Entretenido duelo de titanes
Sobre la relación entre estos dos gigantes del tenis se había hecho un documental en 2011 llamado McEnroe/Borg: Fire & Ice. McEnroe, además, ha participado en varias películas de Adam Sandler. Pero esta recreación ficcional de Borg y McEnroe en 1980, y los caminos que los llevaron a uno de los grandes duelos del tenis, se sostiene por sí misma, más allá de lo que uno conozca sobre la historia de sus protagonistas. Tampoco es necesario un background importante de la historia del tenis -aunque sí quizá comprender un poco el juego- para entender que esa final de Wimbledon fue uno de esos partidos que se seguirán recordando por siempre.
Borg-McEnroe la pone en escena en su parte final y le dedica mucho tiempo y mucha precisión, claridad, elegancia y contundencia para filmar los puntos, y así elevar el nivel de emoción a lugares a los que el tenis en el cine probablemente no había alcanzado antes. Esta coproducción netamente escandinava no propone una narrativa novedosa: parte de un instante de esa final y cuenta de forma alternada y con vaivenes temporales los momentos definitorios en la formación de los dos tenistas. Lo hace con mucho ritmo, convencionalismos en el uso de la música, consistencia y sencillez expositiva y actuaciones mucho más que eficaces en Gudnason (Borg), LaBeouf (McEnroe) y Skarsgård, quienes parecen agradecer con convicción, carisma y entrega los roles de gigantes que asumen en esta muy disfrutable película.