De corruptos y pecadores
Broken City (2013) es un atractivo thriller político que transcurre en épocas electorales. Pero no sólo de corrupción política va la cuestión, pues la trama policial que se desarrolla incluye también oficiales, funcionarios y toda una serie de personajes relacionados con la ley, que el poder y la ciudad corrompen.
Cuando el policía Billy Tagart (Mark Wahlberg) es juzgado por asesinar a sangre fría a un violador, la opinión pública lo condena y sólo el alcalde de Nueva York (Russell Crowe) lo respalda y autoriza su libertad. Claro que deberá renunciar a su cargo y dedicarse al no muy feliz trabajo de fotografiar esposas infieles. Pasan los años y es llamado por el alcalde para saldar esa deuda: seguir a su esposa (Catherine Zeta Jones) que lo engaña. Lo que no sabe Billy es que es usado para una operación política clave en tiempos electorales. En medio del complot Billy deberá develar la verdad y enfrentarse a su pasado.
Broken City trae lo mejor en su género: un guion bien construido (esto implica un buen manejo de la información que se le da al espectador para que nunca decaiga el interés del relato); interpretaciones convincentes con actores que puedan expresar la ambigüedad que sus personajes requieren; y la corrupción emergiendo de la ciudad como una paria que envuelve a sus ciudadanos en la oscuridad.
Este clima claustrofóbico que plantea la ciudad viene del cine negro, al igual que ciertas temáticas afines que se suceden al margen de la ley, como es el caso del detective privado, el inspector de policía corrupto, la política sucia, la acción mafiosa para entorpecer la justicia, etc; temas que el guionista Brian Tucker utiliza para hablar de la falta de valores en la Nueva York actual. Ahí surge un último y fundamental factor: la toma de decisiones trascendentales por parte de personajes inmersos en un microcosmos individualista.
La película dirigida por Allen Hughes y producida por el mismo Mark Wahlberg, logra captar así lo mejor del thriller político para trasmitir con simpleza y crudeza, una visión oscura acerca de la sociedad americana, siempre desde la acción y el suspenso pero sin perder jamás el eje de ambigüedad que tiñe el relato.