El juego de las diferencias
Reiterativa en secuencias de acción y persecución, sólo ofrece adrenalina.
Los tanques de Hollywood se diferencian entre sí cuando detrás de ellos hay una idea -que no es precisamente, la que los reúne y permite definir como tanques, y es recaudar con pala-. Son los casos que ofrecen películas con una trama, una intriga, un aliento o llámenle alma. Sea Batman, el Caballero de la noche , Los Simpson o Toy Story 3 .
El tardío traslado de Brigada A al cine no se emparienta en nada con “esa” buena idea, pero tampoco es aburrida y reiterativa como recientes tanques, tipo Furia de valientes . Porque Brigada A sí es reiterativa en las secuencias de acción y persecución, pero no aburre ni cansa. Es como estar en la montaña rusa: uno sabe, lo tiene a simple vista: habrá momentos de adrenalina. Y nada más.
Ya tener al frente del elenco a Liam Neeson, que hace casi veinte años salvaba prisioneros de campos de concentración nazis en La lista de Schindler , y a la nueva estrella Bradley Cooper como Aníbal y Peck habla de un mínimo esfuerzo por rodear bien un guión inexistente en historia y desarrollo.
La película tiene un prólogo de unos casi veinte minutos que, si terminara allí, todos quedarían contentos. En él se cuenta cómo Aníbal y Peck conocen a Baracus y Murdock. Luego, claro, para empalmar con la serie hacía falta que estos militares que forman su propio grupo sean sentenciados por algo que no cometieron -en la tele era asaltar un banco para terminar antes con la guerra de Viernam (!), ahora en Bagdad debieron robar de manera clandestina unas placas para imprimir dólares-, huir de cárceles de máxima seguridad y limpiar su nombre.
Ideológicamente la película no comienza bien (los policías mexicanos son corruptos y asesinos en el prólogo), pero como después son los militares estadounidenses y hasta miembros de la CIA quienes son igual o más sucios, todo queda parejo.
Lo antedicho: habrá alguna secuencia de acción que impacte más que otra, vuelos rasantes en helicóptero o avión, estará la camioneta que ama Baracus, las locuras sin freno del esquizofrénico Murdock, la pinta y seducción de Peck y el cinismo y las frases hechas del coronel Aníbal.
Si usted seguía la serie, ya sabe lo que Los magníficos le pueden brindar. Y si no, también. ¡Ah!, los fanáticos abstenerse de levantarse cuando comiencen a rodar los títulos finales. Un par de sorpresas les tienen reservados a los más pacientes.