Los golpes de la vida
Ironía del destino es que haya tenido que ser un austriaco el que retrate de muy buena manera a la Ciudad de Buenos Aires y al conurbano. Jakob Weingartner realizó un posgrado sobre documentales en la FUC y, como parte de esa práctica, quiso buscar una historia sobre la gente de bajos recursos económicos que no se victimizara. Lo encontró, según comentó en las funciones del BAFICI 2012 -donde siempre debatió con el público- en el boxeo, un deporte donde se le debe “pelear” a la vida.
El film se adentra en un gimnasio, tan decadente como profesional, del barrio de Constitución, justo debajo de la estación de trenes, donde se entrenan varios pugilistas, tanto los nóveles como algunos que han triunfado en sus categorías. Al mismo tiempo, recorre la vida de esos protagonistas de carne y hueso: sus luchas, sus familias, sus orígenes, etc.
No olvida mostrar el peligro que confiere esa actividad, en la experiencia de uno de ellos, que en un accidente durante una pelea tuvo un coágulo en el cerebro que casi lo mata. El documental llega a mostrar cómo él lucha, junto a una abogada, por los derechos de los boxeadores, por la posibilidad de acceder a una obra social, entre otras causas. Un mundo tan fascinante como injusto -en varias oportunidades, como cuando un campeón relata que solo ganó 2.000 pesos por la pelea en que triunfó–, tan lejano como cercano, lleno de anécdotas sobre ascensos y caídas.