El cine que toma hechos verídicos relacionados al deporte ha configurado en los últimos tiempos un tipo de narración, épica, potente, desprejuiciada, que prefiere detallar tensiones, atmósferas, sentimientos, ideales, más que detalles factuales o una mera sucesión de datos cronológicos.
Dentro de esta línea “Borg McEnroe La película” (2017) bien puede acercarse a “Rush: Pasión y Gloria”, de Ron Howard, que supo narrar la confrontación entre los pilotos de Fórmula 1 Niki Lauda y James Hunt.
En este caso, ese choque entre figuras y personajes, disparador de la película, se da por el contraste entre los dos tenistas que dan título al film y que plagaron con sus triunfos las portadas de todos los diarios y revistas del mundo en los años ochenta del siglo pasado.
Por suerte, el director Janus Metz Pedersen (“Armadillo”), reposa su mirada en la vida de Borg y su llegada al estrellato, pero además profundiza en las relaciones que este supo construir a lo largo del tiempo con sus vinculos más cercanos y con aquellos de los cuales decidió alejarse para evitar caer en tentaciones.
La vida del tenista sueco, una celebridad por entonces, un ícono del esfuerzo y el triunfo, es narrada a partir de un presente plagado de dudas y un pasado lleno de autoexigencias y castigos, hasta que llega McEnroe con su disciplina y potencia a sacarle el lugar que con tanto ahínco consiguió.
“Borg McEnroe La película” es narrada a través de planos detalles, flashbacks, raccontos, entre otros elementos, además con una precisión milimétrica que sorprende visualmente, apoyándose en las logradas interpretaciones de Sverrir Gudnason y Shia LaBeouf, quienes prestan no sólo el cuerpo, sino también, el espíritu de época a los dos tenistas.
Mientras uno desanda sus propios fantasmas el otro repara constantemente en la mirada ajena para consigo y entre esas dos visiones particulares, una relacionada a la disciplina y la otra al espíritu (por decirlo de alguna manera) la película va desandando el célebre enfrentamiento entre los tenistas, pero también el espíritu de una época que ya no va a volver.
La cuidada reconstrucción y el ambiente logrado es otro de los puntos a favor de la propuesta, que no queda en la mera utilización de elementos históricos, sino que se los incorpora como un elemento narrativo más.
Todas las decisiones qué Janus Metz Pedersen va desplegando a lo largo del metraje son también necesarias para potenciar las ideas vectoras de este biopic, que en manos de otro director podrían haber erigido un sinsentido.
“Borg McEnroe La película” es una trapante historia, tan apasionante como el duelo que despliega y sobre el que funda su narración, llevando a consolidar y configurar un relato necesario sobre el profesionalismo, el deporte, el esfuerzo, las metas y objetivos, pero también, básicamente, sobre los deseos postergados frente al triunfo y sobre la imposibilidad de escaparse de un circuito tirano, plagado de dolor y miserias.