¡Aguanten las pibas! Había una vez un grupo de personas que decían que las mujeres no podían dirigir una película de acción y mucho menos escenas de alto impacto, gente supina que atrasa siglos. El caso es que Cathy Yan (Dead Pigs) hizo una película que mezcló a un grupo de heroínas de DC Comics con nada más y nada menos que Harley Quinn (personaje creado en 1992 por Bruce Timm y Paul Dini para la increíble serie animada de Batman) y el resultado es una bomba de acción y aventura más que entretenida. Pero eso no es todo, porque a ese combo le sumamos a Christina Hodson (Bumblebee) en el guion (persona encargada del guion de la inminente película de The Flash dirigida por Andrés Muschietti). En lo primero que pensé tras ver Birds Of Prey es en lo bien que están las escenas de acción a lo largo de toda la película, pero dicho eso no puedo obviar que el responsable es el director y stunt Chad Stahelski, un tipo que estuvo dirigiendo y supervisando las escenas de acción de John Wick, por ejemplo. Para arrancar voy a decir que estamos ante una película muy entretenida que mantiene un ritmo muy parejo en sus más de cien minutos, a los fans les digo que cumple, que tiene todos esos elementos necesarios en el ADN de la editorial que nos hacen reconocer casi de inmediato a nuestros queridos personajes. La historia retoma la actualidad de Harley Quinn post los sucesos de Escuadrón Suicida, ya distanciada de ese personaje que tanto daño le ha provocado, que generó en ella esa dependencia tan tóxica y que no hizo otra cosa más que aprovecharse siempre que pudo: el príncipe payaso del crimen Joker. Margott Robbie logra la encarnación perfecta de Harley Quinn y la película es una verdadera fiesta de acción. Seguiremos el camino de nuestra protagonista intentando ir hacia adelante en una Gotham que realmente se destaca por su estética. De poco iremos conociendo a las demás protagonista de esta historia de origen del conocido grupo de heroínas, que si bien no está completo, porque recordemos que al grupo original de los cómics lo conforman Bárbara Gordon (Oráculo) Dinah Lance (Canario Negro) y Helena Bertinelli (Cazadora), el grupo en esta historia de origen tiene unos leves cambios alternando a Renee Montoya (Rosie Perez) en el lugar de Oráculo y me parece una decisión acertada pensando a futuro y a sabiendas de que hay un Robin muerto a manos del Joker, en lo que queda del DCEU (veremos cómo resuelven ese agujero argumental). Hay un personaje que sirve como hilo conductor del entramado de venganzas, empoderamiento y traiciones que es Cassandra Cain (Ella Jay Basco), una joven huérfana que será el nexo de todas cuando por error le robe al asesino mafioso Roman Sionis. Ewan McGregor logra una sólida interpretación del villano destacando la violencia extrema en complicidad de su ayudante y algo más, Victor Zsasz (Chris Messina). Debo decir que me sorprendió el nivel de violencia que tiene toda la película y a los fans les anticipo que a pesar de los looks vistos en trailers, nuestros personajes del cómic están ahí en plena acción. Hay fan service, hay guiños, mucha comedia negra, pero sobre todo hay mucha acción; y la verdad siendo un grupo poco conocido aún para el público en general, dan ganas de ver mucho más de todas estas mujeres increíbles. Tanto Jurnee Smollett-Bell como Black Canary, y Mary Elizabeth Winstead como Huntress, cumplen muy bien y logran una química maravillosa, aunque la interacción de todas deje gusto a poco. Aves de presa es intoxicantemente entretenida, no hace gala de su función dentro del cine de acción íntegramente femenino, no necesita poses aunque con pequeños momentos se planta con una identidad tan única que enamora. Saldremos del cine con ese soundtrack demoledor sonando en nuestros oídos y el final guarda un pequeño detalle, así que pueden quedarse esperando. Todas sus preguntas respecto a esta fusión de personajes quedarán explicadas y pienso yo que de una manera correcta. Dan ganas de ver más pelis de este tipo sin ese humor berreta y acción simple, con una base sólida y buenas actuaciones, con villanos malos malos que puden tantear una buena acción sin cruzarse de vereda. ¡Aguanten las pibas de DC!
