Un hecho histórico en el deporte -la final de Wimbledon en 1980- que, sin ser tomado a la ligera, sirve más como contexto para el film Borg – McEnroe, la película en donde se cuenta el universo personal detrás de una estrella.
Borg puede ser el primer tenista en ganar el torneo 5 veces consecutivas, McEnroe puede ser el más joven en lograr el título y llegar al número 1 del ranking. El tenis es un deporte con muchos seguidores y el enfrentamiento de estos dos titanes en la final de Wimbledon de 1980 fue lo que muchos consideran uno de los mejores partidos de la historia. Pero por suerte la película no se queda nunca en la mirada simplista sobre el histórico evento deportivo.
El gran guion que escribió Ronnie Sandahl hace más hincapié en la dicotomía de la pareja central. El, aparentemente, calmo Bjorn Borg que es una olla a presión, acostumbrado a contener su iracundo carácter en pos del juego, y el exaltado John McEnroe, impetuoso, provocador y discutidor al punto tal de gritarse con los espectadores en los partidos. Ambas caras de la moneda coinciden en el relato en el cual, con mucha categoría, se nos permite ver el abanico de emociones que estas grandes estrellas tienen que atravesar.
La dirección también es excelente y la impronta de Janus Metz se nota muy presente a lo largo de Borg – McEnroe, la película, y no sólo en la cuidada estética de la década del setenta que se observa en la dirección de arte y que también se refleja en la fotografía. El director juega con el montaje constantemente y así logra jerarquizar la historia de los personajes por sobre el hecho deportivo alrededor del cual gira todo.
La elección del elenco es otro gran acierto. Ya estamos acostumbrados al genial Stellan Skarsgård quien interpreta al entrenador de Borg, pero quienes realmente sobresalen son los verdaderos protagonistas del film. Sverrir Gudnason encarna con maestría a Borg. Es medido, sutil y no habla, pero transmite al espectador la tensión contenida durante toda la película. Shia LaBeouf, la gran sorpresa de la película, encarna un personaje con el que, según las noticias del mundo del espectáculo, comparte un temperamento en común, pero no se queda ahí. Sí se lo ve pedante, agresivo, descontrolado, pero también se comprende al McEnroe calculador, el que quiere ganar, el agresivo que juega sobre la red.