El gran atractivo (para algunos) de este film es que se trata de al últimoa aparición en pantalla del malogrado Paul Walker, y digamos que Walker está entre lo mejorcito de la película. Incluso uno puede sentir melancolía: el actor, más maduro, estaba encontrando un gesto y un rostro clásicos que podrían haber hecho de él una auténtica estrella. En fin, especulaciones: el film en sí es una especie de antiutopía ubicada en un futuro cercano donde un cierto barrio otrora bello se ha vuelto hogar del crimen, donde hay un muro que separa a los buenos de los malos y donde un buen policía se infiltra. El lector podrá más o menos reconstruir en su cabeza las peripecias de la película a partir de estos datos, dado que no hay demasiadas sorpresas. Y no, las sorpresas o las originalidades de la trama no son imprescindibles para tener un buen film, sino cómo nos muestran las cosas. Y la gran falla de Brick... es que el conjunto huele a pereza (filmar a reglamento) o a falta de timing (hacer una cámara lenta cuando no es necesario, por ejemplo). En fin, es lo que hay.