La lucha de ser padres
El documental muestra la descomposición social de muchas familias.
La polémica que antecedió al documental Borrando a papá es tan merecida como necesaria. La argentina Sandra Fernández Ferreira y Ginger Gentile, cineasta e historiadora neoyorquina separada de su padre durante seis años por un conflicto familiar judicializado codirigen la película. ¿Dos mujeres hablando sobre un drama de hombres? No. Esa sería una visión sesgada. Hablan de un problema general, la obstrucción de vínculos familiares en la Argentina: la lucha de padres por ser padres. Denuncian la mirada prejuiciosa de algunos “especialistas”, pero también el negocio que hay detrás de estas causas que llevan años.
Dicen y demuestran que en la Argentina no existe la tenencia compartida, que en la mayoría de los casos el juez otorga la tenencia de los hijos a la madre. Y aparecen padres contando su historia, su ausencia, en tonos desgarradores. Recurren incluso a la non sancta cámara oculta para ejemplificar arbitrariedades. Jueces que desatienden su ley, policías que exponen a los chicos a tomar decisiones que no les corresponden, expertos en violencia familiar que consideran sólo a la mujer como víctima. Para ellos, los hombres no son objeto de violencia de género. Y por eso el documental los cuestiona. Cuestiona el nivel de los analistas, la preparación de los funcionarios, de la policía, y muestra la descomposición social de muchísimas familias. Conclusiones obvias: la igualdad de género no existe. Sobran negocios y prejuicios.