¿Quién se ha robado mi bolso?
Brisas heladas está hecha de buenas actuaciones, el clima adecuado y un director que antes la testeó como obra de teatro. No conforme, Gustavo Postiglione también se involucra en el guión, la banda de sonido y una aparición breve pero fundamental en el desenlace de la historia que rememora los cameos de Hitchcock (aquí y en Psicosis los realizadores aparecen con un sombrero). Los guiños al cine clásico, los policiales y el mundo cinéfilo están por todas partes, circunscriben una historia de traición. Entre hermanos, socios que no lo son y mujeres fatales; nadie confía y nadie es culpable. Porque al fin y al cabo los que cumplen condena son los que reunieron las pruebas suficientes para demostrarlo.
Poco importa que Mabel (María Celia Ferrero) y Bruno (Juan Nemirovsky) sean hermanos, se reencuentran la noche equivocada y ahí comienzan las desventuras. Flashback: la mujer de pronto aparece interrogada por un detective (Gastón Pauls); se altera la cronología de los hechos de la misma manera que se tensan los lazos filiatorios y aparecen -muy pronto- los mafiosos liderados por Norman Briski que establecen el plazo de 24 horas para que aparezca un bolso con dinero que fue robado. Si no, prometen sangre.
Los interrogatorios al principio son confusos pero la acusada usa la palabra “topo” y ahí nos acordamos de las novelas de John Le Carré y terminamos de sellar el pacto con la apuesta argentina por el noir. Postiglione es cínico, se ríe de las cosas más mundanas y del cine esnob, con sus críticos esnob. Los protagonistas son siempre Mabel y Bruno, ni las participaciones especiales ni el resto del elenco desdibujan esos dos personajes. El reparto es desde un principio interesante y saben ocupar bien su lugar; está bien filmada y abundan los planos secuencia. El director maneja bien la verosimilitud, aunque hay algunos excesos como la cantidad de veces que una mujer se saca y vuelve a poner los zapatos en un departamento.
Toda mujer que tenga un chofer es de antemano enigmática, tal es el caso de la actriz Elli Medeiros siempre impredecible. Por si le faltara algo para seducir a la platea masculina en el clímax del film se despacha con una canción que funciona a la perfección para el momento, aunque también podrías sonar en las radios. Los autos, para quien preste atención, van a ser importantísimos para el trajín de esa noche. Desde los de alta gama hasta los que son de juguete, en la utilería hay muchos juguetes que le aportan una dosis de ingenuidad a un policial duro y rosarino.
Y si bien Brisas heladas arrastra elementos narrativos del teatro, los fusionan bien con los recursos cinematográficos para esta apuesta por sucesos que se guardan en cajas chinas.