Los hermanos Hughes se hicieron conocidos como dueños de una estética particular entre frenética y “artística”, con encuadres particulares y un ritmo acelerado y oscuro; hasta llegaron a ser considerados herederos de Tim Burton. Exagerados o no, lo cierto es que antes de "Desde el Infierno" (aquella relectura de Jack el destripador que los puso en el candelero) ya habían tenido algo de reconocimiento con un film diferente al resto de su filmografía, "Presidentes Muertos", y será en esta en donde deberemos buscar el estilo que uno de los hermanos (Allen Hughes) le imprimió a "Broken City", un clásico policial político como hacía rato no se veía en la pantalla grande.
Una de las características más comunes del film de suspenso o policial con ingredientes políticos suele ser el enfrentamiento entre la figura y la contrafigura, entre aquel que quiere hacer las cosas bien y el que está inmerso en la corrupción; y acá tenemos a Billy Taggart (Mark Wahlberg, lejos de las publicidades de calzoncillos) un ex detective de la policía de Nueva York que fue obligado a retirarse de la fuerza de un episodio confuso y un largo juicio que terminó a su favor aparentemente gracias a las influencias del alcalde de la ciudad Nicholas Hostetler (Russell Crowe, lejos de los gladiadores romanos engominados). Pasaron varios años de aquello y Billy se la rebusca a duras penas como detective privado de muy poco monta; en medio de la desgracia y las deudas es convocado por Hostetler para lo que parece ser una investigación particular y privada, sospecha que su esposa Cathleen (Catherine Zeta-Jones, lejos de la juventud) lo está engañando y necesita la comprobación de las pruebas; claro, se necesita de la mayor de las discreciones.
No hay que ser muy avispado para darse cuenta desde el minuto cero de la propuesta que las cosas no serán tal cual aparentan, es año de elecciones y Hostetler tiene una contrincante que le está pisando los talones. En medio de la investigación, y frente a las primeras pruebas, Billy recibirá una advertencia de la propia Cathleen, y el desenlace de los hechos, el amante aparecerá muerto.
No crean que estamos tirando spoilers y adelantando todo el argumento, esto es solo la premisa original, a partir de ahí las cosas se saldrán de cause y hay mucho más para descubrir, pero no, no lo adelantaremos por acá; lo único y obvio, ni Billy, ni Nicholas, ni Cathleen son seres completamente limpios y la suciedad no tarda en salir.
Hollywood mantuvo durante décadas una fuerte tradición en thrillers políticos, sobre todo a partir de los años ’70 con algunas cacerolas que se destaparon; pero en los últimos años este sub-género pareciera haberse perdido, y es por eso que Broken City parece un film original aunque en verdad sea tan clásico y de acuerdo a reglas establecidas.
La política a gran o pequeña escala es un mundo sucio, lleno de secretos y traiciones y en donde nadie sale limpio, y esto es lo que viene a demostrar una vez más este film.
Allen Hughes maneja el suspenso a base de intriga de diálogos, la trama se va enrareciendo y complicando cada vez más, y habrá que estar atentos para comprender todo lo que sucede. No van a encontrar acción a raudales (un poco nomás) ni ritmo apurado, "Broken City" no permite relajarse, exige de un espectador que comprenda y acepte todo lo que sucede. El argumento se desarrolla correctamente, aunque tiene ciertas fisuras bien disimuladas, y en esto es fundamental una dirección dura y marcada que lo convierte en un film si bien no sorprendente estéticamente, muy controlado.
Los rubros actorales siempre son importantes en estas películas, y si bien el trío luce muy correcto, una vez más será Russell Crowe quien se destaca como un “villano” difícil de no querer a base de un alto carisma con la pantalla.
Quizás no será un film que sorprenda, no destaca por su originalidad, pero sí es heredera de un grupo de películas que, tal vez mejores que ella, hacia mucho que no se veía. Seguramente encontrará su público cautivo.