La guerra que cambió el mundo El cine bélico tuvo grandes películas en los últimos veinte años, películas que se han convertido en clásicos por su narrativa o porque han sabido construir historias desde la crítica a hechos lamentables de la historia de la humanidad. Llega una película de esas que sorpresivamente suelen colarse en las temporadas de premios por lo bajo y empiezan a llamar la atención en base a la cosecha de premios importantes, incluso antes de su estreno comercial. De la mano de Sam Mendes, reconocido director de esa maravillosa película multipremiada llamada Belleza americana (American Beauty, 1999) que narraba el derrumbe de una familia de clase media que se entregaba a sus más básicos instintos en busca de liberarse de la monotonía, llega esta historia de amistad en la Primera Guerra Mundial que logra un efecto increíble desde la puesta, pero que se queda a mí parecer mucho más en jactarse de toda su grandilocuencia técnica que en su guion. La historia cuenta el viaje de dos soldados que deben cumplir una misión suicida para evitar que todo un pelotón caiga en una trampa tendida por el ejército enemigo, con el agregado de que el hermano de uno de los emisarios se encuentra en dicho pelotón. Con respecto a las actuaciones no hay nada que reprocharles, tanto el impulsivo Blake (Dean-Charles Chapman) como el desanimado Schofield (George MacKay), están impecables en sus roles y tienen una buena química el tiempo en pantalla; a lo largo de la película veremos breves intervenciones de Colin Firth, Mark Strong y Benedict Cumberbatch logrando buenos puntos en esas breves apariciones. Vamos a hablar un poco de lo que para mí es claramente el punto fuerte de la película y creo que para eso hay que nombrar al principal responsable que es Roger Deakins, un tipo que estuvo por ejemplo como director de fotografía en Sueños de libertad, Fargo, Una mente brillante, Sin lugar para los débiles y Blade Runner 2049, por citar algunas de la vasta cinematografía de este genio. 1917 es un espectáculo de manejo de cámara, un show para todo el cinéfilo, que emula un poco lo logrado por Christopher Nolan en esa joya llamada Dunkerque (2017). No hay dudas que la película logra su propósito de generar esa sensación de arritmia constante, el artilugio de la toma única como ejercicio de que lo narrado se apoye en su totalidad en tecnicismos del cine quizás sin dejar que los personajes destaquen tanto pero logrando una armonía entre el uno y el todo es eficaz. Pienso que Mendes logra un despliegue monstruoso en ese supuesto plano secuencia único que no dejará indiferente a absolutamente nadie la película: es un espectáculo de planos hermosos que te hacen testigo por momentos en primer plano del horror de la guerra pero también deja momentos para apreciar la indiferencia de lo hermoso en ese mismo contexto. Estamos ante una muy buena película para disfrutar en cine, tal vez en la pantalla de IMAX y lo que tener ese sonido significa para el maridaje de una obra como esta. Ahora debo tomarme las líneas necesarias para decir que no me parece una película perfecta y creo que la simpleza en su historia hace que me falte algo, a lo largo de lo que dura el film, no logré enganchar con los personajes que si bien tienen el trasfondo que los pone en esta situación y que no los despoja de su humanidad. Aunque eso les pase factura, siento que el foco es lo técnico y por eso es que no siento que sea la mejor película del año, es muy buena en lo suyo pero para mí no le alcanza para el conjunto de cosas que yo espero en la mejor película de 2019. Recomiendo que la vean en cine porque es un espectáculo que amerita verse en pantalla grande con buen sonido. Faltando semanas para los Oscars seguro veremos a 1917 llevarse más de una estatuilla a casa; al menos en el apartado técnico yo le daría todos y cada uno de esos premios. Veremos qué le toca en sus diez nominaciones, pero que la espectacularidad no nuble los juicios. Podría decir que rodar unos planos de otro planeta con una ARRI Alexa Mini LF hacen del producto final a la mejor película de 2019 pero sabemos que eso no es suficiente, el cine es un conjunto de cosas que escapan incluso a los grandes presupuestos, no creo que Sam Mendes necesite de todos esos chiches para superar lo logrado en Belleza americana y aunque la importancia de la cámara se luzca casi exagerada no logra compensar la narrativa.
La crítica social a flor de piel “Son todos, hombres, mujeres y niños, meros instrumentos de trabajo, entre los cuales no hay más diferencia que la del coste”. (Karl Marx) Se estrenó mi película ganadora de 2019, esa a la que yo le entrego mis respetos por ser la mejor propuesta cinematográfica del año. Los méritos son enormes, cumple con todo los ítems necesarios para ser la mejor, narrativamente es impactante, cautiva desde una puesta tan simple como ostentosa, logra en las actuaciones un punto elevadísimo que enaltece mucho más el resultado final. Nunca estuve más de acuerdo en la entrega de los Golden Globes cuando su director Bong Joon-Ho dijo “Que los subtítulos no sean una barreras”, las barreras que el cine no debe ni necesita tener. Parasite es una extraordinaria crítica social; es una metáfora tan frontal como perspicaz. Es una de esas historias que te interpelan desde la sabiduría de la construcción de diálogos y la amplitud actoral. En 2006 conocía The Host, luego vendrían Morher (2009) y la excelente Snowpiercer (2013). El talento del realizador surcoreano es innegable a lo largo de su maravillosa filmografía; con una forma intrínseca para mezclar drama con comedia pero siempre con la crítica social a flor de piel, poniendo en eje central la problemática de un país muy tradicionalista y con un claro crecimiento artístico en el último siglo. Cualquiera que vea sus obras descubre tramas muy similares a las que pueden transcurrir en tu barrio y eso habla de la importancia de contar una buena historia, de saber dotar no solo de artilugios sino de puro pragmatismo a la orden del arte. La película narra más desventuras de una familia hundida en la miseria viendo la vida pasar en esa especie de alcantarilla que tienen por ventana esperando que una situación logra hacerlos emerger, aunque eso cueste hundir a otros; y esos otros no tardarán en aparecer como una familia rica tanto en estratificación social como en ingenuidad. La incomodidad es casi obligatoria y las cosas irán cada vez más cuesta abajo al punto de sentir los dedos en torno al cuello. No es casual que dos de las mejores películas del año sea en de otra lengua: tanto Parasite como Dolor y Gloria merecen estar en lo más alto de los galardones, que el mundo de una vez por todas entienda el lenguaje universal del cine y abrace propuestas por sobre emociones pasajeras y simples. Pienso que hace falta más que efectividad y elocuencia para triunfar, hace falta arriesgar rompiendo desde lo primigenio para lograr trascender un momento de un cine abyecto de carácter, hacen falta directores como Bong Joon-Ho, tipos como Pedro Almodóvar que no se dejan vencer ni aún vencidos. ¡Qué decir de Martin Scorsese! Un hombre que jamás se antepuso a su obra y mierda que ha prevalecido no solo a los tiempos del cine, se ha moldeado en torno a cada bendito siglo. Esperemos que pase otra temporada de premios y los ganadores seamos nosotros, que en 2020 haya talentos ocultos capaces de cruzar mares y fronteras con obras tan únicas como Parasite.
