Malo, Superman.
Si bien no es para nada novedoso que toda película de superhéroes o supervillanos transiten por lugares comunes, respeten códigos de un subgénero que últimamente está en boca de todos, siempre hay una cuota de expectativa cuando de una nueva figurita se trata, y mucho más si viene acompañada de una interesante premisa para contar el origen de un villano.
Nada de esto sucede en este nuevo intento de David Yarovesky con la historia trillada de Superman pero esta vez desde el punto de vista de un extraterrestre sin un ápice de empatía humana.
El muchacho en cuestión se llama Brendan Breyer y es más malo que su madre (Elizabeth Banks), quien al no poder quedar embarazada aprovecha la volada cuando la criatura extraterrestre cae en su rancho. La crianza de este bicho con cara de nene malo era normal hasta que el pibe descubre que es diferente a todos sus insulsos compañeritos de escuela, le quiebra en cinco la mano a una chica al dársela como revancha de su actitud, mientras el resto de los niños se burlan.
La premisa muy mal desarrollada y sin sorpresa toma un cariz distinto cuando aparece un terror rutinario, algo de sangre en contraste con este chico problemático que se la pasa dibujando símbolos, con una madre un tanto negadora que finalmente debe aceptar la gran metida de pata de haberlo acogido en ese rancho.
Nada más y mucho menos. Lástima, parece que hay secuela.