El implacable y maravilloso paso del tiempo
Boyhood es la historia de Mason, un chico de seis años al que vemos crecer hasta la edad de 18. Conocemos a su familia, a sus amigos, y nos adentramos en cada pequeño acontecimiento de su vida, desde sus problemas personales y sus dramas familiares, hasta sus primeros amores, sus aspiraciones y sus pasiones.
Y lo que quizás llame más la atención de la película de Richard Linklater (Antes del Amanecer, Dazed and Confused) es que fue filmada a lo largo de 12 años con los mismos actores. Literalmente vemos a Ellar Coltrane –el joven actor que interpreta a Mason- crecer delante de nuestros ojos junto a Lorelei Linklater, que hace de su hermana Samantha.
Ethan Hawke y Patricia Arquette encarnan a los padres del protagonista, que, ya dos actores de renombre hace más de una década, se comprometieron en el 2002, sin ningún tipo de contrato de por medio, a dedicarle unas semanas anualmente durante 12 años a un proyecto que podría haber sucumbido catastróficamente en cualquier momento.
Pero no fue así. El resultado fue un épico viaje a la madurez, que enfatiza los pequeños momentos que hacen única a la vida de una persona, y que a la vez son común a todos. Boyhood terminó siendo la representación de un camino que aborda algunos de los temas más importantes sin vanagloriarse, y casi imperceptiblemente. Es una mirada íntima que retrata los cambios, pequeños y gigantes, del día a día de una existencia.
El paso del tiempo y el sentido de la vida pasan a través de los ojos de un niño que, contemplativo y echado de espaldas en un pasto verde, es la improbable imagen de lo que significa ser un ser humano, y del eterno dilema de una vida que se escapa de a poco de entre los dedos como si fuera agua, y cuyos momentos, por más efímeros que parezcan, son la substancia misma de la que está hecha nuestra existencia.