Siempre es saludable enfrentarse con un film inclasificable, y este de Guillermina Pico sin duda lo es. La película podría pensarse como una especie de diario íntimo filmado, a veces con tono de documental crudo y en otros pasajes con uno más abstracto. Observaciones al paso, relatos íntimos, historias de familia y paisajes son parte de una deriva anárquica cuyo objetivo parecería dar cuenta de una serie de sucesos que nadie pensaría en primera instancia como acontecimientos demasiado relevantes, pero sin duda conservan su singularidad y permiten delinear, de manera tangencial y difusa, una identidad, la de la autora de esta obra exótica