Libre soy Desde que tengo memoria y habiendo visto películas animadas desde muy chiquito, las pelis donde destacan esos cuadros musicales, donde la magia te sumerge al grado de emocionarte y salir fascinado con la animación de Walt Disney, pocas historias han logrado construir un mensaje tan potente en una inocente película como lo fue Frozen, con dos protagonistas que forman parte del panteón de las heroínas mas inspiradoras de la factoría del ratón. En esta secuela con un guion con una necesidad narrativa mucho más seria, con momentos dramáticos muy dignos se destacan los cuadros musicales maravillosos harán que la experiencia sea tan grata como su antecesora. Párrafo aparte para la animación que honestamente cruza el límite de lo simple y se puede notar tanto en el agua como en la ondulación del cabello de los personajes. Si bien la primera película innovaba desde lo técnico, podemos traquilamente decir que la animación se encuentra en un punto de valoración insoslayable, volveremos a encontrar a todos esos queridos personajes que acompañaron a las hermanas Elsa (Idina Menzel) y Anna (Kristen Bell), que en esta ocasión irán de aventura por develar el pasado de Arendale (y propio), y quiero detenerme aquí a hablar del claro mensaje de Frozen 2 ya que Elsa ahora es reina y tiene esa necesidad latente de seguir una voz que sin ser interior la llama, una voz que solo ella escucha y que desatará quizás por casualidad unos espíritus enojados de un bosque encantado del norte, espíritus que tienen que ver con su identidad con enfrentar lo inevitable. El crecimiento de Elsa en esta película sigue siendo de lo mejor de la saga. No es que Anna con todo ese empoderamiento y amor icondicional por su hermana sea menos interesante, pero hay momentos de Elsa que emocionan (sobre todo uno que no puedo contar sin spoilear) y hacen que uno empatice aún más, que entienda el mensaje que no es banal ni cursi, que es un personaje luchando por domar emociones que desconoce y que surgirá magnificada en un momento tan contundente como mágico con una canción quizás menos resonante que “Let It Go” pero que al menos a mí me fascinó. Frozen 2 es una muy buena secuela, es la clase de película que me encantaría ver en familia y olvidarme de las obligaciones por un ratito, irme de aventuras con Kristoff, Sven y Olaff. Hay momentos para vivir la magia y soprenderse, vayan sin miedos, es imposible que no les guste la película, vivan el romance, vibren las canciones que son hermosas, ríanse con el mensaje de Olaff, que tal vez no es algo que los mas chicos entiendan pero de eso se tratan esta historias, llegan para que de grandes repasemos eso que de chicos no entendimos porque de grandes podemos entender todo, pero nos falta emocionarnos más. Hay momentos donde podés permitirte llorar, ya habrá tiempos para seguir odiando cosas y alzando el puño en las redes, pero date un respiro que es una linda película para ver en cine.
El ascenso de Skywalker Atrás quedan las disputas políticas que desencadenaron la guerra entre la república y la federación de comercio, el otorgamiento de poderes extraordinarios al caciller Palpatine. Atrás quedan las guerras clon, el exterminio Jedi tras la Orden 66, atrás queda la búsqueda de esos dos droides a Obi Wan Kenobi, la batalla de Yavin y la destrucción de la estrella de la muerte. Atrás queda la pelea entre Luke Skywalker y Darth Vader y la revelación de ser nada más y nada menos que su padre. Atrás queda el entrenamiento de uno de los dos últimos Jedis con vida de toda la galaxia y el fin de la guerra tras la batalla de Endor y la restauración de la fuerza al balance galáctico. Todos estos sucesos y muchísimos más conformaban las primeras dos trilogías de lo que es tal vez la saga que más ha calado en el inconsciente colectivo de varias generaciones, un verdadero fenómeno de la cultura pop en sus más de cuarenta años de vida que va desde juguetes, libros, videojuegos e incluso productos de belleza que invaden absolutamente todos los mercados. Hablamos de un fenómeno tan grande que prácticamente no existe persona en el planeta que no sepa quién es Luke, Leia, Chewbacca o Han Solo y esto es debido a que la cultura popular es precisamente eso, entrar al corazón de las personas y transgredir toda norma. Corría el año 2012 y la megaempresa de medios Walt Disney Company se hacía con los derechos de la popular saga creada en la década del 70 por George Lucas y una de las más rentables de la historia. Y es así que el mismo mes en que se hace la adquisición de la franquicia se anuncia una nueva trilogía, esta vez de la mano de Kathleen Kennedy, Bryan Burk, escrita por Lawrence Kasdan y