Un desacierto narrativo que deja muchas preguntas.
El cine experimental da para todo. No solo para experimentar con las formas narrativas, sino con su total carencia y, desde luego, con las reacciones que el espectador pueda tener. Borra todo lo que dije del amor porque no sabía bien quién era parece apuntar a esto.
¿Qué acabamos de ver?
Usualmente se inicia el análisis describiendo una breve sinopsis de la obra a ser analizada, pero como lo que ofrece la película por si misma es difícil de describir, nos limitaremos a la propuesta por la propia realizadora Guillermina Pico:
Las orejas de los caballos de pie se recortan sobre el amanecer cerrado. Una chica patina en rollers sobre el parquet de un departamento vacío. En el jardín con color de lluvia, un rosal blanco con rocío. Borrá todo lo que dije del amor porque no sabía bien quién era, es una película de proceso, de observaciones y notas sobre el paisaje interior y la belleza que tienen los instantes perdidos.
Si esta película tuviera que ser analizada simplemente por lo que se expuso en la pantalla, tendría que decirse que no tiene historia o hilo temático siquiera. Se trata de un montón de imágenes al azar, editadas juntas, con una mezcla de sonido bastante precaria y unos textos que no se entiende a qué apuntan o qué relación pueden guardar con las imágenes.
Claramente no estamos hablando de una película con aspiraciones comerciales. Un público general no le tendría mucha paciencia que digamos, mientras que solo un grupo muy (pero muy) reducido de conocedores podría quedarse hasta el final. Albert Einstein decía “Si juzgas a un pez por su habilidad de escalar un árbol vivirá su vida creyendo que es un estúpido.”
Son varias las preguntas que se pueden hacer en respuesta a este visionado, pero particularmente son dos: “¿Qué acabamos de ver?” y “¿Qué quiso decir la realizadora?” Preguntas que surgieron durante y después de la proyección. Si se investiga, se rastrean entrevistas o cualquier texto que pueda contestar a estas preguntas, uno no puede evitar llegar a la conclusión de que probablemente esto haya sido algo buscado.
Cualquier arte busca la reacción de quien lo observe, y que esa reacción quede con él mucho tiempo después de haberse retirado del lugar de exhibición. Una reacción de elogio es lo que busca todo artista, pero si esa reacción fuese un “¿qué acabo de ver?” tampoco sería un desacierto: el verdadero fracaso sería la total indiferencia de un espectador que sale de la sala y solo piensa “¿a dónde vamos a comer?” Cuando uno se sigue preguntando qué quiso decir la realizadora es porque algo de la obra se quedó, incluso si narrativamente no se le encuentra ninguna virtud.
Conclusión
Como narración, Borra todo lo que te dije del amor porque no sabía bien quién era no funciona en lo más mínimo. Una calificación aprobatoria o una recomendación laudatoria sería un engaño, tanto de quien escribe como hacia el lector. Es un rejunte que dejará a más de uno rascándose la cabeza sobre lo que acaba de ver, y rascándose todavía con más fuerza ante la duda de si este desconcierto pudo haber sido algo buscado.