Clásico thriller que cumple con entretener
De la ductilidad interpretativa de Russell Crowe se tiene referencia con una rápida lectura de la filmografía que lo ha tenido como protagonista.
Precisamente por estos días, en las pantallas bahienses, se da la posibilidad de contrastar las alternativas de este actor con las exhibiciones del musical Los Miserables , donde interpreta al rígido inspector de policía francés Javert, autodefinido como representante de la ley en tiempos de la Revolución Francesa; y de la cinta Broken City , que lo coloca en el rol del alcalde de Nueva York, un político impecable quien, no obstante las apariencias, se convierte en el generador de una trama de engaños, corrupción y conveniencias.
Nicholas Hostetler se encuentra en plena campaña política para su reelección cuando decide recurrir de los servicios privados del ex policía Billy Taggart (Mark Wahlberg) para investigar la presunta infidelidad de su mujer (Catherine Zeta-Jones).
Siete años antes, Taggart fue expulsado de la fuerza por un suceso acaecido durante un tiroteo, pero se salvó de un juicio interno a instancias del alcalde. Ahora sobrevive como detective privado y la llamada del alcalde aparece como una soga salvadora.
Pero cuando Taggart se interna en el caso, advierte que las circunstancias son algo diferentes de las relatadas por el político y el conflicto se acrecienta cuando el amante en cuestión aparece muerto.
Broken City es un típico thriller policial y político, donde abundan las zonas grises y los juegos de gato y ratón producen giros dramáticos que desvelan las facetas ocultas de los personajes.
Crowe, a quien se puede recordar en La sombra del poder (2009) realizando el trabajo del antihéroe a redimirse --en aquel caso como un periodista manipulado por un antiguo amigo y político-- se sitúa en Broken City en la vereda de enfrente y compone a un político que puede dar lecciones de falta de escrúpulos.
Sobre esta base se sostiene el relato que, por lo demás --guión, dirección y actuaciones--, resulta de lo más entretenido que entró en los últimos días en las salas locales, aunque no exactamente inolvidable.
¿Si podría haber ido mucho más profundo? Quizás. Pero tal vez no es la intención de este filme de estudio que procura convocar a quienes gustan de los policiales a pasar un par de horas atentos a lo que sucede en pantalla.
En este sentido, el relato hace lo suyo y cumple con las demandas de público escasamente exigentes y de las del común del cine de Hollywood, con las conclusiones morales del caso y el antihéroe redimido, con la consciencia limpia y un nuevo punto desde donde partir.