dirigida por J. J. Abrams en una coproducción para su productora Bad Robot. La película se llamaría Star Wars: El despertar de la fuerza y nos venía a plantear una historia treinta años posteriores a los hechos de El regreso del Jedi donde los vestigios del imperio resurgen como la Primera Orden con la intención de acabar con el los últimos Jedis encontrándose en el camino a una pequeña resistencia liderada por Leia Organa en una búsqueda desesperada del paradero de Luke, quien parece ser nuevamente quien podrá restablecer el balance a toda la galaxia. La primera película cosechó buenas críticas y estableciendo un parámetro decente respecto al fandom con los nuevos personajes Rey, Finn, Poe Dameron, BB-8 y Kylo Ren, pero sin embargo el director JJ Abrams abandonaría la dirección de la saga que caería en manos de Rian Johnson (Looper, Knives Out) y dejaría la película más polémica al menos de esta trilogía haciendo a un lado un camino previsto anteriormente por Abrams y tomando algunas decisiones controvertidas (para bien para mi gusto). Necesitaba armar este mapa hasta llegar a Episodio IX porque siento que es imposible hablar de una película que llega para cerrar una saga tan importante para muchos sin recordar el camino transitado. El ascenso de Skywalker iba a ser dirigida por Collin Trevorrow pero la película cayó en manos de quien inició la saga: JJ Abrams. Es innegable destacar lo que despierta Star Wars en el público, uno llega a la sala y sabe que el clima es otro, se ven nervios, hay ansiedad y todo eso se magnifica cuando las letras en amarillo empiezan a ascender con esa música intrínseca del maestro John Williams que hace acallar gritos y suspiros en los presentes. El ascenso de Skywalker no puede dejarte indiferente. Es el cierre digno de una saga que a mi modo de ver cumplió con las expectativas de muchos fans, que vino a despejar muchas incertidumbres generadas en la anterior entrega, que vino a rendir los homenajes de una manera imperativa y con un contundencia muy propia del director. Es imposible meterse en el plot sin spoilear algo; así que me voy a detener en algunas cuestiones técnicas y de sensaciones que me quedaron finalizada la película. Lo más destacable es por escándalo el laburo actoral de Adam Driver construyendo un personaje con una dualidad muy compleja y que saca adelante con una potencia abrumadora. No hay dudas que estamos ante un actor que va a destacar mucho a futuro ya en lo que va del año tiene dos actuaciones muy soberbias: en esta película y en A Marriage Story de Noah Baumbach. Obvio que todo esto es complementado a lo que Daisy Ridley logra, y me detengo a decir que al fin vemos al personaje explotar y abandonar por momentos ese halo dubitativo que tuvo en las enteagas pasadas. Vamos a encontrar a una Rey mucho más segura de sí misma aceptando quién es y confrontando siempre que debe hacerlo sin huir, pero a la vez entendiendo cuál es su rol en esta historia, y creo que la película hace hincapié en eso, convertirte no solamente en lo que todos esperan de vos y explotar lo inesperado. Los homenajes son muy eficaces y en momentos muy precisos. Todos vamos a estar esperando esa despedida y sepan que va a llegar resuelta muy bien y en el momento justo de la trama. Por supuesto que hay momentos donde todo parece caer en clichés típicos de la saga y en algún que otro momento se cae, pero no de una manera redundante. La película tiene fallos, no es perfecta, y admito que hay una escena del tercer acto que debo rever y procesar con mayor atención ya que me sorprendió, y no para bien. Hay cameos muy celebrados (uno en particular es breve, estén atentos), los efectos no desentonan y me parecieron correctos casi que sin nada para achacarle. Y respecto al soundtrack, ¡Qué puedo decirles! La leyenda John Williams quemando sus últimas chispas de genialidad dejando todo un legado imprescindible para la narrativa de esta historia es esa clase de arte que enaltece a una obra. Déjenme decirles que no existiría Star Wars sin esa gran tilde que es la obra musical de Williams. Para todo lo demás voy a dejar que se sorprendan ustedes mismos, que viajen por toda la galaxia buscando esas respuestas seguramente va a haber lágrimas, despedidas, sorpresas y muchas cosas más para finalizar esta epopeya de nueve películas. Llega un nuevo cierre, vívanlo de la manera que quieran vivirlo sin que nadie opaque el despertar de una nueva Star Wars pero recuerden siempre que la fuerza está ahí, que nada se pierde para siempre, que la chispa despierta grandes rebeliones y que el cine que logra emocionar es el cine que debe prevalecer por sobre el gusto y la opinión de alguien.
