Tras incursionar en la ficción con El perseguidor, Víctor Cruz -reconocido productor- regresa al documental luego de La noche de las cámara desiertas con este trabajo observacional sobre la relación entrenador-pupilo en el gimnasio El Ferroviario que el gremio La Fraternidad tiene en el subsuelo de la estación Constitución. El film arranca y termina con una pelea (relatada por el gran Walter Nelson) y, en el medio, expone la trastienda del ambiente (desde los entrenamientos hasta el pesaje previo a un combate) en un ámbito poblado por pugilistas -la mayoría de segunda o tercera línea- del sur del conurbano bonaerense. No es precisamente el primer documental sobre boxeo nacional o extranjero (de hecho, ya se había filmado allí Boxeo Constitución, de Jakob Weingartner; y el gran Frederick Wiseman hizo hace un par de años Boxing Gym), pero Cruz logra capturar pequeños grandes momentos (como la charla sobre los códigos de honor en la saga de El Padrino) con el sólido aporte del DF Diego Poleri (y la colaboración de Lucio Bonelli) y el impecable trabajo de sonido de Martín Grignaschi.