"Borg vs. mcenroe", un pobre doble retrato
La mayoría de las películas sobre hitos deportivos tiene el mismo problema: a la hora de reproducir el hecho puramente deportivo directores y actores fallan porque no son deportistas profesionales, y entonces las tomas parecen exageradas en su dramatismo, con actores más cerca de ser danzarines que atletas. Esto se vio bastante en los filmes sobre boxeo. Y ahora pasa algo parecido en "Borg vs. McEnroe". La película del danés Metz cuenta la historia de la rivalidad entre dos leyendas del tenis: el sueco Bjorn Borg y el norteamericano John McEnroe, teniendo como marco la final de Wimbledon de 1980. Seguramente por su extracción escandinava, el director enfocó la película más en la figura de Borg, la relación con su maestro y su novia, que en el perfil del irascible tenista neoyorquino. Y si bien se puede disimular con una buena edición las tomas deportiva (de hecho las disimula aceptablemente Metz), la síntesis de los perfiles psicológicos de las dos estrellas son marcadamente arquetípicas: los tenistas son niños soberbios, solitarios, egocéntricos, oscuros y perfeccionistas. Así, los datos biográficos, que imaginamos muchos e interesantes en este doble retrato, hacen agua por toda la pantalla grande.