Adiós, buenos muchachos Uno acompaña casi con ansias ese primer plano secuencia en el que descubrimos a Frank Sheeran (Bob De Niro), un hombre anciano con la mirada perdida internado en un asilo; y conforme vaya pasando el tiempo iremos descubriendo los tonos del último trabajo de Martin Scorsese producido en conjunto a De Niro y con un elenco maravilloso. The Irishman serán poco más de tres horas de cine, cine de la vieja escuela que no viene a demostrarle nada a nadie, que no viene a deslumbrar con artilugios técnicos ni sonoros; viene a contarnos una historia que es la adaptación del best seller “I Heard You Paint Houses” de Charles Brandt. La historia narra la vida de Frank Sheeran, un veterano de guerra que poco a poco irá ascendiendo en el mundo del hampa y en ese camino se topará nada más y nada menos que con Jimmy Hoffa (Al Pacino) con quien entablará una entrañable amistad en un mundo en el que el poder y la ambición parecen manejarlo todo. Es un muy buen año para el cine todavía nos queda un mes y se puede decir que hemos disfrutado de un abanico muy diverso de buen cine con grandes directores encabezando las listas camino a la temporada de premios. The Irishman es una película de ciento cincuenta millones de dólares que por muchos idas y vueltas de estudios y productores cayó en manos de Netflix y a pesar de poder disfrutarse en solo dos salas a nivel nacional, ha llegado al popular sistema de streaming para el deleite de todos sus abonados que podrá decidir si verla en el cómodo sillón de sus livings o en la sala de un cine (eso queda a elección de cada uno). Lo que sí se puede asegurar es que nadie va a quedar indiferente con pedazo de película. Para empezar a hablar de la obra hay que comenzar por las actuaciones en la que para mí se destaca Robert Deniro por el resto, logrando momentos únicos en donde no alcanza con la empatía simple. Su Frank Sheeran es frío y calculador, pero también es un hombre consciente de la falta de afecto de su familia para con él, algo que veremos a lo largo de toda la película y que en modo flashbacks y voz en off (marca registrada del director) nos servirán de guía para entender situaciones y decisiones importantes de la trama. Joe Pesci, quien abandonó momentáneamente su retiro de la actuación motivado por las charlas con respecto al guion de Martin que quería tenerlo en su película. Interpretando a Russell Bufalino, jefe criminal de Pensilvania, a través de un intercambio de favores con Frank y su rol de camionero llegará a lo máximo de su confianza. El trabajo actoral del trío principal es algo para recordar por muchos años, estos señores han dejado su historia dentro del mundo del séptimo arte y bien merecen una despedida al menos juntos de la forma en que The Irishman transcurre. El ascenso del sindicato de camioneros a cargo de Jimmy Hoffa, el triunfo y muerte de JFK, la crisis con Cuba e incluso el escándalo del robo de los documentos de Watergate confluyen en una trama que no decae en ningún momento, que logra atrapar que nos sumerge en el buen tino de Frank y su oficio de matar, porque The Irishman es una película que quizás muchos tilden de cómoda para el director pero que que no hace más que afianzar la idea de que se pueden contar historias sin caer en la narrativa forzada del croma en donde las actuaciones son el puntal de la obra y los pequeños artilugios que los tiene solo subrayan el ojo del genio que es Scorsese. Casualmente dos de las mejores películas del año tocan temas similares: tanto Once Upon a Time in Hollywood como The Irishman hablan de la amistad desde lugares dispares pero no menos comunes, y mientras el tercer acto me desojaba como si fuera yo un árbol mostrando el ocaso de un hombre con una vida terrible y secretos oscuros en busca del perdón, no podía dejar de pensar en muchas frases que va sembrando para la reflexión llegando al ocaso. Medio siglo de cine para Martin Scorsese sin duda, todo un legado en su filmografía, un hombre que emana cine, que tiene una particular visión y que por sobre todo habla a través de sus obras. Demás está decirles la importancia de la revisión filmográfica de un director como él y creo que en una época donde a veces erróneamente se intenta explicar más de lo que se permite admirar es necesario hurgar en el pasado, el ADN de un cine que se va transformando constantemente pero que vive dentro de su estructura primigenia sin perder jamás la esencia de quienes buscan con la cámara contarnos buenas historias, como la de un hombre que pinta casas y que hace sus propios trabajos de carpintería.
Resplandecer a pesar de todo La idea de adaptar lo que para mí es una novela netamente transitiva que logra una evolución lógica con respecto a sus personajes no me parecía muy genial y más aún si esa trama toma personajes ya muy arraigados en el imaginario popular como los de la novela “El Resplandor” de Stephen King, que tuvo su adaptación en manos de un cineasta de los más respetados de la historia como lo fue Stanley Kubrick, pero que curiosamente es una de las adaptaciones que menos quiso el autor de su basta baraja de éxitos. Mike Flanagan allá por 2013 logró atraparnos con ese cuento moderno a lo Hansel & Gretel temporal que fue Oculus; tuvo una más que decente adaptación de El juego de Gerald también de Stephen King (y que pueden encontrar en Netflix); y si de series hablamos, nos regaló esa excelente adaptación del libro de Shirley Jackson, Haunting Of Hill House. Para hablar de Mike Flanagan hay que enmarcarlo en el contexto de que ya entra en ese pequeño grupo de directores que han sabido contar las historias