sería ser Tina (Eva Melander), la protagonista de esta historia. Una mujer/criatura -como nos anticipa el título de la novela en que está basada, Criaturas en la noche, de John Ajvide Lindqvist- con rasgos peculiares, una nariz con poderes y una cicatriz en la espalda cuyo motivo se ignora.
Tina sabe que es distinta pero no reniega de ello sino que aprovecha, por ejemplo, ese sentido del olfato hiper-desarrollado para aplicarlo en su metodología de trabajo en la aduana, donde se encarga de detectar objetos de contrabando. Tan desarrollado que incluso es capaz de percibir cuando alguien miente o siente culpa, algo que le permite no sólo descubrir objetos fuera de lugar sino también seguir una red de pedofilia. Sus compañeros no se preguntan por las diferencias ni por su habilidad sino que la aceptan y aprovechan esa situación que les ahorra trabajo.