Robó, huyó y lo pescaron
Luego de la épica Días de Mayo (2009) y del introspectivo documental experimental Lejos de París (2013), el rosarino Gustavo Postiglione regresa al cine con un policial. Adaptación de la homónima obra teatral de su autoría, Brisas heladas (2015) mantiene la impronta cinematográfica que caracteriza su obra pero apostando al “film noir”.
El entramado policial de Brisas heladas involucra a los hermanos Mabel (María Celia Ferrero) y Bruno (Juan Nemirovsky), el mafioso (Norman Briski), Carmen, su enigmática esposa y amante de Bruno (Elli Medeiros) y al fiscal (Gastón Pauls). La trama girará alrededor de un bolso (se supone con mucho dinero) que unos se roban y otros deberán encontrar.
Brisas heladas es un largo flashback que se origina en un increíble plano secuencia que le servirá a Postiglione no solo para escaparle a la posible teatralización del texto sino también para descargar toda su ironía contra cierto tipo de cine y los críticos. Aunque a diferencia de lo que sucedía en La peli (2007) acá no matará a ninguno. La cámara seguirá a dos personajes por su recorrido dentro de un gimnasio hasta llegar a un auto donde serán asesinados por Bruno y Carmen, quienes robarán el bolso que desencadenará el conflicto.
Antonio lo culpa directamente a Bruno y éste teme por su vida. Aparece Mabel, la hermana con aparentes trastornos psicológicos de bipolaridad que desatará un drama familiar de reproches, cuentas pendientes y una sucesión de situaciones que relacionarán a todos los personajes entre sí. Nada es lo que parece y todos serán culpables de algo.
Postiglione trabaja la historia de manera inteligente, escapándole a lo que podría haber sido teatro filmado, con largos planos secuencias, una cámara en continuo movimiento y cierto minimalismo escénico. Resulta interesante la elección estética para resolver el caso, muy similar a la estructura narrativa de Tiempos violentos (1994) de Quentin Tarantino, y esa forma personal que tiene de mostrar una Rosario, entre mágica y realista.