de Stephen King dotándolas de una personalidad intrínseca tal como supieron hacer Frank Darabont o Mike Garris anteriormente. La visión del director respecto a esta obra es de lo más acertada y debo decirles que la adaptación se toma unas cuantas licencias y de manera muy válida para mi gusto. En Doctor sueño la historia retoma los años posteriores a los hechos fatídicos de la familia Torrance en el hotel Overlook. Danny es un alma atormentada no solo por este poder particular de comunicarse con los muertos sino que él mismo intenta huir de su vida, acallando su voz interior bebiendo sin control y tomando unas muy malas decisiones que lo acompañarán por siempre. Doctor sueño habla de la redención y la falta de esperanza coqueteando por momentos con el terror pero sin dejar de iluminar a los personajes con esa tridimensionalidad necesaria para conectar con la trama, una muy buena labor de Ewan McGregor dando acertadamente en la interpretación de un hombre perdido buscando la salida sin dejar de entender el camino, y es en ese viaje que Danny conocerá a Abra Stone (Kyliegh Curran), una niña que comparte un poder mayor y que de alguna forma le recordará que es necesario hacerle frente a un mal antiguo y muy latente que se alimenta de la gente que resplandece. Me quiero detener en los villanos de la película, un grupo de sedientos seres autoproclamados “El Nudo Verdadero”. Tanto en la novela como en la adaptación no vamos a tener claro si son simples criaturas paranormales o una especie de evolución de los vampiros provenientes de Jerusalem´s Lot (de hecho en la novela toman los terrenos de la mansión Barlow y los cimientos del Overlook como sus refugios por ser centro de un poder maligno y se describe que a Rose la chistera le sobresale un único colmillo cuando se alimenta). Estarán casi todos los miembros más importantes del Nudo pero cabe destacar la labor de Rebeca Ferguson como Rose La Chistera. Rose es implacable, es la líder del grupo y por sobre todo la única capaz de rastrear a Abra teniendo en la película uno de los mejores momentos de la película. Una de las cosas en las que había que prestar especial atención era en los momentos de la violencia ya que son puntal en la narrativa, el nudo Verdadero necesita alimentarse de algo que ellos llaman Vapor y lo poseen las personas con el don de Resplandecer, hay una escena con tortura y muerte de un niño que penetra en todos los sentidos tal y cual la describe el maestro del terror literario y que el director supo plasmar muy bien. Estamos ante una muy buena adaptación de Stephen King, el director toma riesgos en el tercer acto cambiando el desenlace pero créanme que ha quedado muy bien todos los giros en la trama llevan a ese final, los fantasmas del pasado dormidos no tardarán en despertar, Flanagan hace un homenaje sencillo sin caer en la empalagosidad típica de las nuevas remakes o adaptaciones que pululan en Hollywood, para destacar ese latido a modo corazón delator que llega a desesperar en los momentos de más tensión. Doctor sueño no intenta imitar a El resplandor, es como un viaje a la redención de Danny con sus fantasmas y por sobre todo con resplandecer, siempre y a pesar de todo.
Quien ataca dos veces, ataca peor El cine ha sabido darle al espectador muchísimas aristas respecto a animales desbocadas en atacarte bajo situaciones extremas, algunas veces ha funcionado dejando grandes obras de culto y otras solo un buen rato de sobresaltos y no mucho más para recordar. Ese es el caso de esta innecesaria secuela (para mi gusto). La historia va de cuatro adolescentes; dos hermanastras que escapando de una salida familiar deciden ir de aventuras a un lugar subterráneo a realizar buceo y ahí es donde entran elementos típicos del subgénero como desobedecer reglas establecidas que hacen a veces de manera rebuscada que exista una historia que contar. Todo va bien pero esa tranquilidad y relax se verá interrumpida cuando un enorme tiburón blanco las aceche utilizando las profundidades y todas las artimañas bastante gastadas en sagas como Tiburón, Piraña, El descenso, etc. Una película con buen uso de la fotografía submarina, algunos sustos bien resueltos pero no mucho más que eso, noto que a veces se quiere referenciar al género y se cae en replicar de una manera bastante burda dejando como resultado un producto que no llega ni a copia barata de un clásico. Las actuaciones están bastante bien. Destacan Corinne Foxx (hija de Jamie Foxx) como Sasha, y Sistine Rose Stallone (hija de Sylvester Stallone) en el papel de Nicole. Para apuntalar el film tenemos a John Corbett que hace de padre de las hermanastras Mia y Sasha y es arquéologo del lugar prohibido donde las adolescentes sufrirán los ataques del enorme escualo. La película es dirigida por Johannes Roberts, quien estuvo a cargo de la primera y que tampoco estaba tan bien pero que particularmente me trae a la mente que es el mimo director que tuvo a cargo la secuela de Los extraños, esa muy buena película del subgénero Home-Invation que dirigió en 2018 y que tenía tanto una fotografía como un soundtrack alucinantes, y que si recomiendo mucho ver si la encuentran algún lado ya que es una peli que tiene cosas muy interesantes además de su trama simplona. Una película que seguramente pase sin pena ni gloria en esta pequeña ola de producciones donde animales gigantes acuáticos atacan; los más sobresaliente que se vio en este tiempo sin duda alguna es Crawl estrenada hace muy poco y dirigida magistralmente por Alexandre Aja. Sinceramente no tengo mucho más para decir: aconsejo esperar mejor y verla en video.
