En su regreso al cine, luego de un período de seis años, el realizador Gustavo Postiglione (“El asadito”, “El cumple”) se anima al género policial en “Brisas Heladas” (Argentina, 2015), con una historia de mafiosos que intentarán recuperar un bolso con dinero del capo de ellos (Norman Briski) que desapareció delante de sus narices.
Lo que no saben estos mafiosos (estereotipados, divertidos, grotescos) es que detrás de esa desaparición está nada más ni nada menos que la mujer de él (Elli Medeiros) y Bruno, uno de los integrantes de la banda, que a partir de una relación clandestina, decidieron sustraer el dinero para poder conseguir un poco de libertad y espacio para sus sueños.
El protagonista excluyente de “Brisas Heladas” es Bruno, un joven ambiciosos, que de tanto desear las cosas se termina envolviendo en un sinfín de actividades ilegales que lo llevarán a contraer deudas impagables.
Justamente partiendo de este punto (su morosidad) el director pensó un gran gancho para que Bruno sea el vector narrativo a partir de sus inconvenientes económicos. Pero además, este personaje tendrá otros aditamentos que lo complicarán en su devenir del relato. A saber: alcoholismo, vínculos cercanos con el poder, relación amor/odio con su jefe y un vínculo bastante complicado con su hermana.
Así, con este cocktail explosivo, Bruno se convertirá en una bomba de tiempo para todos aquellos que lo rodean, y más cuando el misterioso bolso desaparece y es obligado por el capo mafia a recuperarlo, porque en el fondo, este sabe que Bruno tiene mucho que ver con la desaparición, pero no que realmente él lo posee.
La elección de Postiglione de comenzar el relato a partir de un presente que debe regresar al pasado constantemente, no como flashback, sino como raccontto, es uno de los puntos que dinamizan la narración y que posibilitan el fortalecimiento de las ideas principales del filme.
La constante referencia al mundo del cine, con esa secuencia inicial de dos personajes filmados en plano secuencia dialogando sobre los inicios de películas en planos secuencias, además, brindan un estilo cinematográfico que acerca “Brisas Heladas” al mundo de aquellas películas sobre cine y que hablan de cine.
Hay muchas referencias al séptimo arte, guiño que Postiglione suma a lo largo de todo el metraje, y que posibilita, además el refuerzo de la construcción de los personajes a partir de indicios sobre aquello que los ha identificado, y así, si Bruno ama a Steve McQueen, intentará darse índices de cómo el peso de sus acciones tienen algo de épico y de lucha.
Pero Bruno no estará solo, y así como su hermana llega de imprevisto a su vida y su relación con la mujer del jefe lo complicará a cada paso que dé, también habrá un esfuerzo por parte del director para retratar el mundo al que se contrapone éste y en el que la mafia tan sólo será un trazo grueso de aquello que estamos acostumbrados a ver.
Una correcta facturación y un nivel de producción adecuado a la propuesta, hacen que “Brisas Heladas” cumpla con aquello que promete, pero sin terminar de cuajar en un producto singular y “fresco” como los que Postiglione ha logrado en filmes anteriores.