El niño maldito
Desde la concepción de Superman a manos de Jerry Siegel y el artista canadiense Joe Shuster en 1933 hemos transitado todos los diferentes eventos de su vida como el primer superhéroe importante de la historia. Es quizás el personaje ficticio más conocido del mundo pero, ¿Cuál es el elemento más frecuente para narrar una historia de un personaje que prácticamente es indestructible y de una moral irrebatible? Y la respuesta a esa pregunta a mi entender siempre es la misma: UN CONFLICTO. Superman es y será siempre un humano por dentro: a pesar de su legado alienígena fue criado con el amor de unos padres adoptivos que hicieron de su moral su mayor virtud y a lo largo de sus más memorables historias es su espíritu el que más hizo tambalear su integridad como héroe, no por nada se lo conoce como EL GRAN BOY SCOUT.
Este año gracias a Screen Gems, Stage 6 Films y distribuida por Sony Pictures Releasing llega una película que misteriosamente toma todo de la mitología del Kryptoniano para narrar los eventos de una historia con tintes de terror y gore. Una nave cae en la granja de los Brayer y ellos ante la imposibilidad de concebir deciden adoptarlo. Quiero empezar diciendo que una de las cosas que más me llamó la atención cuando vi por primera vez el trailer de esta película fue ver como se abordaba desde otra productora que no tiene los derechos de Superman para contar una historia tan similar sin que alguna demanda legal les caiga pero enseguida sonó el nombre de James Gunn en la producción y todo tuvo algo más de sentido. Se sabe que el director está detrás de la secuela de Suicide Squad y no sería equivocado pensar que de alguna forma llegó a un trato con Warner/DC para que el borrador de Brightburn tenga luz verde sin ningún juicio de por medio. Dirige David Yaroveski, un cercano colaborador de Gunn que cuenta con algunos cortos en su haber y con un guion de Mark y Brian Gunn.
Las vidas de Tory (Elizabeth Banks) y Kyle (David Denman) se verán afectadas cuando decidan criar en secreto a un alienígena al que llaman Brandon (Jackson A.Dunn) que a temprana edad comienza a desarrollar habilidades pero que oculta aspiraciones de conquistador. Lejos de encontrar una armonía el protagonista se obsesiona con una compañera de la escuela a la cual molesta de un modo voyeurista cuasi incómodo. Por la edad de los niños no logré enganchar nunca con las motivaciones que tiene y por sobre todo por las acciones en un plan que implica un supuesto dominio de la humanidad. La película se convierte en una especie de venganza ilógica contra todo aquel que se cruce en los caprichos de un niño con los problemas típicos cualquier niño de esa edad. Se destacan algunas escenas de muerte al mejor estilo videojuego de la saga Mortal Kombat, algunas escenas funcionan bastante bien pero la película hace agua por todos lados en el tercer acto, llegando a una conclusión un tanto apresurada y que nos hace pensar en la idea de contar una historia de origen donde el protagonista sin un rumbo claro aprovecha cualquier método para abordar su plan aun cuando la resolución es perezosa para la magnitud de sus poderes.
Elizabeth Banks siempre bien y los efectos están decentes es una película que quizás cumpla en su búsqueda de conformar a un público efervescente por ver por primera vez la historia de un antihéroe desde su perspectiva abrazando el mal. La propuesta está bien pero no hace demasiado mérito para destacar incluso para ver una supuesta secuela.
Una de las cosas que hacen único a un personaje como Superman es su capacidad de ver lo mejor de nosotros los humanos: Clark quiere ser uno de nosotros, nos imita y llega a convertirse en un dios para muchos que ven en él a el salvador, una luz entre tanta oscuridad.
Quiero cerrar esta review citando un párrafo de una gran novela gráfica llamada “Kingdom Come” escrita por Mark Waid y dibujado por Alex Ross que fue publicada en 1996.
““De todas las cosas que puedes hacer, Clark”, clama el pastor McKay en su discurso final hacia un Superman enloquecido por la ira, “de entre todos tus poderes, el más grandioso siempre ha sido tu capacidad instintiva para distinguir el bien del mal… Sin embargo, en el momento en el que dejaste que el súper pesase más que el hombre, en el que dejaste tu humanidad atrás… perdiste tu instinto, así como tu buen juicio””.