De la locura a la gloria Pocos personajes tan complejos como misteriosos logran en el espectador lo que consigue el Joker, personaje creado en la década del cuarenta por Jerry Robinson, Bill Finger y Bob Kane basado en la caracterización que le dio Conrad Veidt a su interpretación de Gwynplaine en “The Man Who Laughs” (1928) y que inmediatamente se convertiría en el némesis de Batman y modelo de la antítesis a la hora de contar la dualidad de dos personajes tan opuestos como semejantes. Una relación que es sujeto de análisis en obras destacadas del mundo del cómic, prácticamente no existe guionista que no quiera contar una batalla entre el caballero de la noche y el payaso príncipe del crimen. A lo largo de la historia hemos tenido varias adaptaciones en cine, otras muchas en series; algunas que quedan en la historia de sus intérpretes, otras un tanto menos logradas pero lo que sí podemos decir es que Joker es un personaje que cuenta con un dato clave a la hora de describirlo, y es que nadie sabe bien su origen a pesar de tener como canon varios relatos que han servido como punta para tener en cuenta en una posible historia de origen. Esto también hizo que el personaje cobrara aun mayor interés en los seguidores de las historias ya que en la variación del relato se construye un mito, ese mito de un hombre que en su locura es capaz de cualquier cosa, un hombre que es fruto del miedo, de la desesperación, obra de una ciudad corrupta, un verdadero agente del caos. Allá por el año 2017 Warner Bros y DC Films, tras los pocos alentadores sucesos que precedieron el estreno de Liga de la Justicia (Justice League), dan a conocer los planes para producir una película centrada en los orígenes del Joker pero que no estuviera relacionada al ya conocido DCEU. Para esto es que eligen a Todd Phillips, un director que venía de dirigir varias comedias (Roadtrip, The Hangover, etc.), elección que desalentó bastante a los fans pero que no logró incomodar a los ejecutivos que seleccionaron a Scott Silver para coescribir junto a Phillips el guion y a nada más que al maestro Martin Scorsese en la coproducción. Para la elección del protagónico se barajaron dos nombres: Leonardo Dicaprio y Joaquin Phoenix, siendo este segundo el indicado por el director. La película mantuvo un rodaje normal: tuvimos el primer vistazo del look que iba a tener esta nueva adaptación del Joker más cercana a aquella que supo caracterizar a César Romero en la serie BATMAN de 1976, pero todos empezamos a elaborar hipótesis de cuál origen iban a contar, si realmente iban a tomar la obra de Alan Moore y Brian Bolland en “The Killing Joke” o si se iban a inclinar en algo nuevo. Hubo un trailer y todos quedamos boquiabiertos, pero luego la película tuvo su estreno el 31 de agosto pasado en el Festival de Cine de Venecia, donde la directora salteña Lucrecia Martel entregó el León de Oro, siendo el mayor premio del jurado y ahí todo fue una locura, no paraban de llover elogios y nosotros no podíamos esperar por ver esto mismo que se convertía en un éxito antes de llegar a su estreno comercial. Tuve la suerte de asistir a una de las funciones privadas que se realizaron en nuestro país a cargo de Warner Bross Argentina en su microcine. Llegué un poco nervioso dado que solo había visto un solo trailer y no quise saber más y evité todo tipo de spoilers: quería llegar al día del visionado lo más fresco posible y que cada fotograma me golpee como sucedió cuando las luces se apagaron. Estamos ante una película majestuosa por donde se la mire. Todd Phillips logra contar una historia que es un efectivo y contundente reflejo invertido del camino del héroe, una película que te interpela desde su concepción, te hace parte de un problema como hace rato no se ve en una pantalla, la historia de Arthur Fleck, un hombre que vive en una ciudad en ruinas, una Gotham corrupta que ya nos mete de lleno en ese universo que reconocemos de inmediato y que es imposible despegar de Batman. Este hombre agobiado por la pobreza intentando salir a flote teniendo a una madre enferma a cargo siendo objeto abyecto de una sociedad mezquina que hace la vista gorda para los que menos tienen mientras los empresarios prometen soluciones a cambio de votos, una crítica social muy presenta en todo el relato hace que uno interpele las decisiones que atravesarán la vida de Arthur pero que convertirán su camino en un viaje casi ineludible con la locura. El trabajo actoral de Joaquin Phoenix es fundamental desde todo punto de vista, pienso que partiendo del trabajo vocal con el tema de las risas (sí, las risas), ese enajenamiento que supimos verle en más de una oportunidad y que es un rasgo característico que lo enaltece, una tristeza que no solo es visual hacen que sea imposible no apenarse por todo lo que le suceda, su actuación es directamente proporcional al resultado general de la película , me es imposible pensar que alguien más haya podido lograr poner voz, cuerpo y alma y acercarse levemente a este resultado actoral. A los fans solo voy a decirles que Joker no escapa a las referencias con Batman, aunque no lo veamos vamos a saber que él está ahí, hay escenas en las que tuve que ahogar gritos, créanme. La puesta y fotografía son brutales pero algo que hace que la experiencia gane muchísimo es la banda de sonido compuesta por la islandesa Hildur Guðnadóttir que acierta en cada acorde que suena de fondo y por momentos cautivan profundamente. Hay guiños a grandes clásico del cine fácilmente detectables y un Robert De Niro en un papel conciso pero no menos efectivo. Los últimos 20 minutos de la película son sencillamente aplastantes, de repente las piezas van encastrando en este enorme rompecabezas y nada quedará librado al azar, todo es reconocible, la historia cobra vida el mito se dimensiona y uno no puede dar crédito a lo que está viendo. La película terminó y yo quedé sentado intentado procesar lo que acababa de ver, Joker no es un festín de sangre sin sentido, es el ocaso de un hombre con serios problemas mentales cayendo a los más profundo que se puede caer cuando la sociedad te empuja por todos lados, los hechos no justifican las decisiones pero eso es la ficción, un personaje acosado por grandes problemas intentado resolver; a veces con finales felices y otras abrazando la locura felizmente siendo parte de que lo que puede provocar el mal siendo parte de una solución dramática. Joker expone a mi gusto inteligentemente el eje de que el Joker está mas allá del mal común, Joker puede ser cualquiera en su peor día. El mal, una peligrosa idea de la sociedad en reinante desesperación. “Le verdadera broma es tu persistencia, tu profunda convicción qué de alguna manera, en alguna parte, todo esto tiene que tener sentido.” Grant Morrison (Batman R.I.P)
