Anexo de la crítica
No es culpa del chancho sino de aquel que le da de comer, ese podría ser el mejor resumen de este deslucido policial negro dirigido sin mucha idea por Allen Hughes sin la tutela de su hermano Albert esta vez y que cuenta con las actuaciones correctas de Mark Wahlberg y Russell Crowe porque Catherine Zeta-Jones está tan dibujada como esta trama elemental que se adentra en el mundillo de la corrupción política, en Nueva York, sin aportar absolutamente nada atractivo más que algunos gestos simpáticos de la caricatura de un alcalde inescrupuloso encarnado por Crowe, quien intenta ponerse en la palma de la mano a un detective culpógeno al que Mark Wahlberg personifica sin despeinarse.
La atmósfera del film noir en la decadente Nueva York apenas perceptible configura cierto atractivo estético que se diluye en el tedio de un relato que hace agua por donde se lo mire.