Digna pero...
No había muchas razones para ver Brigada A en los ochenta, vamos era ni más ni menos que el brazo televisivo de la política de la era de Reagan, que incluía vía Rambo, la reivindicación del ex combatiente de Vietnam.
Los miembros de esa brigada eran prófugos del gobierno norteamericano de un crimen que no habían cometido y para uno, que por esos días escuchaba Silvio Rodríguez y leía “Para entender al pato Donald”, el crimen no podía ser otra cosa que haberse freído a unos cuantos civiles vietnamitas. Como mínimo.
Pasó el tiempo y todo llega, la serie tiene su versión en pantalla grande y esta vez deciden contarnos la historia desde sus comienzos, es decir, cuando arranca la película son apenas un grupo de elite que hace operaciones en Medio Oriente; para cuando termine y por culpa de una maniobra oscura de gente de la inteligencia, quedarán fuera de la ley y se escuchara el audio con el que empezaba la serie y los presentaba como mercenarios que habían ido a parar a ese trabajo por culpa del sistema.
Salvadas, más o menos las cuestiones ideológicas, Brigada A presenta unos primeros veinte minutos deslumbrantes, con un elenco encabezado por Liam Neeson poniéndose en la piel de George Peppard (más que correcto) y el resto de la historia no está mal, salvo por algunos momentos de acción que como ya empieza a ser costumbre en el cine de Hollywood, no se entienden demasiado.
Brigada A es pochoclera ciento por ciento y con guiños a quienes seguían la versión televisiva que se babean y se ríen casi con cualquier pavada. Cumple pero no dignifica.