“—Flotan —gruñó la cosa—, flotan, Georgie. Y cuando estés aquí abajo, conmigo, tú también flotarás.” Llega el final de esta aventura que convirtió al director argentino Andrés Muschietti en uno de los más solicitados al momento y en IT primera parte en la película más rentable de la historia. Para la primera nos íbamos a encontrar con los perdedores y los momentos que quizás más calaron el inconsciente de generaciones enteras que leyeron y amaron la novela del gran Stephen King. Absolutamente todos esperamos esta película y fuimos amando todo lo que nos íbamos enterando en torno a la producción, primero el cast de los perdedores en versión adulta y de a poco las decisiones respecto a cosas que hubiéramos querido ver en la primera y por cuestiones de narrativa no pudimos ver; y que ahora los Muschietti Bros. nos regalan y que, a mi parecer, hacen de la experiencia algo que trasciende la pantalla porque IT es algo para estudiar, no solo como una obra primordial acerca de los miedos, la amistad y el brutal paso del tiempo que a pesar de todo siempre vuelve a sacudir el futuro, uno encuentra en sus personajes situaciones, lugares y un dialecto que te involucra de alguna forma como pocas veces recuerdo haber leído; entonces uno entiende el huracán que eso genera y la necesidad de ver esa traslación de hojas a fotogramas. La película abre con esa secuencia del festival del canal; y con esa escena en específico, porque si había una forma brutal de empezar esta secuela era con un asesinato producto de la homofobia reinante en Derry como para poner más en claro lo que Pennywise genera en torno al miedo y sobre todo en los habitantes del pueblo, que lo alimenta cada veintisiete años. La escena es brutal y en lo personal esperaba mucho verla, puedo anticiparles que no defrauda. Presten atención a los cameos porque los hay y muchos. Poco a poco vamos a ver cómo los perdedores irán atendiendo el llamado de Mike Hanlon (Isaiah Mustafa) que ha sido el único que se ha quedado en Derry tras derrotar al payaso en las alcantarillas. Es un primer acto un tanto apresurado para mi gusto y si bien uno puede ver cómo afectó alejarse del pueblo a los seis perdedores restantes, hay personajes como Tom Rogan (Will Beinbrink) o Audra Phillips (Jess Weixler) que no van a tener la relevancia en la trama en esta adaptación. Respecto a lo actoral creo que todos están muy bien destacando la labor de Bill Hader que tiene quizás los momentos más divertidos de toda la película. Su interpretación de Richie Tozier es tan genial como la que Finn Wolfhard tuvo en la primera parte; tendremos el doble eje temporal que nos hará emocionar más de una vez respecto a las remembranzas del club de los perdedores buscando en Derry eso que supo unirlos para enfrentar a Pennywise. Me parece muy acertada la decisión del director de poner en peso gran parte de esa ausencia por el amigo que ya no está (y no es spoiler). En cuanto a esa escena en particular debo decir que se nota que ha sido alterada… espero que en un tiempo podamos verla como realmente es, y no digo que haya quedado mal, pero el resultado es otro y entiendo que hay una susceptibilidad en esto tiempos respecto a ese tema. Bill Skarsgård es un joven actor que demuestra poco a poco que puede hacer lo que le propongan. Vamos a conocer un poco más el origen de Pennywise e incluso el director va a tomar valientemente la decisión de meter en el metraje algunas ideas que muchos pensaban difíciles de adaptar. Respecto a los efectos están bien aunque por momentos lo digital haga un ruido, habrá lagrimas muchas lágrimas, varias sorpresas, muchos guiños, momentos donde se nos escape alguna risa y una batalla final al nivel de las expectativas sobre todo pensando en lo que la miniserie de los noventa intentó y por motivos de presupuesto no logró. En definitiva una propuesta arriesgada por parte de la dirección cuando el guion lo pedía, sabíamos que no iba a ser fácil cuando en ese vaivén temporal que es el libro los mejores momentos transcurren en la inocencia de sus protagonistas. Tanto Jessica Chastain, James Mcavoy, James Ransone como Jay Ryan cumplen en sus roles y destaco la labor de la producción en encontrar actores de gran parecido físico para las dos historias. IT 2 es un digno cierre de cuento de terror una experiencia que amerita vivirse en una sala de cine. Pienso que los fans de King saldrán más que satisfechos. La película es el mejor homenaje que pudo hacerse a una obra de Stephen King al momento, como un verdadero fanático de la novela debo decir que me emocioné en más de una ocasión y quisiera también decirle a la gente que aún no leyó el libro que lo haga, que se permita viajar a Derry y descubrir muchas más cosas de los personajes y con esos detalles entender que IT no es algo que habla de un susto primigenio como una obra alusiva al jumpscare; el miedo no es tanto Pennywise, el miedo somos nosotros, el ser humano rebajado a las peores calamidades cuando olvidamos quienes somos y de dónde venimos. “Nadie puede vivir una vida natural sin tener pesadillas de vez en cuando.” STEPHEN KING