Un bebé del espacio cae a la Tierra y es adoptado por una pareja de granjeros que no tienen hijos. El chico crece y descubre que tiene superpoderes. La historia puede sonar conocida, la diferencia es que este bebé no vino del planeta Kripton y es un auténtico hijo de perra. El director David Yarovesky, egresado de la escuela de “Guardianes de la Galaxia”, le da una vuelta de tuerca al género de los superhéroes de comic con el cine de terror gracias a la ayuda de un buen guión de los hermanos Brian y Mark Gunn. Pensado a la antigua para un público moderno, el argumento va creciendo en tono al estilo de “La profecía” y otros films clásicos de niños diabólicos, con un excelente pulso narrativo que va haciendo crecer las cosas dramáticamente desde que el niño sólo hace cosas raras, y no es consciente de sus poderes, hasta cuando la gente del pueblito empieza a caer muerta como moscas, a veces de maneras imaginativas y generosamente condimentadas en gore.
En estos casos el personaje de la madre del pequeño villano es esencial y Elizabeth Banks cubre el personaje en una excelente performance, luciéndose en el antológico desenlace.